COLUMNISTAS
PARALELISMO

De Bolsonaro a Milei

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Variación real de sectores claves. | Infografía G.P.

Tanto la emergencia de Jair Bolsonaro como el nuevo modo de representación que ensaya Lula en Brasil, al que los analistas denominan lulismo, en apariencia de “mayor moderación”, deben interpretarse a la luz de los cambios estructurales del gigante sudamericano, y en esta breve columna señalaremos algunas claves. Las principales sirven para explicar que el efecto Bolsonaro y el bolsonarismo social –sin pretensión de ser las únicas– son el impacto de la desindustrialización y la defraudación del PT como alternativa de gobierno durante la gestión de Dilma Rousseff, impresos sobre la persistencia de discursos de ultraderecha y racistas históricos en Brasil y ahora potenciados por un exitoso manejo de redes.

Comparaciones siempre discretas, la aparición de Javier Milei debe ser interpretada a la luz de las transformaciones estructurales de la Argentina.

La candidatura de Sergio Massa, apoyada por Cristina Kirchner, debe leerse también como resultado de esas transformaciones estructurales, la primarización de la economía argentina, junto con la defraudación del gobierno del FDT, y no como el simple “deseo” de “correrse al centro o moderarse” de Cristina Fernández.

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Claves del voto a Milei

Es en este sentido en que es posible encontrar paralelismos en el “giro al centro” de Cristina Kirchner mediante el apoyo a la candidatura de Sergio Massa, que responde también al patrón de transformaciones estructurales del país, con un patrón similar al corrimiento de Lula y la aparición del “lulismo” en Brasil.

Como ya analizamos en estas columnas de PERFIL, el epicentro electoral de Javier Milei fueron los segmentos medios y medios bajos.

Ese fenómeno tiene como soporte material las modificaciones estructurales recientes observadas en nuestro país desde el inicio de la tercera fase neoliberal iniciada en el año 2016, que supuso desindustrialización y, además, el retorno de FMI para modelar la política socioeconómica doméstica con sus tradicionales planes de ajuste.

Así como en la base del “lulismo” se encuentra la desindustrialización notable de Brasil, estimamos que la modalidad de representación que hoy expresa Sergio Massa tiene soporte en la primarización agropecuaria, que aumentó notablemente durante el gobierno de Mauricio Macri. Como se ve en el cuadro, la industria, la construcción y el comercio perdieron peso en su participación sobre el valor agregado bruto de la economía respecto del peso del sector agropecuario, proceso de primarización que comenzó a revertirse en 2021, pero aún se mantiene muy lejos de los niveles de 2012 y 2013 e incluso por debajo de los de 2018. En promedio, la primarización del valor agregado de la economía fue muy profunda y empeoró un 19% durante el gobierno de Macri.

Esta primarización tuvo su correlato tanto en la precarización laboral como en la pérdida de ingresos de la población que aún no se corrigen, modelando una estructura distributiva que continuó el patrón de inequidad inaugurado por el gobierno de Macri. 

Finalmente, estas transformaciones tuvieron impacto electoral, dando soporte material a la emergencia de La Libertad Avanza y el retroceso de Unión por la Patria y Juntos por el Cambio.

En síntesis, y como sucedió en Brasil con Bolsonaro, el fenómeno de irrupción de Javier Milei tiene en su base material:

1- La primarización de la economía, aún no revertida en su totalidad.

2- La defraudación del gobierno del FDT, marcada en la crisis de ingresos que indujo el gobierno de Macri y no se resolvió en el actual y hoy atraviesa a los segmentos medios, medios bajos y populares. 

3- La persistencia a lo largo de los años de una cultura de ultraderecha en parte extendida de la sociedad, que entre sus antecedentes muestra la reivindicación de la dictadura que impregna el discurso “libertario”, que se potencia con el manejo profesional de redes. 

Dos modelos en disputa

Revertir esta base estructural que posibilita la aparición de opciones paleolibertarias será, sin duda, la tarea que deberá tenerse en cuenta si, como todo lo indica, habrá ballottage entre Sergio Massa y Javier Milei.

Un ballottage aún de resultado incierto, pero, tras el impacto libertario en las PASO, es imaginable que parte del electorado evite el sentimiento de salto al vacío y dé chances de triunfo a la alternativa popular-democrática que expresa el hoy candidato de Unión por la Patria, si es que tal sentimiento existe. 

No lo sabemos, pues como señala Agustino Fontevecchia en Buenos Aires Times: “Todavía estamos muy lejos de las elecciones generales, programadas para el 22 de octubre, y la esperada segunda vuelta, que se celebrará el 19 de noviembre. A menos que las principales coaliciones despierten, Milei podría estar en camino a la Casa Rosada”.

*Director de Consultora Equis.