En los países democráticos los medios de comunicación están manipulados por las corporaciones económicas y el imperialismo, son diversos, se contradicen, confunden a los lectores, los incitan a pensar. No pasa lo mismo en países como Corea del Norte, el modelo revolucionario más exitoso y longevo del mundo, en el que el pueblo es feliz, sabe la verdad y venera a sus líderes. La prensa estatal ocupa el 90% del tiempo para difundir sus biografías.
Todos saben que Kim Il Yong, hijo del fundador de la dinastía revolucionaria y padre del actual líder, caminó a las tres semanas de edad y empezó a hablar a las cinco. Todos los 16 de febrero, Día del Sol, se celebró fastuosamente su cumpleaños: los coreanos recibían doble ración de comida mientras los obreros de todo el mundo paralizaban las ciudades para celebrar al Amado Líder. En 1960 ingresó a la Facultad de Economía, se graduó en cuatro años, y aprovechó esa etapa de su vida para escribir mil doscientos libros y para componer las seis óperas más importantes de la historia de la humanidad. Tanta producción sirvió para que la Academia de Ciencias lo declarara “cerebro perfecto”.
No fue un orador muy vehemente. Pronunció su discurso más célebre en 1992 durante una parada militar en la que dijo por radio “gloria a los heroicos soldados del ejército de Corea”. Aunque corto, el discurso fue emotivo y provocó un interminable aplauso de la multitud. En 1994 Kim fue por primera vez en su vida a un campo de golf, dio un golpe de bastón con el que hizo 11 hoyos y, habiendo roto los récords mundiales, se retiró del deporte. La prensa informó que Kim inventó una comida para los estudiantes coreanos: un pan cortado en dos con carne molida en el medio que el imperialismo copió y llamó “hamburguesa”. En todos estos casos el proletariado del mundo organizó manifestaciones multitudinarias para celebrar la genialidad de su líder. Desgraciadamente quienes estamos alienados por la prensa burguesa nunca percibimos estos eventos épicos.
Los Kim se interesan más en su modelo político-militar que en la gente. Sus fuerzas armadas, las quintas más numerosas del mundo, tienen un presupuesto exorbitante mientras 6 millones de habitantes padecen hambre extrema y muchos mueren por inanición todos los años. Eso es irrelevante porque la historia está sobre los individuos. Kim dijo que para que funcionara su modelo sólo se necesitaba que viviera el 30% de la población. La muerte de Kim Jong-il provocó escenas de dolor colectivo en las que se vio a millones de norcoreanos llorando desconsoladamente. Los que no dieron suficientes muestras de dolor fueron condenados hasta a seis meses de trabajos correccionales y a ser humillados en sesiones de escarnio público que se llevaron a cabo entre diciembre de 2011 y enero de 2012.
Según constó muchos años en la página del Partido Comunista, Kim nunca defecó. El dato desapareció después de un banquete en el que el imperialismo provocó un incidente gástrico que felizmente la prensa libre de Corea impidió que fuera conocido por la gente. La libertad de prensa en Corea puede ser un ejemplo perfecto de lo que quieren lograr los autoritarismos del siglo XXI latinoamericano con sus leyes de restricción a la libertad de expresión. Si lo consiguen, todos seremos felices por decreto y los iluminados podrán seguir en el poder por los siglos de los siglos.
*Profesor de la GSPM, George Washington University.