Dos años atrás, a fines de 2005, tuvo lugar la Cumbre de Presidentes de las Américas en Mar del Plata. En dicha oportunidad, sólo cinco países del continente americano (sobre los más de treinta que participaban del encuentro) rechazaron el Area de Libre Comercio Americana (ALCA) propuesta por Estados Unidos desde la presidencia de George Bush padre: los cuatro del Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay) y Venezuela.
De esta forma, se opusieron en aquella oportunidad a la propuesta de EE.UU. sólo uno cada seis países americanos, pero en América del Sur fueron la mitad.
En paralelo a la Cumbre, el presidente Hugo Chávez presidió la Contracumbre, secundado por Evo Morales, entonces candidato para las elecciones presidenciales de Bolivia.
Es en este contexto de un Mercosur enfrentando a Wa-shington, cuando el mandatario venezolano pide integrarse al grupo regional como miembro pleno, buscando así tener un ámbito más amplio en términos regionales, para su política de confrontación con el imperialismo norteamericano.
La alternativa hasta entonces era la alianza con Cuba, únicos dos países de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA).
Las elecciones presidenciales que hubo en la región entre 2005 y 2006 mostraron, por un lado, triunfos a favor de Chávez en Bolivia, Ecuador y Nicaragua, pero también victorias de candidatos afines a Washington en México y Perú, mientras que en Brasil y Chile fueron reelectos presidentes de orientación socialdemócrata o izquierda moderada.
Sin embargo, es la visita del presidente George W. Bush a América del Sur en marzo de este año el punto de inflexión en la relación de Brasil con EE.UU.
El acuerdo de los biocombustibles y el reconocimiento de que el primer país de América del Sur tiene un status internacional similar al de la India, reforzaron la política de Washington de delegarle el liderazgo regional, y con ello, la contención de Chávez.
A la vez, el presidente venezolano profundizó su radicalización, comprando armas en Rusia y avanzando en una alianza estratégica con Irán, uno de los países peores vistos por el gobierno estadounidense, que lo considera dentro del “eje del mal”.
En los últimos años, Lula y Chávez nunca estuvieron tan cerca como en Mar del Plata y nunca tan lejos como ahora, en momentos en que asume la presidenta de Argentina.
A medida que ambos mandatarios se fueron distanciando, el ímpetu con el cual Venezuela había entrado al Mercosur se fue enfriando. Han pasado dos años y los parlamentos de los cuatro países del grupo regional aún no han aprobado el ingreso venezolano. A su vez, Caracas ha demostrado mucho más interés por el uso político de su asociación que por avanzar en los requisitos técnicos necesarios para establecer la unión aduanera común.
El hallazgo de petróleo en la plataforma submarina brasileña y la derrota de Chávez en el referéndum para reformar la Constitución están volcando la puja por el liderazgo regional entre Brasilia y Caracas a favor de la primera. Uruguay y Paraguay seguirán la política brasileña en este tema y, en consecuencia, posiblemente continuarán demorando la aprobación de la condición de miembro pleno para el nuevo socio.
Por su parte, Argentina (quizá por su mayor necesidad de recibir financiamiento de Venezuela mediante la compra de bonos y la importación de energía para paliar el déficit) se muestra más cercana a Chávez en su momento de infortunio.
El presidente Néstor Kirchner elogió al venezolano como “un gran demócrata” por haber aceptado el resultado del referéndum, en una definición un tanto condescendiente.
Será el lanzamiento en Buenos Aires del proyecto del Banco del Sur, propuesto inicialmente por Chávez, el hecho generado por el matrimonio Kirchner para permitirle cierto oxígeno internacional, que alivie el efecto negativo de su derrota.
El mismo día en que Cristina Kirchner visitaba Brasilia buscando dar cierto privilegio a dicha relación, Venezuela (a pedido del gobierno argentino) compraba 500 millones de dólares de bonos para poder cerrar el financiamiento de 2007.
Si Argentina está algo más cerca de Caracas que de Brasilia por razones de necesidad económica o por simpatía ideológica, es un tema abierto a discusión e interpretación. Pero lo que resulta claro es que la política de Kirchner con su colega venezolano no tendrá una alteración sustancial con su esposa y sucesora.
*Director del Centro de Estudios
Unión para la Nueva Mayoría.