Está claro que la futura integración del Consejo de la Magistratura de la Nación, divide las aguas. No solo entre Gobierno y oposición, sino dentro de la cada una de las coaliciones en que – hoy por hoy – se divide el mapa político argentino.
En el “oficialismo” cunde el desconcierto. Lo único claro es que si no logran acuerdo legislativo para una nueva ley, por decisión de la Corte Suprema en pocos meses volverá el Consejo de la Magistratura que Cristina logro desarmar en el pico de su éxito político. Y eso no les gusta.
Un Consejo elefantiásico, torpe, lento y que no logro cumplir casi ninguno de los objetivos de la reforma del 94. Una sola virtud: su composición respeta el equilibrio constitucional.
El gesto del Gobierno de enviar sobre fin de año, a días del fallo de la CSJN que se veía venir; un proyecto de reforma que solo expresa su propia visión no aportó nada, y los innecesarios gestos provocadores de los responsables de la política judicial del Gobierno, sumándose a marchas convocadas por un convicto condenado, expresan impotencia y falta de ideas, la carencia de iniciativa para generar una política judicial que lleve para algún lado. El Gobierno sabe lo que no quiere, pero ignora lo que quiere.
En nuestro interbloque opositor de Juntos por el Cambio, hay más proyectos que bloques, lo cual no es poco decir. Desde la UCR aportamos tres proyectos diferentes, el PRO tiene el propio y la Coalición Cívica igual. Las diferencias no son de matices. En algunos casos expresan miradas políticas e ideológicas diferentes sobre cuestiones esenciales: rol de la Corte Suprema, participación ciudadana, como debe funcionar el consejo.
¿Es posible encontrar puntos de coincidencias? Es difícil, pero no imposible.
Consejo de la Magistratura: una tormenta que sacude a los tres poderes
El primer dato es que en puntos esenciales la diferencia no es entre oficialismo – oposición. Ejemplo: la participación de la Corte Suprema en el Consejo. El oficialismo se opone por razones políticas: quiere reducir el poder de la Corte. Algunos opositores nos oponemos por razones constitucionales y de equilibrio republicano: Conceder la Presidencia a la Corte es devolverle a la Corte, por vía de su presidente, lo que la Constitución del 94 pretendió quitar de su esfera de poder: la administración de los fondos del Poder Judicial.
Deberíamos coincidir, más allá de ideologías y miradas sectoriales, que no es admisible un Consejo en el cual los asesores y delegados ejercen el poder real de decisión, o concursos que duren meses, o años. O que impliquen generar vacantes imposibles de ser cubiertas sin recurrir a la siempre problemática figura de los jueces subrogantes.
Un Consejo de pocos miembros, dedicados en forma exclusiva al cumplir con el objetivo constitucional de “la selección de los magistrados y la administración del Poder Judicial”; un sistema de concursos anual ágil y transparente; y un ciudadano de pie que aporte un poco de aire fresco a la discusión política y sectorial, son algunos ejes de un cambio posible.
La UCR propone más miembros y más agilidad en la reforma del Consejo de la Magistratura
La constitución del 94 en su artículo 114 estableció que la composición el Consejo debe ser establecida por “una ley especial sancionada por la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara”. Esta mayoría especial nos obliga a consensuar, algo que parece casi imposible en esta Argentina agrietada.
Pero que sea casi imposible, no quita que sea necesario hacerlo.
Para ello se requiere que, concluida la irresponsable estudiantina que organiza el oficialismo para el 1°de Febrero, el Gobierno asuma que Gobierna y tiene responsabilidad institucional y, sin ataques ni chicanas, convoque a una agenda de reforma judicial que incluya: Reforma del Consejo de la Magistratura, designación del Procurador General y cobertura de la vacante de la CSJN (obviamente por una mujer); inmediata puesta en marcha del Código Procesal Penal Federal y Ley de Juicios por Jurados en el orden federal.
La oposición tendrá que estar dispuesta a sentarse en esa Mesa a dar el debate sobre estos temas, con la convicción que lo único innegociable es la supremacía de la Constitución Nacional. No sé si esto es posible, pero estoy seguro que es necesario hacerlo.
*Diputado Nacional UCR