“Aclaró –escribe Jorge Luis Borges– que un Aleph es uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos. El lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos. Si todos los lugares de la Tierra están en el Aleph, ahí estarán todas las luminarias, todas las lámparas, todos los veneros de luz.”
De manera más prosaica, menos literaria –y menos literal–, Puerto España, capital de Trinidad y Tobago, sede de la V Cumbre de las Américas, es a su modo un Aleph borgeano. No está Israel, pero sí los Estados Unidos. No está Irán, pero sí Venezuela. No están ni Afganistán ni sus cultivos de amapola opiácea, pero está México. Faltan la China y la India, pero están los puertos del continente americano que hurgan en la cuenca Asia-Pacífico. En español, en portugués, en francés y en inglés se habla de temas pensados y escritos en hebreo, en farsí, en pashto, en dari, en mandarín, en hindi.
“Estoy orgullosa de ser hija de inmigrantes”, afirmó Hilda Solís, secretaria de Trabajo de los Estados Unidos, en la clausura brindada por el Consejo Empresario de las Américas que preside el argentino Ernesto Gutiérrez, una actividad previa a la reunión de mandatarios. “Mi padre es mexicano y mi madre, de Nicaragua. Se conocieron en Los Angeles y allá tuvieron sus hijos. Soy la tercera entre mis hermanos y la primera de mi familia que pudo ir al colegio”, confió ante un público que la colmó de aplausos y que después de su intervención no cesó de sacarse fotos con ella y de pedirle autógrafos. El entusiasmo provocado por Solís, hay que decirlo, es un producto genuino del lado “correcto” de la frontera.
No es una casualidad que la directora del Departamento de Seguridad Interior sea Janet Napolitano, la primera mujer en desempeñar el cargo de fiscal general en el estado del Gran Cañón (Arizona). Cuando le tocó gobernar por dos períodos su estado, las prioridades fueron “la seguridad en la frontera, la educación de los niños y la administración de la alta y rápida tasa de crecimiento de Arizona”. Cuando el entonces presidente de los Estados Unidos, George Bush, promulgó, el 26 de octubre de 2006, la ley que autorizaba la construcción de un muro de 1.626 kilómetros en la frontera con México, dijo: “Firmo esta ley que es un paso importante para una reforma migratoria”. Barack Obama, Napolitano y Solís, es de creer, tienen otro diccionario para las acepciones de “reforma” y de “importancia”.
En el Aleph urdido por Borges están todas las luminarias, todas las lámparas, todos los veneros de luz. A veces una ausencia puede ser más llamativa que una presencia. Los reflectores de Puerto España se enfocaron en quien fuera expulsada de la Organización de Estados Americanos (OEA), organizadora de la Cumbre, en 1962, Cuba, por sus vinculaciones con los países del bloque chino-soviético, consideradas “incompatibles” con el sistema interamericano. Cuba, el cocodrilo verde, el terroncito de azúcar del compositor José Dolores Quiñones. Luego de las medidas liberalizadoras de Obama, y de las intervenciones de distintos altos mandatarios americanos, José Miguel Insulza, secretario general del organismo, anunció que en la próxima Asamblea General, que se celebrará en Honduras del 1° al 3 de junio, propondrá debatir la derogación de la resolución que suspendió la participación de Cuba en la institución, “residuo de la Guerra Fría” y que contiene referencias históricas que no concuerdan con la realidad política actual. La exclusión de la mayor de las Antillas de la Cumbre Hemisférica le permitió al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, dar un paso más allá: “Me niego a llamarle Cumbre de las Américas a esta reunión donde hay dos grandes ausentes”, subrayó, para continuar testimoniando su incomodidad dentro de un escenario en el que no deberían faltar Cuba y Puerto Rico. En el Aleph de Puerto España, un Pabo Milanés traslúcido canta “más tarde una voz amada/ gritó con mucha razón/ Cuba y Puerto Rico son/ de un pájaro las dos alas”, y millares de oyentes coralinos sentados bajo la superficie del mar irrumpieron en una oceánica ovación.
Esperar, ver qué se puede lograr, escuchar, aprender son las nuevas expresiones de la política exterior norteamericana. Los modos de la administración Obama, exteriorizados en su reciente gira europea para con aliados, antiguos enemigos y potenciales adversarios, “abren una ventana de expectativas” –para usar una expresión al tono–, que continúa de par en par luego de la V Cumbre. Hace algunos días, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, dijo que la crisis “la había creado gente rubia y de ojos azules” y que por tanto los países del Tercer Mundo no debían pagar las consecuencias.
El apretón de manos entre los presidentes Hugo Chávez, Daniel Ortega y Evo Morales, y Obama, puede ser el gesto simbólico previo al “reseteo” –préstamo lingüístico del venezolano– de las relaciones con Washington. La extensión de la reunión entre los mandatarios de la Unasur con Obama –más de dos horas– es otro signo que marcha en la misma dirección. El forcejeo entre los servicios de seguridad de Estados Unidos, Venezuela y Trinidad y Tobago a la hora de la tradicional “foto de familia” de los presidentes se inscribe en todo caso más en el estudio de la morfología de los rottweiler que en el de las relaciones internacionales.
“Del bloqueo, que es la más cruel de las medidas, no se dijo una palabra. Así se le llama piadosamente a lo que constituye una medida genocida”, escribió Fidel Castro en su columna de “Reflexiones”, y recordó que el daño de esa política “no se mide sólo por sus efectos económicos. Constantemente cuesta vidas humanas y ocasiona sufrimientos dolorosos”. No se habrá dicho una palabra en público, pero diversas fuentes confirman que Jeffrey Davidoff, asesor de la Casa Blanca para la V Cumbre, junto con otros funcionarios estadounidenses, están trabajando sobre distintas alternativas para terminar con la disposición, que por lo demás repudia el 68% de los norteamericanos, según la congresista por el estado de California Barbara Lee, actual presidenta del Caucus Negro del Congreso de los Estados Unidos.
En El Aleph, Borges dice que “ya cumplidos los cuarenta años, todo cambio es un símbolo detectable del pasaje del tiempo”. La política de Estados Unidos respecto de Cuba, “fracasada” al decir de Hillary Clinton, cumplió cincuenta. Borges no se refería a política alguna, pero en el Aleph integrado económicamente que es el mundo de hoy, todo se relaciona con algo.
*Desde Puerto España.