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Cosas de hermanos

El corto brazo de la Justicia ha dado alcance, una vez más, a los jefes de una barra brava.

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El corto brazo de la Justicia ha dado alcance, una vez más, a los jefes de una barra brava. Son los de River. Que les llamen “tablón” a los escalones de la tribuna de cemento del estadio es tal vez su único rasgo de romanticismo. Exhiben apellidos sofisticados, refulgentes, como de importación. En otro tiempo, hace unos años, cayeron los jefes de la barra de Boca, y en cambio no había otra cosa que apodos en su carta de presentación: apodos familiares (“el Abuelo”), enigmáticos (“Bolita Niponi”) o decididamente perturbadores (“Cabeza de Poronga”), pero apodos al fin, o en todo caso, si se prefiere, alias. Aquella vez, en el ’94, los condenaron por disparar, o por ordenar que se disparase, o por promover que se disparase, o por tolerar que se disparase, a un camión de hinchas de River que circulaba por las calles de la Boca. Se trató, como puede verse, de un hecho de violencia territorial, basado en la fijación de fronteras y en la expulsión del invasor. Pasó lo mismo, años después, cuando la misma barra de Boca, pero ahora bajo la jefatura de Rafael Di Zeo, desalojó de una tribuna de la Bombonera a la barra intrusa de Chacarita Juniors. Esta violencia de ocupación y desocupación, basada en la posesión del espacio, se inspira a todas luces en la violencia estatal y se imagina a sí misma como una guerra. Es bien distinto el caso de las peleas en los caminos: los de Boca contra los de Independiente en el peaje de Desa-guadero, sobre la ruta que va a Mendoza, o los de River contra los de Newell’s en el peaje de San Nicolás, sobre la autopista Buenos Aires-Rosario. Esta otra violencia móvil, itinerante, sorpresiva, se inspira en cambio en la lucha de montoneras.
Es bien distinto lo que está pasando ahora, con los hinchas de River, en la así llamada “Batalla de los Quinchos” por ejemplo, porque en este caso se pelean entre sí, se matan entre sí. Su modelo de violencia ya no es el de la ocupación territorial: es el de las guerras civiles, y se rige en consecuencia por el principio de la lealtad y la deslealtad.
No es un dato menor que, como pasó también en Boca, haya dos hermanos entre los protagonistas de los hechos.