Rafael Nadal, ante la negativa de Djokovic de vacunarse para el Open en Australia, declaró: “El mundo ha sufrido demasiado como para no seguir las reglas, él es una persona mayor de edad que toma sus decisiones. Y que tiene que pagar las consecuencias de sus decisiones. Sabía las condiciones de antemano”.
Mientras el número 1 del mundo respondía indirectamente: “Finalmente yo hago lo que quiero con mis cosas”. Ambas declaraciones me llevaron a la reflexión respecto a de qué lado estaba yo y qué tiene que ver esta discusión con nuestra cultura política.
Lo que dice Nadal parece totalmente fundado, para jugar al tenis hay reglas de juego: se juega con raquetas, la bola pueda picar solo una vez en nuestro campo, y tenemos que poner la pelotita dentro de las líneas demarcadas por el campo de juego. Entonces, nos preguntamos cómo alguien que sigue reglas dentro de una cancha sin las cuales no podría ser número 1, no las sigue en la vida cotidiana, y decide que con su vida puede hacer lo que quiera aunque pueda contagiar a otro si no se vacuna.
Como parte de nuestra cultura política está el hábito de echarle la culpa al otro
¿En qué se asemejan estos puntos de vista entre dos tenistas con lo que sucede en nuestro país? Podemos decir que en mucho, porque aquí Nadal dicen ser todos, pero de hecho, la mayoría son Djokovic. Como parte de nuestra cultura política está el hábito de echarle la culpa al otro de las cosas que pasan. También otro hábito que es el pensar que las reglas no están hechas para nosotros, sino para que otros las cumplan. Nadal habla de que alguien puso reglas y se sabe que fueron los organizadores del torneo, quienes definieron que nadie podía jugar sin estar vacunado, pero le dieron la excepción al serbio. Y estamos esperando ver qué decide Australia, país que al escribir estas líneas aún no dejó entrar al tenista.
Y esto qué tiene que ver con el acuerdo con el FMI. La pregunta es quién pone las reglas y cuáles son las excepciones.
Algunas cosas están claras. Macri tomó un préstamo con el FMI, un préstamo que no podía cumplir. El nuevo gobierno más allá de repudiar el modo en que se firmó, decidió que corresponde hacerse cargo del pago.
Hasta aquí las cosas claras. El país se endeudó, el país paga. Pero, diría el Gobierno, el FMI dio un préstamo en condiciones excepcionales y ahora no quiere hacerse cargo de la excepción. Cuando el Gobierno invita a la oposición a ser copartícipe del problema las cosas comienzan a ponerse grises. La oposición decide que ellos no deberían ser parte de la solución, y estaban por cometer lo que en tenis se llama error no forzado, hasta que apareció el gobernador Morales y les recordó que hay reglas, que pueden no gustarles el rival, pero que ellos fueron importantes generadores del problema, así que deben ser parte de la solución.
Cuando uno evita un error no forzado devuelve la pelota para el otro y le tira la presión al otro. Y así estamos mirando un partido de tenis en donde las reglas no son claras. Aunque debieran serlo. No parece serio que se esté discutiendo dónde y quiénes se juntan, no parece serio decir yo firmé, pero sabés qué: ahora embromate. Es tu problema.
Podríamos decir que el FMI es como Australia, tiene que decidir si va a aprobar el modo en que el Gobierno propone pagar la deuda y que el Gobierno es como Nadal, pero también podría convertirse en Djokovic y lo mismo podríamos decir de la oposición. La exposición del ministro Guzmán dejó dudas sobre el camino fiscal, las apreciaciones de Kicillof indican que hay sectores del Gobierno que podrían querer desandar el camino elegido. Pero cuando la oposición cuestiona todo al decir el Gobierno no muestra plan, casi está diciendo no a la próxima reunión, casi esta diciendo a la próxima reunión vamos pero no te voy a acompañar.
Me gustaría vivir en el mundo de Nadal, pero pareciera que muchos quieren el mundo Djokovic. Es probable que parte de la opinión pública deje de mirar un partido que comienza a aburrirle. Y pida que entren otros jugadores. Por ahora no hay reunión, vamos, pero no te voy a acompañar.
*Sociólogo y consultor político.