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Desinteligencias

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Para el gobierno de Cristina Kirchner “no hay ninguna clase de restricciones” para que la Argentina suscriba un convenio con República Islámica de Irán. En su 40ª cumbre celebrada esta semana en Foz de Iguazú, el Mercosur firmó un acuerdo de libre comercio con Corea del Sur, India, Cuba, Egipto, Malasia, Marruecos e Indonesia, anunció otro con la Autoridad Palestina y, tras iniciar negociaciones con Siria, aprobó un tratado arancelario entre los once países.
El ministro Héctor Timerman y el futuro canciller de Brasil, Antonio Patriota, revelaron que en breve se sumarán Argelia e Irán a las preferencias comerciales. Se le preguntó a Timerman si habría restricciones políticas, dado el congelamiento de relaciones entre Teherán y Buenos Aires, tras la matanza de 85 personas en la AMIA, en 1994. Con su habitual fervor, Timerman se ufanó de que, como parte del Grupo de los 77 al que adhieren Argentina y los diez países que firmaron este acuerdo arancelario, “no hay ninguna clase de restricciones” para Irán.
Sin embargo, la Argentina tiene hondas razones para preocuparse de los planes, ambiciones y objetivos iraníes en esta región. Ya estaría radicado en Venezuela el hasta hace poco comandante del cuerpo expedicionario de Irán en Africa, enviado por la Fuerza Quds (quiere decir Jerusalén), unidad de élite del Ejército de Guardianes de la Revolución Islámica, también conocido como Guardia Revolucionaria (GR).

El desplazamiento reviste enorme gravedad: Quds es una fuerza de tareas encargada de “exportar” la revolución islámica de Irán con operaciones internacionales. Su comandante, el general de brigada Qassem Soleimani, envió temporariamente a Venezuela a Alí Akbar Tabatabaei, jefe de Quds en el Africa. Será su nueva base de acción para operar en América latina.
El gobierno del presidente Majmud Ahmadinejad mantiene intensa actividad en América latina, con particular implantación en Venezuela, Nicaragua, Bolivia y muy buenas relaciones con Brasil. Teherán compensa con creces su aislamiento tras el ataque a la AMIA de 1994. Irán y la Argentina mantienen relaciones diplomáticas casi nulas, aunque hay intercambio comercial.
La decisión de enviar a Tabatabaei a Venezuela, adoptada por el comandante de la poderosa GR, fue explícitamente endosada por el máximo líder de la teocracia gobernante en ese país, gran ayatolá Alí Jamenei, pese a la dura oposición del jefe de la Guardia, Mohammed Alí Jaafari.

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Quds depende directamente del llamado Líder Supremo, Jamenei. Según últimas evaluaciones de servicios de inteligencia occidentales, la unidad cuenta con unos 15 mil efectivos.
El Ejército de Guardianes de la Revolución Islámica (Pasdarán, o Sepáh en idioma farsi) integra las FF.AA. iraníes desde su creación, tras la revolución de 1979, con un total de 125 mil efectivos de tierra, aire y mar. Bajo su mando se encolumna la milicia paramilitar Basij (Movilización de los Oprimidos o Fuerza de Resistencia y Movilización),
con 90 mil combatientes, convertida en multibillonario emporio de negocios.
El general Jaafari (53 años) es un paracaidista de infantería con treinta años de servicio y experiencia de mando en teatros de guerra. Fue puesto en 2007 al frente de la Guardia por el propio gran ayatolá Jamenei, a quien reporta en la facción más agresivamente conservadora del régimen. El actual presidente Ahmadinejad fue miliciano de Basij y de la Guardia durante la guerra contra Irak de 1980 a 1988.
Vasto conglomerado militar y de negocios, con ramificaciones en petróleo, gas, telecomunicaciones y agricultura, y enorme proyección económica y política, esta milicia ideológico-teológica parece tener hoy más poder en Irán que el mismo clero chiita.


Estos cambios en el aparato iraní de exportación de su revolución son relevantes para la Argentina. Tabatabaei fue sacado del Africa y enviado a Sudamérica porque ser el oficial clandestino iraní responsable del contrabando de varios contenedores repletos de armas, descubierto el 26 de octubre último, así como del embarque de 130 kg de drogas, encontrado el 19 de noviembre pasado por las autoridades de Nigeria en el principal puerto de ese estratégico país africano.
Con la venia de Hugo Chávez, Tabatabaei será mano derecha del nuevo comandante de la brigada latinoamericana de Quds, Abu Al Ghassem Mohamedi, nombre probablemente ficticio.
Para los servicios de inteligencia de la Argentina es un desafío nada desdeñable. Este eficaz operador clandestino sería el mismo sujeto llamado Sayyed Tahmasebi, detenido en Nigeria por el contrabando de armas y drogas, y excarcelado a pedido del entonces canciller iraní, Manujer Motaki, luego echado del gobierno por Ahmadinejad.
El líder supremo Jamenei se negó inicialmente a que el peligroso Tabatabaei saliera de Irán, por temor a que lo arresten en su ruta a Venezuela, que, junto con Siria e Irán, operó durante tres años una extravagante ruta aérea cubierta por la compañía Conviasa conectando Caracas, Damasco y Teherán.

Los sospechosos vuelos semanales para un turismo inexistente fueron cancelados en septiembre pasado. Les resultaba arduo a los regímenes involucrados lidiar con una imputación escalofriante: Chávez usó esos vuelos para transportar pertrechos a Hamas y Hezbollah, así como para infiltrar operadores iraníes en diversos sitios.
El comandante de la GR, Jaafari, para quien el escándalo en Nigeria humilló a Irán, objetó fuertemente el traslado de Tabatabaei que, junto con Soleimani, puso al desnudo la actividad operativa clandestina del fundamentalismo iraní en el Africa, dejando embarazosamente al descubierto redes y negocios de los servicios de Ahmadinejad.
Tabatabaei puede aportar, desde Quds, masa crítica (armas y entrenamiento) a infraestructuras clandestinas hoy durmientes en América del Sur. La milicia iraní tiene cierta presencia en Panamá, Colombia y la triple frontera Brasil-Paraguay-Argentina. Nada de esto parece resultar preocupante para Cristina Kirchner, Timerman o el jefe de la inteligencia estatal, Francisco Larcher.