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Cuando ya no caliente el sol del consumo

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Colegir, como ayer lo hizo la Presidenta en cadena nacional, de que las vacaciones felices de los argentinos dentro y fuera del país equivale a una marcha triunfal de la economía, es riesgoso. Más aún si se hace sobre la base de la premisa su “impresión sociológica más que económica” de que, como dijo ayer, “la gente cuando tiene miedo deja de consumir (...) comienza a guardar, a amarrocar, porque tiene miedo que le venga la mala y no la gasta esperando que le venga la mala”. En su creencia, eso sería lo que sucedió con la caída de consumo del año. Y que con la comprobación de que los peores pronósticos no se cumplieron, se produjo un vuelco al consumo, que se ve con el boom turístico de esta temporada y con los “saqueos con tarjetas de crédito y débito” a los shoppings y supermercados para las fiestas.

Pero las cosas en la Argentina no son tan así. Es más, son poco así. Es cierto que hace unos 15 días, la UTDT difundió una sustancial mejora de su Indice de Confianza del Consumidor en enero, del 12,9%. Martín Tetaz lo atribuye (ver página 38) a la estabilidad del dólar lograda por el freno en seco al dólar blue que aplicó Alejandro Vanoli en el BCRA. Luis Secco, interpreta que cuando hay vacaciones mejora la predisposición del consumidor. Y le agrega el dato singular de que mejora el humor ciudadano por la perspectiva de cambio de gobierno.

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El Indice Temprano de Consumo de la ITDT mostró en cambio un retroceso interanual de 11,9% en las compras en los shoppings. Y Ecolatina informó ayer una caída del consumo de 1% en todo 2014 por la incertidumbre cambiaria y la falta de certezas sobre el empleo en un contexto recesivo.

Hay un elemento adicional que contribuiría a las vacaciones felices de todos y todas, contrario a la percepción kirchnerista. En la base está la inflación y la falta de instrumentos de ahorro. El economista Dante Sica sostiene que el boom veraniego es también una forma de escapar a la depreciación del peso. No es extraño que la Presidenta asuma el cortoplacismo del consumo como indicador de éxito. Pero preocupa que ignore el parate de la actividad y de las expectativas, que estarán ahí al regreso de la playa, cuando se vaya el bronceado.