Una imagen vale, muchas veces, más que mil palabras. El hijo mayor de Lázaro Báez –Martín– y compañía contando dólares en La Rosadita y la valija con millones de dólares del ex secretario de Obras Públicas, José Francisco López, en el convento de las hermanas –que, ahora se sabe, no son monjas– penitentes y orantes de Nuestra Señora de Fátima en General Rodríguez son prueba de la validez de la remanida frase. A ese universo acaba de incorporarse la foto mostrando los más de 4.600.000 dólares encontrados en las cajas de seguridad que Florencia Kirchner posee en la casa central del Banco Galicia –embargados por disposición del juez federal Julián Ercolini– a los que deben sumarse US$ 1.032.144 y $ 53.280,24 depositados en otras dos cuentas bancarias de su propiedad. El embargo había sido solicitado por el fiscal Gerardo Pollicita en el marco de la causa Hotesur, que tiene –y tendrá– a maltraer a la familia Kirchner. El fiscal sospecha que, al depositar ese dinero de dudoso origen en las cajas de seguridad de su hija, la ex presidenta intentó evitar las medidas restrictivas dispuestas sobre su patrimonio por el juez federal Claudio Bonadio.
En su dictamen hay una pieza clave: se habla en ese escrito de una “matriz de corrupción” montada por la familia Kirchner y empresarios allegados como Lázaro Báez y Cristóbal López. Y señala que “el detalle de movimientos de las cuentas en dólares registradas por las nombradas en el Banco Galicia revelan cómo entre los días 3 y 4 de marzo se extraen en efectivo un total de US$ 4.664.000 y los mismos son depositados por la propia Florencia en las cajas de seguridad a su nombre con una intención que no habría sido otra que la de evitar que sean cautelados”.
En tanto, Margarita Stolbizer, sometida a una fuerte ofensiva legal por parte de la ex presidenta que tiene aires de actos de amedrentamiento, aseguró que no hay animosidad en su accionar ya que desde fines del año pasado había “denunciado las diferencias e inconsistencias de los depósitos a plazo fijo de la ex mandataria”. Una de sus investigaciones en las que basa estas afirmaciones sostiene que en el año 2011 CFK declaró ante la Oficina Anticorrupción que, luego de la liquidación de la sociedad conyugal por el fallecimiento de Néstor Kirchner, recibió la suma de $ 31.637.916 (incluyendo propiedades, empresas y dinero en efectivo y en cuentas/plazos fijos). En 2012, declaró $ 19.481.783. En 2013, declaró $ 22.467.693 en plazos fijos. En 2014, $31.035.620. En el año 2015, $ 39.878.273. Y al día de hoy en las cajas de seguridad de su hija Florencia hay en dólares más que el equivalente al total de la herencia recibida en 2011, tomando en cuenta la parte que le correspondería en su condición de hija. Para la diputada por el Gen Margarita Stolbizer, las cuentas no cierran. Más allá de lo que determine la Justicia, estas imágenes de millones de dólares acumulados en bolsas, valijas y cajas de seguridad han terminado de demoler la épica del “relato K”.
El otro hecho resonante de la semana fue el cacerolazo en protesta por los aumentos tarifarios. En rigor de verdad, el resultado parecería algo así como la crónica de una reacción anunciada. Producto del relativismo moral que la atraviesa, fue curioso observar las posturas de buena parte de la dirigencia política vernácula. Así, pues, se vio fogonear la protesta a kirchneristas furiosos que hasta el 10 de diciembre pasado lapidaban a los que salían a la calle a batir cacerolas y otros utensilios de cocina con el descalificativo de “golpistas” y/o “destituyentes”. En el otro extremo hubo en el Gobierno quienes, habiendo participado de esas manifestaciones, se empeñaron en minimizar lo ocurrido el jueves pasado.
Más allá de los reproches contra el ministro de Energía, Juan José Aranguren, la decisión acerca de la forma en que se llevaría a cabo el aumento de las tarifas de los servicios públicos –esto es, el mayor o menor gradualismo a aplicar– costó muchas discusiones internas y más de un momento de tensión entre el Presidente y varios integrantes de su gabinete. Ante los hechos consumados, nuevas voces han comenzado a aparecer para revelar su verdadera trama. “Venimos discutiendo esto desde marzo. Es cierto que las primeras propuestas del ministro eran más gradualistas, pero muchos nos venimos a enterar de eso ahora, cuando cedió a la presión y terminó pasando al otro extremo con aumentos siderales”. El que habla es un hombre que conoce bien las internas en el gabinete y sostiene que “ahora parece que todos avisaron pero nadie tuvo el peso suficiente para encarrilar la situación. Ni siquiera los discursos moderados de Rogelio Frigerio que puertas afuera tuvo que salir a poner la cara para salvar la ropa”.
¿Cómo es posible que nadie advirtiera el shock que producirían semejantes aumentos? Quizás la respuesta la encontremos en la siguiente confesión de una persona muy cercana al entorno ministerial: en los últimos días al menos dos ministros –uno del riñón macrista que acompañó al Presidente cuando era jefe de Gobierno porteño, y otro que no proviene de su entorno más cercano– le pidieron que le diera una solución definitiva al tema tarifario luego de expresar sus críticas hacia el ministro Aranguren. Según relata la fuente, la respuesta de Mauricio Macri fue tajante: “Dejen de operar contra sus compañeros. Aranguren soy yo”. En estos términos era imposible que la postura gradualista se impusiera por sobre la política de shock.
En este marco, las novedades y estimaciones económicas no ayudan. Los analistas y las consultoras nacionales e internacionales sostienen que este año la inflación llegará al 38%, la recesión será del 1% con un repunte cercano al 4% para el año próximo. Con estas estimaciones quien no la pasó bien fue el titular del Indec, Jorge Todesca. La inflación para el mes de junio arrojó un 3,1% que, si bien fue bastante menor a la de mayo, resultó mayor a la esperada por el Gobierno. Hubo toda clase de “sugerencias” y presiones para que el número se “acomode” por debajo del 3%. “Un 2,9 hubiera sido del agrado del Presidente, pero la realidad marcó otra cosa”, admitieron fuentes que estaban al tanto de esos pedidos. Ha habido en el Gobierno una subestimación de la profundidad de la crisis económica generada por la bomba de tiempo que dejó la administración de Cristina Fernández de Kirchner. Tal subestimación ha dejado en evidencia la falta de un plan económico articulado. Algo ha fallado para que, de la inflación anual del 25% pronosticada por el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, se pase a una que va a estar cercana al 40%. “Gobernar no es más que prever”, es una célebre frase de José Martí que el presidente Macri debería tener en cuenta.
Producción periodística: Santiago Serra