Así, es probable que en 2015 el peronismo ‘K’ sea desplazado por una alianza liberal-peronista o liberal-socialista. O por un ‘nuevo’ peronismo. Cualquiera sea el caso, el problema a elucidar es la propuesta y los medios para concretarla. Porque no será sólo cuestión de reemplazar a un gobierno de patanes incompetentes, corruptos y canallas por otro, en el mejor de los casos, de buena gente con buenas intenciones. Cualquiera resulte su color, el próximo gobierno se encontrará con un Estado hipertrofiado y corrupto; incompetente. Con un elevado déficit fiscal y la caja de jubilaciones quebrada o casi; las reservas disminuidas; una inflación y una factura energética altísimas; la producción nacional dislocada; multinacionales sin control y cuasi quiebra de las empresas del Estado. Con alto desempleo, empleo en negro y niveles de pobreza; un sindicalismo corrupto también fragmentado; mafias policiales y otras; el crimen organizado y la corrupción extendida a buena parte de la sociedad. Dando por sentado, vista la experiencia nacional y mundial, que ninguna derecha ha aportado soluciones a la crisis, cabe preguntarse qué es lo que nuestra izquierda tiene para proponer. Y aquí viene el dilema para el socialismo, la izquierda socialista. Porque la experiencia local y mundial muestra asimismo que el reformismo socialdemócrata lleva décadas cantando en el coro de las buenas intenciones y fracasando en política’.”
Esta cita de un artículo anterior (“Desafío para la izquierda”, PERFIL, 17 de agosto de 2013), nos ahorra la introducción y explica la reiteración del título. El resultado de las elecciones legislativas ha confirmado el panorama. El peronismo se encoge y despliega; tiene a unirse y a fracturarse. Hace lo de siempre: “(…) es ocioso preguntarse ahora si Massa se aliará con Scioli o irá contra Scioli con Duhalde y/o De Narváez; si todos acabarán unidos o habrá varios candidatos peronistas; si de todo eso saldrá el peronismo “M” o un frente de salvación nacional de base peronista e inspiración liberal, porque todo dependerá del resultado de las legislativas y del peligro que el peronismo perciba desde la derecha y sobre todo desde la izquierda; de un eventual frente progresista capaz de darle batalla en su base popular”. (“¿Viene el peronismo ‘M’?”, PERFIL, 15 de septiembre de 2013).
Quedó confirmado pues que una alianza de centroizquierda tendrá serias posibilidades de derrotar al peronismo-peronismo, incluso a una alianza peronista-liberal. Las amplias victorias de Hermes Binner en Santa Fe y Julio Cobos en Mendoza; la de “Pino” Solanas en Buenos Aires, entre otros signos positivos, permiten afirmarlo. Pero eso en puros términos electorales; es decir, ganar las elecciones e instalarse en el Gobierno. Igual que el peronismo. El “quítate tú para que me ponga yo” de los mexicanos.
¿Y los problemas del país; la propuesta; el programa? Aquí está el dilema del socialismo argentino, obligado a mirarse en el espejo de los reiterados fracasos de la socialdemocracia en el mundo. El del gobierno de François Hollande en Francia es el último, actual, patente, de la lista. Es por eso que la firme progresión del Frente de Izquierda (FI) en las legislativas, espectacular incluso en algunas provincias del Norte, es un dato que no debería desdeñarse. Tal como están las cosas del mundo, una propuesta de ultraizquierdas como la del FI resulta tan inaplicable como una liberal o puramente reformista, pero al menos apunta a necesarios cambios estructurales; y empieza a ser escuchada por la sociedad.
De modo que la izquierda argentina, en la que el Partido Socialista asoma como núcleo, está ante una oportunidad electoral. Pero los problemas del país y del mundo exigen un programa de cambios estructurales preciso, detallado, progresivo, con una orientación clara y apoyado por una mayoría de la sociedad.
“Dos más dos es cuatro… y una medida de tiempo” (Einstein).
*Periodista y escritor. Acaba de publicar, junto a Mario Bunge, “¿Tiene porvenir el socialismo?” (Eudeba).