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Se frena la segunda economia del mundo

Deflación y parálisis política en Japón

El Banco de Japón redujo el viernes su tasa de interés de corto plazo a casi 0% (0,1%), tres días después de que la Reserva Federal de Estados Unidos hiciera un movimiento semejante, y la disminuyera entre 0% y 0,25%. La decisión de la Fed implica que, por primera vez en 15 años, el costo del dinero es ahora inferior en Estados Unidos.

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El Banco de Japón redujo el viernes su tasa de interés de corto plazo a casi 0% (0,1%), tres días después de que la Reserva Federal de Estados Unidos hiciera un movimiento semejante, y la disminuyera entre 0% y 0,25%. La decisión de la Fed implica que, por primera vez en 15 años, el costo del dinero es ahora inferior en Estados Unidos. El recorte de la tasa de corto plazo dispuesta por el Banco Central de Tokio es una reiteración, no una novedad histórica. Fue el nivel que fijó en 1999 (0%), y mantuvo hasta 2000; y lo volvió a establecer a partir de 2001 durante cinco años.

En ese período, la economía japonesa, no obstante la extraordinaria inyección de liquidez que implicaba una tasa de 0%, profundizó la depresión desatada a partir del estallido de la burbuja inmobiliaria en 1990; y también se sumergió, todavía con mayor intensidad, en el fenómeno de la destrucción sistemática y generalizada de precios (deflación), que experimentó a partir de 1998, con un ritmo descendente de 2% anual promedio.

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Japón ha vuelto a la recesión a partir del segundo trimestre de este año, con una contracción en el tercer trimestre de 0,5% con respecto al período anterior. La segunda economía del mundo se contrae entre 1,8% y 2% este año. Estas cifras implican que su contracción es más rápida y más profunda que la de Estados Unidos, epicentro de la crisis financiera internacional.

La recesión japonesa es una novedad en el último lustro: el PBI creció 2,3% anual promedio entre 2003 y 2007, arrastrado por exportaciones que aumentaron 9,8% anual. A su vez, este auge fue guiado por las ventas a China, transformada –junto con Hong Kong– en el principal mercado para los productos japoneses. Entre 2003 y 2007, el comercio chino-japonés creció 66% anual, el mayor nivel del mundo. Pero sus exportaciones se hundieron a partir del segundo trimestre de este año, con un crecimiento de sólo 0,8% anual, por la recesión en los Estados Unidos y la Unión Europea, y la desaceleración de la demanda asiática, ante todo china.

El comercio con China arrancó a Japón de su depresión estructural de 13 años –cuando el producto creció sólo 0,6% anual promedio–, y le permitió revertir la deflación (destrucción general de precios) que lo hundió a partir de 1998. La caída de las exportaciones por la recesión en el resto del G-7 y la desaceleración de la economía lo vuelve a sumergir ahora en la recesión y quizá –se sabrá al concluir el último trimestre del año– también en la deflación.

La Oficina de Planeamiento del primer ministro (Council on Economic and Fiscal Policy) sostuvo en su análisis de 2006 –Strategy in the Globalizing Economy– que “Japón sigue siendo incapaz de enfrentarse con las realidades de la globalización. Si permanece como es actualmente, pronto se encontrará aplastado por aquellos países del Asia, como China e India, de rápido crecimiento económico”.

Frente a la debilidad de la estructura doméstica, la reducción de tasas y el estímulo fiscal a la demanda resultan impotentes. Desde agosto, el gobierno del premier Taro Aso ha lanzado dos paquetes de estímulo fiscal de 170 mil y 215 mil millones de dólares, respectivamente.

En la década del 90, la política de estímulo fiscal a la demanda superó los 2 trillones de dólares; sólo en 1993, el gobierno gastó más de 320 mil millones de dólares en obras públicas. Si se compara el tamaño de Estados Unidos. y Japón –la economía del primero es tres veces y media la del segundo–, ese año el gasto público japonés fue 32 veces el norteamericano; y el resultado, en lo que se refiere a la reversión de la depresión estructural, fue nulo o negativo, salvo en lo que hace a la creación de la mayor deuda pública del mundo (170% del PBI).

Pero la mayor “debilidad estructural” de Japón no reside en su economía, sino en la política. El partido Liberal Demócrata (PLD) domina desde el retiro de Estados Unidos en 1954. Durante 50 años ha sido controlado por una pluralidad de facciones de peso similar, que eligen por consenso un primer ministro, que carece de libertad de acción y dura sólo dos años. El sistema tiende a la parálisis por el veto mutuo de las distintas facciones y la carencia de reconocimiento público del primer ministro. Taro Aso es el tercer premier PLD elegido por el partido y no por el país; y a medida que la crisis y la recesión se acentúan, la parálisis del sistema político deviene en desnuda ingobernabilidad.

La deflación es un fenómeno económico, pero su resolución es un acontecimiento político. El problema de Japón es lo político antes que lo económico.