COLUMNISTAS
chismes

Cornificantes y cornudos

06-11-2021-logo-perfil
. | Cedoc Perfil

El diálogo debería ser reproducido a la manera de esos textos libertinos y epigramáticos tan al estilo de la literatura francesa del siglo XVIII…claro que casi todo debería ser escrito en ese estilo ligero y picante que tanto lustre le sacó el no tan divino marqués de Sade en los ratos de ocio de su cárcel. 

Por una circunstancia casual, hablo con un amigo sobre las catástrofes que genera la incomprensión. Recordamos a dúo anécdotas que nos dejan heroicamente mal parados. Yo cito la famosa frase de Epícteto que sirve de epígrafe al Tristram Shandy. “Lo que perturba a los hombres (es decir, aclaro, a las personas; Laurence Sterne no conocía el inclusivo) no son las cosas en sí, sino las opiniones sobre las cosas”. Mi amigo trae a colación a Lacan, que parece haber conocido la frase: “Uno puede estar seguro de lo que dice, no de lo que el otro escucha”. De allí pasamos al tema de la susceptibilidad. Mi amigo dice: “casi siempre la gente se enoja no por lo que dicen de ellos sino por lo que le oyen decir a alguien lo que otro dijo sobre ellos”. Lo que supone una sutil y nada pequeña diferencia que va de la verdad improbable de un textual al proliferante estímulo de la paranoia, al estado de sospecha. 

No se trata, entonces, del hablar, sino de lo que uno supone que el otro sabe. Es decir, ¿qué revela de nosotros y de la persona con la que estamos, el hecho de que alguien, un tercero, diga algo sobre ella? (Una pequeña digresión: ya parece que estuviéramos mencionando la cuestión gramatical que conforma la Santísima Trinidad). ¿Qué sabe de nosotros, en el fondo, la persona que no somos nosotros, cuando se acuesta con la persona con la que estamos?

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Mi amigo sostiene: “Un celoso es alguien sin sentido del humor”. Yo concuerdo: “Todos pasamos en algún momento por esa etapa, que corresponde a la edad de la ilusión. La palabra ajena lo que pretende es, precisamente, destruirla, destruir la ilusión de que alguien es especial”. Mi amigo dice: “Lo insoportable para el cornudo consciente es saber que hay alguien más que sabe con qué se conforma uno”. Vuelvo a acordar y agrego: “Y lo peor es que ese alguien sabe también con qué no se conforma la persona que nos mete los cuernos”.