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Continuidad del parque

Prisión 20230826
Prisión | Unsplash | Ye Jinghan

Es raro lo que se siente, en un parque a cielo abierto, sabiendo que, alguna vez, en ese mismo sitio, lo que existió no fue eso, sino una cárcel. No importa si todo eso fue hace demasiado tiempo, no importa si uno mismo no alcanzó a conocerla. Alcanza con saber que existió y que existió en ese mismo sitio. Y que ahí mismo donde ahora imperan el césped, los senderitos, el aire libre, las canchas de papi, alguna vez lo que hubo fue encierro, barrote, cerrojo, y hasta incluso fusilamientos.

Toda cárcel de por sí supone castigo y justicia, y establece en su horizonte un anhelo de reinserción social. Aunque es difícil suponer que lo sea de veras en la manera en que efectivamente se la piensa en este tiempo: antes que castigo y justicia, lo contrario: la pura venganza, un regodeo en el hacer sufrir; antes que encierro y reinserción social, fantasías de eliminación, de supresión, de inexistencia. 

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Es interesante caminar por un parque así, que ahora es parque pero antes fue cárcel, para comprobar de qué manera se transformó socialmente la idea misma de privación de la libertad.

Y puede que, a la par, se transformó también la noción de libertad. Ya no tanto rotas cadenas o paloma al vuelo (como en el himno, como en Picasso), sino más bien formulita vacua, repetida por irreflexión, o un gustito cruel por la violencia, las ganas incontenidas de andar haciendo pomada al prójimo, la reducción de la vida entera a mercado y mercadeo, egoísmo a rajatabla, y un paradójico fervor de represión y sometimiento, ya sin huella alguna del tiempo en que a la libertad de la asociaba en cambio con la emancipación.