COLUMNISTAS
un esquema eficaz

Cuando el orden es determinante

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Las discusiones futboleras a las que somos tan afectos tienen cosas insólitas. Nunca se considera al “orden” como parte del “jugar bien al fútbol”. Al contrario, el “orden” es mirado con desdén, como si ser ordenado sólo fuera defenderse. Y, lo que es aún más disparatado, como si defenderse fuera una estafa al espectador. Algunos comunicadores y muchos entrenadores deberían revisar ese discurso futbolero único con el que cazan a jóvenes a los que les resulta más fácil el juego cuando se tiene la pelota y uno se la pasa al de la misma camiseta, que analizar el contexto de un partido y el resto de los esquemas que proponen otros entrenadores.
Sin ir más lejos, en la página deportiva de Clarín Digital, el día que Real Madrid goleó 4-0 al Ajax en Amsterdam, se dijo que José Mourinho era “el rey del juego sucio”. Todo porque hizo una movida con jugadores cargados de amarillas –todo dentro del reglamento– que le permitió a dos hombres del Madrid llegar a la fase siguiente con menos compromiso de tarjetas. ¿Esto es ser el “rey del juego sucio”? Es sólo uno de los mensajes falsos con los que convivimos.
Independiente llegó a la final de la Sudamericana porque es un equipo ordenado. Mohamed le puso orden a un equipo anárquico, del que no se sabía quién bajaba la línea futbolística y en el que no estaba claro qué lugar tenían entrenador, mánager y técnico del “Selectivo”. Es más: no había un límite claro entre los negocios y la promoción de chicos de inferiores.

Tras el partido del jueves, el presidente Julio Comparada dijo sin sonrojarse: “Elegimos un camino y por ahí fuimos, aun pasando por malos momentos”. El camino que había elegido Comparada era con Menotti de mánager, Cayetano Rodríguez de técnico del Selectivo y Daniel Garnero como entrenador. Cuando este proyecto naufragó, Comparada –contra su voluntad– mandó a un emisario a tantear a Américo Gallego, a quien el tándem Comparada-Menotti había descartado poco tiempo antes. Después fueron a buscar a Jorge Fossati. El DT uruguayo les pidió que lo esperaran a que terminara su contrato en Qatar. Ahí se les vino la noche. Salieron a buscar a Mohamed y el debut del Turco con victoria ante Racing tranquilizó a la gente. Los hinchas hicieron lo que dice Joan Manuel Serrat en su canción Fiesta: “Por una noche se olvidó que cada uno es cada cual”. (Perdón a los del discurso único por haberles citado a Serrat.) Entonces gritaron el gol del pibe Báez, se burlaron de Racing y se esperanzaron con Mohamed. El club atravesaba una tremenda crisis institucional –aún existente, pero disimulada por este enorme logro– y esa victoria, el nuevo técnico y algún esbozo de mejora calmaron las aguas. Si Independiente llegara a ganar la Copa, estos dirigentes y este presidente deberían replantearse todo. Más que nada, que el club está por encima de cualquier interés personal. Y que el dinero que le entre en el caso del final feliz debe ser invertido en cumplir lo prometido. Hay que terminar el estadio y hay que pagar las deudas. Independiente todavía debe 160 millones de pesos.

Las victorias contra Defensor Sporting y Deportes Tolima hicieron crecer a todos. Los veteranos vieron en estos futbolistas a aquellos que convirtieron a Independiente en el Rey de Copas y los más jóvenes vivieron en carne propia cómo pesa la camiseta roja fronteras afuera. Alguna vez, un equipo rojo perdía 0-2 con el Santos de Pelé y le ganó 3-2 en el Maracaná. Lo que pasó en Quito ante Liga no iguala semejante hazaña, pero la manera en que Independiente le hizo dos goles al mejor equipo del continente –casi le empata– se vinculó genéticamente con aquellas gestas en las que también se sufría. ¿O ustedes creen que siempre Independiente daba exhibición? Fue campeón del mundo en Italia con Santoro y el Zurdo López como figuras, ganó la Libertadores del ’74 porque Carlitos Gay atajó un penal y el Chivo Pavoni metió otro. No porque haya jugado “bien al fútbol”. Estas historias se escriben con fútbol, es cierto. Pero también con sudor, varias lágrimas, corriendo y soportando presiones.

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Mohamed y los jugadores son los hacedores exclusivos de esta llegada a la final. El técnico consiguió que un jugador como Fredes encontrara su lugar en el medio. Logró que las subidas de Mareque dejaran de ser puro humo, consiguió que Silvera ya no estuviera condenado a la soledad. Armó una defensa de tres, en la que Tuzzio es la referencia para dos chicos de 18 y 19 años como Leonel Galeano y Julián Velázquez. Recuperó a Nico Cabrera, pudo recuperar a Battión, confió en Hilario Navarro. Cuando convino, entraron Maxi Velázquez y el Pelado Gómez. No pensó en estúpidos pruritos. Tampoco dudó a la hora de poner un volante de marca como Fernando Godoy, otro chico de la cantera que está viviendo un sueño.