Por si alguien no se percató, asistimos en estos días al inicio informal de la campaña electoral 2019. Pero lo más curioso es que los principales protagonistas del poder lo hagan con libretos que lucen tan remanidos como hipócritas.
Así fue que Marcos Peña, jefe de Gabinete y de la estrategia oficialista, organizó un amable encuentro en un teatro con dirigentes propios para impulsar desde la comunicación el concepto de "cambio cultural" como valor esencial. Transparencia, verdad, libertad, optimismo y otros platos del estilo se sirvieron en el ya clásico menú amarillo de ideas, compuesto de ingredientes genuinos y otros no tanto. Por suerte el #cambio cultural fue TT, algo en lo que se esmeran.
Que esos vayan a ser los ejes de la batalla por los votos expone además cuán corridos estarán los temas económicos. Porque hasta el Gobierno prevé que no tendrá muchas buenas noticias que dar al respecto, salvo otra vez promesas que luego causan patinadas desalentadoras, sobre todo en el panorama de recesión e inflación que pareciera que va a perdurar hasta los tiempos preelectorales.
Ese temor no obturó a los empresarios que organizaron una nueva edición del Coloquio de IDEA, bajo el idéntico lema "Cambio cultural: soy yo y es ahora". De hecho se lo hizo notar en la cara uno de los expositores, el politólogo Andrés Malamud: "Estoy incómodo con el concepto de cambio cultural que se propone aquí por tres razones. Uno, está demasiado pegado al plan del Gobierno y podemos pensar que está ligado. Dos, los problemas no son morales sino políticos. Tres, el cambio cultural lo querían hacer líderes como el Che o Mao, el único cambio cultural que me parece aceptable es el que se hace en primera persona".
La simulación de muchos de los ejecutivos asistentes al Coloquio (los dueños de empresas no aparecieron) se completó con la preocupación exhibida por la corrupción que destapó el Cuadernogate. Sí, claro, nadie sabía antes de que el ex chofer Centeno los expusiera.
Para hacer cartón lleno, reaparecieron los muchachos peronistas con la farsa del "todos unidos triunfaremos" en Tucumán, con la excusa del Día de la Lealtad. Scioli, Massa, Pichetto y Barrionuevo, entre otros, tratando de erigirse en opción y sin Cristina candidata.
Al menos hay que reconocerles cierta sinceridad brutal. Amén de los prontuarios, ese tren fantasma ni siquiera parece representar un cambio cultural hacia algo desconocido.