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ECONOMISTA DE LA SEMANA

Después del temblor, hablar del desarrollo

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En la urgencia. Las pantallas de la City, postal argentina. | cedoc

La economía requiere como condición ineludible la implementación de marcos macroeconómicos consistentes, para sostener los equilibrios externos, fiscales y de financiamiento, con la estabilización de la economía. Disminuir la volatilidad viabiliza ocuparse de lo más importante: el desarrollo inclusivo. Una estrategia de desarrollo debe incluir explícitamente el fortalecimiento de las capacidades empresariales, con incentivos y reglas de juego que propendan a las decisiones de inversión en el largo plazo, el aumento de la productividad y la creación de empleo.

La evolución de los agregados macroeconómicos en el período 2012-2019 dan una caída del PBI, con un fuerte impacto negativo en las fuentes del crecimiento por parte de las inversiones y las exportaciones. A su vez, la mayor preponderancia del consumo es abastecida por el crecimiento de las importaciones, que afectaron negativamente al superávit comercial externo y a la creación de empleo. Este compartimiento poco alentador de las inversiones en esta etapa reciente acentúa un rasgo estructural de la economía en el largo plazo. El coeficiente promedio anual de la serie de inversiones desde 1950 hasta 2018 como porcentual del PBI a precios corrientes es de solo el 16,61%. En el período 2012-2018 es del 15,34% promedio anual. Las estimaciones para 2019 dan una importante disminución, que está explicada mayormente por las maquinarias y equipos, mientras que la caída de la inversión en construcción fue menor.

A los inicios de la nueva gestión del Gobierno, en diciembre de 2015, se esperaba la denominada “lluvia de inversiones”. Las cifras evidencian un proceso muy distinto. Estos bajos desempeños agregados de la inversión, sin embargo, son resultado de dos sectores notablemente heterogéneos: 1. Sectores competitivos y con marcos regulatorios, con una actitud proactiva inversora, 2. Sectores alejados de la competencia internacional.

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1. Sectores competitivos y con marcos regulatorios: están caracterizados por fuertes desarrollos de capacidades competitivas previas que tienen una posición de mercado con alto valor y con activos específicos hundidos muy significativos (maquinaria y equipos, activos tecnológicos, marcas, recursos humanos, etc.) que los ubican cerca de las mejoras prácticas internacionales. Su estrategia de negocios combina valorizar esta posición de mercado, junto con el flujo de retornos esperados. Si dejan de invertir pierden competitividad y el valor de riqueza de la empresa se erosiona rápidamente. Son los sectores que explican gran parte de las exportaciones, de los gastos de innovación, y reclutan el empleo de mayor calificación. Simultáneamente, el gobierno actual adecuó los incentivos y dio marcos regulatorios que le han dado horizontes más largos y previsibles, con incentivos e instituciones más favorables. Es de destacar: 1) marcos regulatorios, mercados, precios, acuerdos sindicales, en petróleo y gas no convencionales y energías renovables; 2) renovación y ampliación de los incentivos a los servicios basados en el conocimiento; 3)  desarrollo de infraestructura de aeropuertos y líneas de aviación para el turismo; 4) permiso para la exportación de carnes y granos, con el desarrollo de negociaciones internacionales; 5)  regulación de la industria automotriz; 6)  impulso a proyectos mineros (litio, oro, cobre, uranio); 7) expansión de la infraestructura: telecomunicaciones, ferrocarriles, puertos, movilidad urbana, rutas.

2. Sectores de menor competencia: están caracterizados por estar alejados de las mejores prácticas internacionales, con problemas de escala y economías de especialización, factores que se agravaron desde 2011 por el escaso dinamismo de las inversiones y mejoras de productividad. Tienen activos específicos, con posiciones de mercado no valorizadas, que requieren de fuertes procesos de inversión. Para su actualización no es suficiente el esfuerzo individual de la empresa. Influyen notablemente condiciones sistémicas que se han agravado. El Gobierno las reconoce y tiene como objetivo revertirlas, pero sus resultados aún no están. Aumentos de costos logísticos, fuerte crecimiento de la presión impositiva, aumento del ausentismo laboral y de los costos de litigio, escasos proveedores especializados son, entre otros, factores que traban las decisiones de inversión. A su vez, toda estrategia de negocios requiere de su financiamiento, y el mercado de capitales está muy alejado de dar instrumentos, tasas y acceso para el proceso de inversiones. Simultáneamente, falta articular un mensaje que mejore la confianza y expectativas, y una estrategia para fortalecer a estos sectores.

La evolución de las inversiones en construcciones desde 2016 tuvo algunos elementos distintivos. Por una parte, la construcción privada fue favorecida, particularmente en 2017, con los créditos hipotecarios y la disponibilidad de los fondos del blanqueo impositivo, de alrededor de 100 mil millones de dólares, ya que los fondos no atesorados tuvieron un destino privilegiado en la actividad constructora. Este financiamiento determinó que la crisis del sector, a partir de abril de

2018, impactara fuertemente en la actividad, pero con ajustes menores en los precios de las propiedades. Por otra parte, la inversión en construcción pública se frenó con las dificultades macroeconómicas, que afectaron el financiamiento propio y la estrategia de la participación privada en los PPT. Sin embargo, en aspectos cualitativos se destaca una mejora significativa en los procesos licitatorios y ejecutorios, con fuerte impacto en la reducción de costos, calidad de las obras y cumplimiento de los plazos.   

Poner todos los incentivos y disminuir las incertidumbres para fortalecer el proceso de inversiones es uno de los pilares de un desarrollo sustentable. La seguridad jurídica es fundamental para determinar los derechos de propiedad. Pero no es el único determinante de la decisión inversora. Invertir es tomar una decisión en el presente que compromete el futuro. Invertir impulsa difundir externalidades positivas a través de la generación de riqueza, empleo y capacidades empresariales en la producción de bienes y servicios. Es necesario transitar una dinámica de cambio estructural aún ausente. Las experiencias exitosas muestran que la articulación de los esfuerzos privados y los instrumentos de política pública juegan un papel central para generar las condiciones de inversión.

* El autor es profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y Profesor y Miembro del Consejo de Dirección de la UTDT.