Nuestro país no se mueve y no deja de agitarse. La nuestra es una sociedad sísmica. Una vez el filósofo Gilles Deleuze dividió la filosofía entre una vertiente sísmica y otra edificante. Sísmicos son Kierkegaard y Nietzsche, por ejemplo, y edificantes, Descartes y Kant.
Son imágenes geológicas. En el caso del pensamiento filosófico, las fisuras en la superficie liberan fuerzas dormidas y abren espacios inéditos, pero en el ámbito de la política el desplazamiento continuo de capas calcificadas puede ser una operación desgastadora.
Aquellos que critican la doctrina delegativa de la política que basa la gobernabilidad en la representación sostienen que la política debe ser sísmica y sólo irrumpe con autenticidad en la disonancia y por su capacidad de generar una crisis en el sistema. Estas elaboraciones que atraen a cierta izquierda son un intento de rescate anarquizante que traza una línea de fuga en un mundo de organizaciones administrado por burocracias.
Pero hay sociedades que no consiguen organizarse sin que esto signifique que vivan en completo desorden ni menos que se liberen de opresiones de larga data. “Anomia boba”, decía el filósofo del derecho Carlos Nino, “vivir con lo nuestro”, según Aldo Ferrer, lo que es lo mismo. Bobos y solos en lugar de libres y soberanos.
Argentina es un problema complejo que se resiste a ser encasillado en un premoldeado ideológico. Lo que en apariencia resulta claro es que si algo de progreso le llegó a la humanidad, ya sea en lo que respecta a las tecnologías, a la medicina, al acceso a fuentes de información, a lo que les sucede a los chinos o al pasaje del apartheid a Mandela, ese progreso no llegó a nuestro país. Por el contrario, es unánime la opinión de que nos ha tocado un proceso de desmoronamiento a partir de una edad dorada cuya causa nos desvela. A esto se le suma un futuro que poco aporta en cuanto a un camino que vaya en ascenso.
Desgracia de todos es consuelo de nadie ya que la afirmación de que el mundo se va al diablo y no sólo la Argentina no es cierta. Que se vaya al diablo sólo lo sabe Dios, pero la percepción de los pequeños hombres que somos nosotros acerca del mundo no es igual en todas partes. No todos creen que lo mejor ya pasó ni en todas partes se baila el tango.
Nuestra clase dirigente se distingue por su idiosincrasia. Dibujemos el escenario que nos presenta este elenco estable de la política nacional para 2011. Duhalde no va a ser el candidato del PJ por más que ahora lo anuncie. Sabe que no tiene que dejarle la iniciativa a Kirchner y para eso considera necesario que el peronismo disidente tenga un candidato desde este mismo momento. De carecer de un protagonista electoral, el timón estará de un solo lado. Decir que el gran hombre es él supone que cambiará las expectativas y dividirá aguas al tiempo que posibilita que los intendentes y los gobernadores que se sienten extorsionados por el Gobierno puedan albergar ilusiones de una alternativa. Por eso se apura. Su peronismo necesita un hombre, y al hacer como Diógenes, que buscaba de día a un hombre con un farol, al no encontrarlo en el litoral se propuso él mismo.
Pero Duhalde no gusta, y él lo sabe. El hombre es Reutemann, que no quiere ser apadrinado por nadie y elegirá el momento y las condiciones de su eventual candidatura. Todos los otros postulantes finalmente se acoplarán al que mejor chances tenga de ganar, y esto, para sorpresa de muchos, incluye a Néstor Kirchner.
Si el ex presidente no mejora su imagen y sigue tan bajo en las encuestas, decidirá no presentarse. No quiere arruinar una carrera política, que estima aún con futuro, con una derrota humillante. Se retirará a cuarteles de invierno y esperará su turno apoyado en el recuerdo de una presidencia que considera memorable.
Por lo tanto, el PJ se presentará unido con porciones agregadas de PRO lideradas por De Narváez. Enfrente, un radicalismo reunido alrededor de Cobos al que se sumarán otras fuerzas de centro que aún oscilan para ver si se crea una tercera instancia que por ahora no se llega a percibir.
De ser así, un bipartidismo ansiado por algunos podrá presentarse sin garantía ninguna de su perdurabilidad. La idea de firmar un acuerdo que selle compromisos para una política de Estado de largo plazo entre quienes han violado pactos, fracasado en gestiones, entrado y salido de gobiernos, dimitido ante revueltas populares, conspirado día y noche, que un pacto así sea duradero es un deseo mefistofélico.
La idea de que haya una tercera opción de un centroizquierda al estilo del Frente Amplio es muy difícil. El acuerdo logrado en el vecino país lleva treinta años de vida y un par de traspiés antes de llegar a la victoria. Los blancos y los colorados no son el peronismo. Ni lo es la Concertación chilena con sus dos partidos moderados.
Esperar que políticos sectarios al estilo de Solanas se sumen a otros dirigentes de la izquierda dogmática nacional, junto a políticos desencantados del ARI, fracciones de la Coalición y del kircherismo, más otros del Gen de Stolbitzer, todos ellos con socialistas agrupados detrás de la ilusión de un nuevo Frepaso esta vez liderado por un hombre conciliador como Hermes Binner, soñar con una propuesta así ya no es ni siquiera un deseo mefistofélico, salvo que el diablo que aparezca en la penumbra no sea otro que el que atemoriza a Anastasio el Pollo en el Fausto criollo.
Nuestra izquierda es poco imaginativa. Necesita un Posse para sentir que sirve para algo. Lo que hicieron Felipe González, Lagos, Tabaré, Lula, no le dice nada, mejor Jauretche, Scalabrini, Cooke, Walsh, y lo que venga para seguir con la guitarreada frejulista.
Hay mucha agitación electoral. ¿Pero se mueve algo? Creo que no. Ser el furgón de cola de Brasil, vendedores de soja para la China, de carnes tiernas a Rusia, los amigos de los hermanos bolivarianos, cambiar el rumbo e integrarse al mundo de un modo que sólo se restrinja a pedir prestada plata para solventar gastos corrientes, tener un mega Estado cooptado por las corporaciones y la burocracia, mantener el nivel de transparencia cero en la gestión pública, cenar con empresarios en Olivos luego de haber provocado una fuga de capitales de decenas de miles de millones de dólares, todo esto da una sensación de morosidad, desazón y estancamiento. En el sótano no hay aire, arriba sobre la superficie ponen ventiladores para que se mueva algo, pero los cimientos de hormigón tiene el grosor de patas de elefante.
Comenzamos 2010. Es el año del Bicentenario. Volveremos al Colón redecorado por Macri y quién dice si no podremos ver el momento en que Anastasio el Pollo ve al mismísimo Lucifer y dice:
“El hombre allí renegó, //tiró contra el suelo el gorro, //y por fin, en su socorro, //al mesmo Diablo llamó.//¡Nunca lo hubiera llamao!//¡viera sustazo, por Cristo!// ¡ahí mesmo, jediendo a misto, //se apareció el condenao!”
*Filósofo (www.tomasabraham.com.ar).
