Autos de súper lujo. Exclusiva chacra en Punta del Este. Avión a disposición. Un arsenal variado. Y 400 mil dólares en efectivo. Si encima es sindicalista (y empresario de medios no muy exitosos), el caso de Marcelo Balcedo satisface a la máxima expresión cualquier morbo periodístico.
En esta misma edición de PERFIL, el ingenioso y siempre agudo sociólogo Luis Costa describe cuánto de la sociedad moderna explica el modelo Balcedo. Y aquí se intentará desmenuzar cuántos Balcedos puede haber, al menos en el radar de Cambiemos.
Ojo, no se vaya a creer ciegamente en el discurso por la transparencia del oficialismo. Muchos de los frondosos prontuarios de los sindicalistas peronistas, apoltronados en sus sillones desde el siglo pasado, son utilizados por las autoridades, a veces, como prenda de negociación.
Lo mismo del otro lado. Algunos de los caciques gremiales no solo ayudan al Gobierno con un sentido patriótico, digamos, sino por su propia conveniencia política y personal. Esos vínculos se están lustrando más de lo habitual en estos tiempos, casualmente antes de que se trate en el Congreso el proyecto de reforma laboral.
Amén de la voluntad oficial respecto al sindicalismo prebendario y/o corrupto, la Justicia también se sube a un clima con fuertes vientos a favor para las detenciones. No es casual que ya sean tres los jefes gremiales apresados: Balcedo, ‘Pata’ Medina y ‘Caballo’ Suárez. Tampoco es una simple coincidencia que dos de ellos ejerzan en La Plata.
A propósito, la administración Vidal supo antes de la orden de captura lo que venía para Balcedo. Con su sindicato, el Soeme, ya había un preacuerdo para avanzar en la paritaria estatal de la Provincia muy por debajo de la pauta inflacionaria. Otro gremio clave con el que las autoridades bonaerenses negociaron algo similar es UPCN, cuyo titular (Carlos Quintana, junto a Scioli y al busto de Balcedo padre en la foto que ilustra esta columna) también corre altísimos riesgos judiciales en el corto plazo, según admiten fuentes platenses confiables. ¿Serán mensajes para Baradel, el conflictivo líder de los docentes?
Otros capos nacionales del movimiento obrero organizado han tomado nota de los riesgos que corren. Moyano quizá sea el ejemplo emblemático. Ocupado y preocupado por el destino de la empresa OCA, donde tiene muchos más intereses que el empleo de sus trabajadores, intenta no irritar al Gobierno, de quien depende el futuro inmediato de la compañía. Y evidencia sobreactuación, al invitar a Macri a la enésima reinauguración de un sanatorio de Camioneros, justo el día que el cacique cumple años.
No es el único gesto de llamativa genuflexión moyanista. El hijo Pablo fue acusado por un barra brava detenido (con expedientes abrumadores) de negocios espurios. Moyano Jr. apenas se defendió con el argumento de que es una operación. Hasta ayer nomás, por mucho menos se hubiera convocado a un paro camionero inmediato. Los tiempos cambian.