Todos los gobiernos cualquiera sea su orientación necesitan de un clima social de tranquilidad y expectativas positivas. Sin ello es difícil gobernar. Mauricio Macri gobernó en base a expectativa hasta fines de 2017 ya que logros económicos no podía mostrar, cuando las expectativas terminaron la derrota fue irreversible. Es claro que el gobierno nacional necesita recuperarse de la derrota de noviembre y para ello precisa generar expectativas de futuro. El anuncio de que un nuevo acuerdo con el FMI está por firmarse puede darle una muy buena oportunidad para comenzar a construir ese camino de futuro. Tiene a favor un clima de opinión pública proclive a creer que el acuerdo con el organismo internacional debía hacerse y que las consecuencias del mismo serán beneficiosos para el país. Así pensaba la mitad de los electores antes del anuncio y solo un 11% creía que el mismo empeoraría las cosas. Es que la tardanza en cerrar las negociaciones luego de que Martín Guzmán diera por hecho repetidamente a lo largo de más de un año que el acuerdo estaba a la vuelta de la esquina, más las divergencias que emergían dentro del oficialismo respecto a la conveniencia o no del acuerdo no hacían más que generar incertidumbre.
Esta misma semana, mientras el dólar crecía, volvió la discusión en el seno del Frente de Todos respecto a si lo mejor era acordar o lo mejor era defaultear la deuda. Mientras el Presidente, Sergio Massa, Juan Luis Manzur, Gustavo Béliz, Matías Kulfas claramente bregaban por el acuerdo; Claudio Lozano y Leopoldo Moreau, entre otros, como representantes del ala dura planteaban que no sería grave tomar el camino contrario a ello, se sumaban los rumores de que la Vicepresidenta no terminaba de darle el aval al Ministro de Economía para que avanzara en las negociaciones. Hoy esa discusión aparece saldada a favor de quienes entienden que defaultear no mejoraría la vida de los argentinos, sino por el contrario la entorpecería. Pero no todo es un lecho de rosas, el camino recién comienza. Ni los problemas económicos están resueltos, ni el nuevo programa está terminado y además, falta el acuerdo del Congreso. Una inflación superior al 50% y una pobreza del 40% son desafíos a ser resueltos por el Ejecutivo y para ello necesita rápidamente cerrar la etapa del acuerdo y mostrar el camino que propone para resolver los grandes problemas que preocupan tanto en lo estructural como en lo cotidiano. La inflación es un factor de incertidumbre y angustia para la vida cotidiana y la pobreza atenta contra una sociedad integrada y armónica. Ni hablar de los temas vinculados al crecimiento económico.
El tema de qué sucederá en el Congreso no es menor. Allí se verá la verdad de la coherencia en el frente interno del oficialismo en el sentido de si todos los sectores deciden acompañar al Ejecutivo o hay sectores que deciden revelarse en función de ideologismos. También se verá qué sucede con la oposición que hasta ahora tenía la comodidad de oponerse a toda propuesta del Ejecutivo sin necesidad de generar propuestas alternativas. Es una oposición que tampoco la tiene fácil con el electorado a tal punto que las encuestas hoy muestran que no hay expectativas de que si Cambiemos ganara en 2023 las cosa en el país mejorarían.
Además, con una opinión pública que mayoritariamente le demanda diálogo y percibe que solo busca confrontar.
Las rivalidades internas y la falta de posiciones claras frente a los problemas también complican a los vencedores de noviembre.
Finalmente ¿cuál es la posición del frente opositor en relación a la deuda con el FMI? Si fuera gobierno ¿qué harían? ¿Avalarán lo convenido por el Gobierno o buscarán bloquear el programa con la excusa de que si ellos ganaran su gobierno estaría condicionado? Finalmente, ¿cuál es su plan? Como lo reconoció el ex gobernador Alfredo Cornejo ese plan hoy no existe. Pensar en el país no es pensar en intereses particulares. Desde esa óptica hoy son mirados los dirigentes políticos. Y tanto oficialistas como para opositores, debieran tomar nota que la mayoría de los dirigentes están cuestionados. Hoy tienen una buena oportunidad para revalorizar la acción política y al Congreso.
*Consultor y analista político.