Sabemos que a cada contexto histórico le corresponde un tipo de sociedad. Es el contexto el que genera la posibilidad y lo que el hombre puede hacer es cabalgar la historia del mejor modo que le sea posible.
Esto no significa que no puedan generarse cambios, la revolución francesa o la rusa pudieron hacerse porque las condiciones históricas lo permitían. Hoy tenemos como contexto un mundo tensionado por la inflación, el coronavirus, el próximo crecimiento de las tasas de interés, más las potenciales consecuencias geopolíticas y económicas del conflicto por Ucrania. En medio de esos condicionamientos tenemos una sociedad que viene padeciendo múltiples problemas. Si quisiéramos listar cuáles se han mantenido constantes desde la vuelta de la democracia con mayor o menor grado de prioridad encontramos Inflación, Corrupción, Desocupación, Inseguridad, Pobreza. De todo esto todos están cansados.
Tenemos entonces, un electorado que es consciente de que no se puede hacer cualquier cosa y que muestra un acuerdo casi consensual de que es necesario pagarle la deuda al FMI., Pero que gran parte de la sociedad sepa que los Gobiernos no pueden hacer cualquier cosa en cualquier momento histórico, no implica que todos tengan la misma visión sobre cual debe ser el futuro ni como construirlo. En lo que la mayoría está de acuerdo es en que hay que poder salir del círculo vicioso de frustraciones. El tema es cuál es el camino. Nos encontramos entonces con dos tipos de discusiones una entre quienes discuten sobre qué tipo de capitalismo necesita nuestro país y otra entre quienes creen que las discusión no incluye al capitalismo Si analizamos la agenda de esta semana podremos ver que la mayoría de los temas que vienen martirizando a los argentinos estuvieron presentes. Un índice de inflación que supera la marca de los últimos nueve meses, discusiones respecto a quien es más corrupto y sobre el funcionamiento de la justicia. Los movimientos sociales que reclaman más planes, mejores montos y se oponen al acuerdo con el FMI. En este tema hay un claro ejemplo de que no hay respuestas claras y un ejemplo de las dificultades que genera tener sistemas de valores fuertemente disímiles En la medida que nos acercamos a la problemática vemos el alto nivel de complejidad. Mientras la movilización piquetera impedía el tránsito en el centro porteño, quienes tiene algún trabajo e intentaron transitar por el centro porteño, sentían que con los que marchan pidiendo planes nada los une.
Nosotros sabemos que los une una sociedad ha generado pobreza y no logra resolver el problema pero se trata de segmentos sociales con sistemas de valores diferentes. Unos a pesar de las penurias cotidianas saben que la discusión es dentro del sistema capitalista, los otros mínimamente no lo tienen claro. No es lo mismo pensar que un plan social pude resolver la angustia de un momento para luego reinsertarse en el sistema, a pensar que de la marginalidad social se puede salir a partir de una economía de la subsistencia. Esta diferencia es central, es un problema social y cultural. Desde fines del gobierno de Menem que venimos hablando del crecimiento de la marginalidad, luego se hizo cotidiano hablar de los “Ni-Ni”-ni estudian ni trabajan- y ahora estamos con un segmento poblacional que lleva tres generaciones sin poder pensar en la cultura del trabajo como modo de vida.
Esa población en un momento fue porcentualmente marginal pero hoy dejo de serlo. Y para insertarse en el sistema se necesitan como mínimo dos condiciones: a) que se generen fuentes de trabajo, b) generar un efecto demostración en el segmento que viene viviendo de planes que otro futuro es posible. Para resolver la generación de empleo debemos tener claro que capitalismo queremos, y cual el modo de construirlo en la coyuntura actual, para generar cambios culturales debemos tener saldada la primer discusión.
*Consultor Político.