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LO PUBLICO Y lo PRIVADO

Copiapó inmaterial

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Para alguien que se interesa y estudia los medios de comunicación, es sencillamente imposible resistir a la tentación de reflexionar sobre el salvataje de los mineros de Copiapó, acontecimiento que según parece batió todos los récords de la mediatización: mil millones de televidentes, centenares de medios de todo tamaño, de todo tipo y de todo el mundo concentrados en la mina San José, y seguido por las opiniones públicas dispersas en el planeta entero como la noticia. Bueno, aquí van cuatro mil y pico de caracteres más, que se suman a los millones de caracteres de los textos dedicados al evento.

Esta resonancia no debe sorprender, porque el acontecimiento en cuestión reunió de manera magistral todos los ingredientes de lo que en las escuelas de periodismo se llama la noticiabilidad: drama humano con peligro de muerte; catástrofe que puede implicar culpas y responsabilidades; suspenso intensificado en un tiempo largo con episodios; situación que se vuelve “de Estado” y se concentra en la figura de un presidente; posibilidad de todas las variaciones de discurso: el pequeño detalle conmovedor, las relaciones familiares, el trabajo en equipo, la tecnología al servicio de la vida, el oficio minero con su larga historia, el operativo sanitario, los efectos políticos, las comparaciones internacionales. Final feliz pero con una nueva torsión del relato – la revelación, desmentida por la empresa minera, de que pocas horas antes del derrumbe se les negó la autorización para evacuar– que anuncia una posible nueva temporada de la “serie”. Y como si todo esto fuera poco, esas “entrañas de la Tierra” que desde los albores de la humanidad hasta numerosos filmes de serie B, pasando por Julio Verne, han activado las zonas más oscuras del imaginario social. No, decididamente no faltó nada.

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Me limitaré a dos observaciones. La primera tiene que ver con un tema que apareció fugazmente a lo largo del desarrollo de la noticia. Los mineros, ya rescatados, solicitaron respeto por su privacidad. Al mismo tiempo, se comentó la existencia de un acuerdo o un “pacto de silencio” entre ellos; después comenzaron a producirse algunas “filtraciones”. Estos detalles aluden indirectamente a una frontera capital entre lo privado y lo público, entre el silencio y la palabra. Todo se juega cuando se atraviesa esa frontera: los dispositivos mediáticos generan instantáneamente, de manera totalmente inmaterial, el valor agregado del mercado de los medios, iniciando una cadena que, en casos como éste, puede ser enorme: entrevistas, libros, biografías, películas. Un minero chileno que ganaba, arriesgando cotidianamente la vida, un modesto salario y cuya palabra carecía de todo valor económico pasa, de un instante a otro, a valer miles, si no millones, de dólares. Mutación radical: es el “trabajo” del dispositivo mediático.

Mi segunda observación tiene que ver con algo que particularmente me fascina: en estos eventos de alto valor mediático, suelen cruzarse temporalidades históricas profundamente heterogéneas; se muestran al mismo tiempo dimensiones de la más estricta actualidad (como la encarnada por los dispositivos técnicos que se pusieron en obra en el rescate, incluidas algunas muy recientes innovaciones de las tecnologías de la comunicación) y dimensiones que nos remontan a tiempos inmemoriales. A las razones de este cruzamiento de tiempos históricos he aludido en alguna columna pasada: las “revoluciones tecnológicas” de los medios han sido siempre en producción y no en recepción. El organismo que recibe y consume los signos a través de dispositivos cada vez más sofisticados sigue siendo el mismo que se estabilizó hace unos cuantos cientos de miles de años y se puso a caminar por las sabanas africanas.

De esos efectos históricos “retro”, el que más me gustó fue el de la iniciativa de hacer un museo coleccionando todas las herramientas, objetos diversos, ropa, mensajes escritos, etc., de los mineros.

El museo es uno de los medios más antiguos de la historia humana. La idea de que un objeto espacial y temporalmente asociado a un hecho del pasado de alguna manera contiene, encarna y transmite ese pasado, y que su contemplación puede hacérnoslo sentir es –más allá del análisis científico de dichos objetos– una de las fantasías más primitivas de las sociedades humanas.

Valor agregado, valor conmemorativo: algunos de los fantasmas inmateriales que surgieron en el desierto de Atacama.


*Profesor plenario, Universidad de San Andrés.