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compromisos

Debo mejorar

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¿Qué hay de despectivo en decir “progre”, como tantas veces se dice? Por empezar, el apócope; para seguir, las comillas; y por fin, o antes que nada, ese aire de tibieza, de moderación, de impostura o de superficialidad que connota el progresismo cuando se lo piensa en su contraste con las posiciones más vehementes o más decididas en materia de transformación política. En el “progre”, al igual que en el “psicobolche”, se presupone por definición mayor gestualidad que sustancia, una variante siempre atenuada respecto de las colocaciones más radicales y más potentes.

Debo decir que la lectura de los viejos textos de Toni Negri me apartó para siempre del progresismo, que por otra parte nunca alcanzó a calar ni a durar en mí más que en ese breve año, por lo demás ya distante, que fue 1985; cuando efímeramente supuse que la renovación peronista (encarada, en Capital Federal, por Carlos Grosso) podía llegar a justificar mis ilusiones. Diré por otra parte que la lectura de Tesis de filosofía de la historia de Walter Benjamin me apartó, más aun, de la propia noción de progreso, esa que el progresismo requiere y contiene: la confianza en un desarrollo lineal, evolutivo, ineluctable de la historia. Ni progreso ni progresismo, por lo tanto, aciertan a definir mi talante, y si me remito a los referentes a los que quisiera emular, aunque no pueda, como por ejemplo David Viñas, el mote de “progre” sólo habrá de resultar una disminución peyorativa.

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No obstante este periódico el otro día decidió calificarme así (“progre”), tan luego en su portada, después de encomendarme la exigente tarea de entrevistar al último Premio Nobel de Literatura, de comentada visita en nuestro país. ¿Qué es lo que tengo que entender en esa atribución tan inesperada? ¿Qué es lo que están queriendo decirme? Supongo que esto: que mi formación en el marxismo no les parece todavía lo suficientemente sólida ni lo suficientemente profunda, que debo aplicarme más, leer más y con mayor esmero.
Esta tarde, lamentablemente, contraje un compromiso impostergable. Pero prometo que mañana mismo sin falta me pongo.