Como un incunable de la galería de obras faraónicas de la ex URSS, que hoy yacen herrumbradas en el desierto que causaron; como los canales desviados del Amu Daria para sembrar algodón que acabaron con tres cuartas partes del Mar Aral. Un accidente en una mina obsoleta con saldo luctuoso, deriva en la inversión inverosímil para una planta de energía cuya necesidad del combustible mas sucio del planeta superaba lo producido localmente, y un ferrocarril (entre Punta Loyola y Rio Turbio) para transportarlo a un costo tan injustificable que la planta se reconvierte a gas, y cierra.
En medio de la tormenta, la provincia de los glaciales y bosques petrificados es también la de los contrastes. Con un patrimonio natural y cultural descomunal, gas, petroleo, y una plataforma que la condena a vergel pesquero, cobra regalías a pocos países, mientras padece el saqueo ictícola en la milla 101, sus cuentas en harapos, y una cifra galáctica de empleo público.
Santa Cruz no es un páramo naturalmente ignoto y helado como se nos representa. Su proyección latitudinal, es menos septentrional que el Reino Unido, y se corresponde con la de Francia.
Si el entibiamiento invernal de la Corriente del Golfo que hace dinámico el sector primario en ambos países explicara el contraste, Alemania posee su limite inferior a la misma distancia del polo norte que el extremo mas austral de la provincia del polo sur.
Beneficiada por la cooparticipacion federal y la provincializacion de recursos y subsidios. Con un IDH israelí -cortesía de un PBI per capita magnificado por el subpoblamiento, y por un salario medio contra una canasta básica 100% mas cara que en Buenos Aires- Santa Cruz es pobre, pero no es Venezuela. Es la foto de la Argentina que conjugamos siempre en potencial.
Como un rompecabezas cuyas piezas encajan sólo en su centro, su problema es periferia en un modelo de nación “pampeanizado que se mira el ombligo pensándose “desde y para” su metrópoli, y en el que no tiene un rol asignado.
Agravada por desmanejos de los que, por denominación de origen y detentando la suma de poder territorial, pudiendo, renunciaron a abordarla. La veraz pesada herencia : una red de transporte de andamiaje arcaico que da la espalda a su hinterland. Contados caminos viables, ligados solo a puertos y a Buenos Aires, y accesibilidad africana, por la brecha entre la menor distancia entre puntos y la comercial, que productores laneros, frutícolas, y el sector turístico padecen como una camisa de fuerza que aprieta su paciencia y sus margenes competitivos.
Los vientos soplan con fuerza en Patagonia, pero no los de cambio. En un terreno donde nunca esta sobrevalorado lo simbólico, discursos rimbombantes de campaña de planes con nombre de prócer para la integración nacional, naufragan en un rio que la propaganda oficialista trastoca en localidad de provincia equivocada. El impulso al “Plan federal Minero”, el levantamiento de retenciones a la minería y a la soja, y las reinterpretaciones caprichosas de la Ley de Bosques que promueven enclaves extractivos, extensivos en tecnología y mano de obra y en las antípodas de toda sustentabilidad, restituyen capital a la metrópoli, mas que protagonismo al interior.
En un modelo impasible a la asimetría territorial, las expulsiones crónicas impiden el alivio del conflicto entre suelo y necesidades en la ciudad, multiplicando la factura en inseguridad, e inundaciones, que las ocupaciones derivadas generan aun para la gestión mas insensible.
¿Su propia lógica persuadirá de un improbable volantazo a la razón tecnócrata, o su supervivencia política?
Entre la utopía del New Deal nac and pop que amagó el primer kirchnerismo, y un macrismo que traduce solo en retórica de obra pública su dificultad congénita para pensar la nación desde sus contornos, los santacruceños, un duro blend de originarios, desplazados propios, trasandinos, y “premium”, campeando un rigor que no es climático a prueba de connacionales, dejaron de preguntarse hace rato, quien los devolverá al mapa.
*Licenciado y Profesor de Geografia UBA. Magister UNY.