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ARGENTINA PARTIDA

Degradaciones electorales

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Es sabido que ambas fórmulas presidenciables en Argentina para las próximas elecciones generales se han conformado a pura estrategia, sin importar que los candidatos de cada boleta no se respetaron por años y no coinciden en sus visiones más esenciales sobre la forma y el contenido de la política; para ser más precisos, al interior de cada fórmula, Fernández-Fernández, y Macri-Pichetto, se mantuvo una hostilidad cuasi constante hasta hace cuatro meses y días.

Arrancando de este inconcebible punto de partida, ¿se puede ir más lejos? Se puede.

Hoy ambas fuerzas con posibilidades de ganar intentan tomar posición acercándose a dos personajes y dos modelos de gobierno controvertidos hasta lo inconcebible.

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Hoy, señoras y señores, debemos asumir que Bolsonaro vs. Maduro parece ser la nueva disputa alrededor de la cual tomar partido frente a esta Argentina partida.

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, promulga constantemente ideas y manifestaciones racistas, misóginas y xenofóbicas, sin disimulo alguno. La mismísima Amnistía Internacional Argentina, en junio de 2019, expresó ante las políticas del presidente brasileño que “amenazan los derechos a la vida, a la salud, a la libertad”, lo mismo que  “ la retórica hostil a los derechos humanos por parte de… Bolsonaro que… estimulan la proliferación de discursos de odio, que polarizan a la sociedad y podrían legitimar distintas violaciones de los derechos humanos…”.

Por su parte, Nicolás Maduro, el presidente venezolano, pretende seguir gobernando a costa de la más cruel coacción, el hambre y la negación del Estado de derecho. El 14 de mayo último, Amnistía Internacional elevó un nuevo informe titulado “Hambre de justicia: crímenes de lesa humanidad en Venezuela” tras las interminables detenciones arbitrarias, muertes y utilización excesiva de la fuerza estatal.

Para ordenar nuestras ideas, en esta Argentina desordenada, dos líderes latinoamericanos que avalan la intolerancia y la violencia inusitadas parecen presentarse como una suerte de “guía” para nuestra clase política con posibilidades de gobernarnos los próximos cuatro años.

Miguel Angel Pichetto, candidato a vicepresidente de Juntos por el Cambio, días atrás viajó para encontrarse con el presidente brasileño, a quien elogió profundamente, con afirmaciones tales como: Bolsonaro “es un dirigente fundamental”, que, “manifestó interés, respeto, afecto por el presidente Mauricio Macri y por la Argentina”. Pichetto reconoce en Bolsonaro “un líder importante para América y un hombre fundamental en el proyecto del Mercosur”. Bolsonaro, por su parte, manifestó meses atrás el deseo de que “el pueblo argentino elija un candidato de centroderecha, como lo hizo Brasil”.

Del otro lado de la “grieta”, el primer apoyo incondicional que tuvo el presidente de Venezuela fue en abril de 2013, por la entonces presidenta de los argentinos, Cristina Fernández de Kirchner (CFK), quien solicitó que “con mucha humildad… se respeten las elecciones libres y transparentes” que llevaron a Maduro a la presidencia. Y si existió un supergesto de apoyo al presidente venezolano fue días después, cuando CFK le otorgó a Maduro “la Orden del Libertador San Martín”, una de las más importantes condecoraciones que se ofrecen a “funcionarios extranjeros que merecen honor y reconocimiento”. Por su parte, el núcleo duro kirchnerista, comandado por La Cámpora, continúa expresando su apoyo incondicional al presidente venezolano; así Andrés Larroque, en enero de 2019, afirmaba que en Venezuela se estaba organizando un “golpe de Estado” contra Maduro orquestado por Estados Unidos.

¿Podríamos concluir que un presidente neoliberal y otro estatista, con ideas y proclamas fascistas, son los referentes centrales tras los cuales se encolumnan en plena campaña electoral Juntos por el Cambio y el Frente de Todos, respectivamente? ¿Podríamos negarlo?

*Politóloga y profesora (UBA).