La repentina aceleración de las investigaciones judiciales sobre la corrupción K abrió una nueva brecha, ahora entre quienes alientan que se termine la impunidad que ya es costumbre entre nosotros y quienes, por el contrario, alertan sobre la ingobernabilidad que puede provocar esta novedosa actitud de jueces y fiscales.
El discurso de Cristina Kirchner también advirtió que esas investigaciones —que la afectan de manera protagónica— puede convertirse en una caja de Pandora, es decir puede terminar perjudicando incluso a su sucesor, Mauricio Macri, o a sus familiares.
Por eso, afirmó que Macri es “un emblema de la patria contratista”. Al final, el nudo de la corrupción K fue la obra pública; Lázaro Báez hizo su fortuna con las licitaciones decididas por el gobierno kirchnerista, pero, como recordó el ex ministro Julio De Vido, hubo también otras empresas que participaron del festín.
Claro que lo de Lázaro Báez no tiene parangón: de bancario se convirtió en millonario. No sabemos si en un “verdadero” millonario; sus denunciantes sospechan que es un apenas testaferro de los Kirchner.
En realidad, esa tensión entre justicia y gobernabilidad no es nueva; la vemos también en Brasil, donde va ganando la justicia por goleada.
Más allá de las palabras de Cristina, la base electoral de Macri luce entusiasmada con la perspectiva de una justicia para todos y todas. En este momento, parece dispuesta a soportar el peso del ajuste a cambio de que varios ex funcionarios, incluida la ex presidenta, sean investigados y condenados.
Hace apenas unos años, por ejemplo en 2011, cuando obtuvo el 54 por ciento de los votos, las denuncias sobre la corrupción K ya circulaban por todos lados. No importó demasiado en términos electorales por varios factores, entre ellos porque el país volvía a crecer.
Muchos votantes adoptaron en forma tácita un eslogan que hizo carrera entre los políticos de la región: “Roba pero hace”, que fue provisto hace décadas por el brasileño Adhemar de Barros, ex alcalde y ex gobernador de San Pablo.
¡Cómo cambiaron los tiempos! El eslogan del momento parece ser otro: “Ajusta pero juzga”.
(*)Editor ejecutivo de la revista Fortuna, su último libro es la edición definitiva de Disposición Final.