En las últimas semanas circularon reflexiones sobre cómo ha sido la respuesta de mujeres en posiciones de liderazgo ante la pandemia del coronavirus. Invitamos a reflexionar sobre este mismo tema, pero en relación con los varones.
Cuando hablamos de masculinidad hegemónica estamos pensando en una forma de ser varón que es la más aceptada. Varía de generación en generación y de lugar en lugar, pero hay ciertas características que son comunes a nivel mundial, y el coronavirus lo puso en evidencia. Los líderes varones que más han demostrado representar las características de la masculinidad hegemónica han puesto en peligro no solo su salud, sino también la de toda la población de los países que gobiernan.
Por ejemplo, una de las características asociadas al “varón” consiste en que debe mostrarse fuerte en contraposición a la debilidad (generalmente atribuida a la mujer). La fuerza puede estar referida tanto a la física como a la no demostración del dolor y al poco cuidado por el cuerpo: porque un varón fuerte es sano y nunca se enferma.
Jair Bolsonaro, el presidente de Brasil, llegó a calificar de “gripecita” a la pandemia que ya había ocasionado más de 200 mil muertes a nivel mundial. Estas declaraciones sembraron las bases para una catástrofe en el país vecino, donde se siguen reiterando demostraciones, en su mayoría de varones, en contra del aislamiento como medida de cuidado. Hoy es uno de los países más afectados de la región, con más de cien mil casos. El presidente llegó incluso a despedir a su ministro de Salud, quien se oponía a su postura.
Un factor importante asociado a la masculinidad es el de ser proveedor en contraposición con la función reproductora de la mujer. Este es y ha sido uno de los ordenadores sociales, que asocia el rol de cuidado (de otros) esencialmente a la mujer y la responsabilidad de proveer económicamente al hogar (y al país) a los varones.
En esta línea, consideramos que las declaraciones de líderes como Boris Johnson o Donald Trump, de preferir priorizar la economía sobre la salud (como si fueran contrapuestas), hacen eco de este mandato. Ambos líderes debieron retractarse y modificar sus estrategias. Además, Boris Johnson y su ministro de Salud contrajeron la enfermedad.
A su vez, “el varón”, y en particular el líder, debe mostrarse sabedor de todo. Se encuentra esta característica en dirigentes que han desoído los consejos de especialistas. Además de los ejemplos ya expuestos, Andrés Manuel López Obrador, el presidente de México, nos sorprendió con el pedido a la sociedad de llevar “a la familia a comer a los restaurantes”, contradiciendo los consejos de sus propios funcionarios. Otro de los países con mayor número de enfermos en la región.
Por otro lado, una característica de nuestra sociedad es el androcentrismo, la “visión del mundo y de las relaciones sociales centrada en el punto de vista masculino” (RAE). La experiencia de los varones, de un tipo de varón, se percibe como la única experiencia relevante. Esta mirada ha tenido un impacto directo en la falta de enfoque de género, y de otras diversidades, a la hora de implementar las estrategias durante la pandemia. No considerar en quién recaería el peso del cuidado de niños y niñas al cerrar las escuelas, o cómo impactaría el aislamiento obligatorio en los casos de violencia doméstica, o qué sucede con los/as trabajadores/as informales son algunas de los cientos de preguntas que nos hacemos.
La construcción cultural de la masculinidad está escindida, casi completamente, de todo lo relacionado a cuidados: tanto del propio, como de los demás. Desde Grow proponemos revisar estos mandatos, analizar sus efectos concretos y aprovechar esta oportunidad de aprendizaje, para evitar más daños irremediables.
*Cofundadora de Grow, www.generoytrabajo.com