Faltan 41 días. Serán días calientes los que nos conducirán al 28 de junio, fecha de las elecciones legislativas. En una campaña pasa de todo y, ésta no habrá de ser la excepción.
Los asesores de prensa de Néstor Kirchner están trabajando a full. Le han aconsejado un cambio de actitud. Le han pedido que, durante los días que dure la campaña, abandone el tono agresivo y apocalíptico con el que erizó la sensibilidad de una parte significativa de la ciudadanía en las últimas semanas. Está visto que el “nosotros o el caos” no funcionó. ¿Significa eso que Néstor Kirchner cambió? Nada de eso.
En estos días se escuchó a un ex presidente en funciones con otro tono. Un tono calmo. Tanto en los dos cómodos reportajes que concedió como en su discurso de lanzamiento en el Teatro Argentino de La Plata, apareció un hombre mesurado, amplio y comprensivo. Habló de discutir modelos. ¿Es ése el real Kirchner? “Claro que no”, responden varios de los que lo sufren a diario en su tarea de ex presidente en funciones. La contradicción surge al primer paso. Así pues ante el desafió de la oposición a un debate por televisión, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, salió el miércoles a desestimar esa posibilidad.
Es que el Néstor Kirchner de la realidad del poder es un hombre intolerante y egoísta no sólo con los opositores sino también con muchos de los integrantes de su gobierno.
A pesar de todo esto, hay una realidad que ya marca un cambio en el esquema del poder que supo armar el kirchnerismo.
Eso se debe a la presencia de una figura por la cual el matrimonio presidencial nunca tuvo mucho afecto y de la que ahora se ha encontrado con una dependencia que nunca imaginó: Daniel Scioli.
El gesto más elocuente de esa dependencia fue el inesperado elogio que Néstor Kirchner le dispensó a su ex vicepresidente durante el acto del jueves último. Todo un dato a la luz de la humillación pública a la que lo sometieron tanto el ex presidente en funciones como la Dra. Cristina Fernández de Kirchner en sus tiempos de senadora.
En efecto, el gobernador de la Provincia jugó un papel clave para lograr el sí de muchos intendentes oficialistas que, conscientes del disparate de las candidaturas testimoniales, se resistían a aceptarlas. El último esfuerzo lo debió realizar Scioli para convencer al intendente de Mar del Plata, Gustavo Pulti, quien se mostraba remiso a aceptar su participación en este verdadero mamarracho.
La presión del gobernador, por un lado, y el circunstancial colapso del sistema de suministro de agua a una parte significativa de la Feliz, por otro, dejaron a Pulti sin ninguna otra opción que la de aceptar: necesita con urgencia fondos para encarar obras que solucionen la emergencia de la precariedad del sistema de agua corriente.
Así y todo, la presión de Daniel Scioli no alcanzó para lograr convencer a dos intendentes clave: uno, el de La Plata, Pablo Bruera; el otro, el de Bahía Blanca, Cristian Breitenstein. Los dos tienen muy buena imagen en sus comunas y no estuvieron dispuestos a mancharla participando de una maniobra que rechazan. Saben que al haber actuado como lo hicieron se exponen a un castigo y que eso significaría la falta de fondos para hacer frente a la gestión.
Intuyen, sin embargo, que más allá de un triunfo que pudiera obtener Néstor Kirchner, el retroceso del kirchnerismo en todo el país parece inevitable y que habrá un nuevo escenario en el firmamento del Partido Justicialista en el amanecer del 29 de junio.
La maquinaria electoral del Gobierno, en tanto, está a full. Se anuncian aumentos para los estatales. La necesidad de aumentos salariales es algo indiscutible. La inflación, si bien no está descontrolada, supera con holgura los índices de fantasía del INDEK.
Ahora, lo curioso es que éste es el mismo gobierno que le viene negando a Hugo Moyano la carta libre para una negociación paritaria de los sectores privados.
El ex presidente en funciones camina por barrios pobres del segundo cordón electoral. Allí besa a chicos y ancianos pero se encuentra con muchos más reclamos de los que algunos suponen. La respuesta es rápida y esa persona es enviada a hablar con algún funcionario de Desarrollo Social que se hará cargo del caso. Así, Néstor Kirchner dispone del aparato estatal para hacer campaña. Estamos hablando de fondos y de bienes públicos.
Esto supera lo que protocolarmente le corresponde por su condición de “primer damo”.
El Dr. Kirchner será electo diputado y va a asumir. Quien no va a asumir la diputación es Daniel Scioli. “La verdad es que a Scioli ni se le cruza por la cabeza la posibilidad de abandonar la gobernación. Por eso va a mantener la indefinición y todas sus declaraciones tendrán la constante de la ambigüedad”, afirma alguien que pasa la mayor parte de su día laboral al lado del gobernador de la provincia de Buenos Aires. Lo mismo hará la mayoría de los intendentes bonaerenses que encarnan las candidaturas testimoniales.
En la oposición las cosas también están complicadas. La relación entre Francisco de Narváez y Felipe Solá no es buena. Solá se queja en público y en privado de que no lo invitan a participar de la campaña. “Llegamos hasta el 28 de junio. Después veremos”, afirman en las cercanías del ex gobernador de la Provincia. De Narváez se ha apropiado del manejo de la estrategia proselitista. La masa de dinero de su bolsillo que está corriendo debería ser objeto de un control más estricto. Esta es otra enseñanza de esta campaña.
El hecho de que un candidato disponga de su fortuna para volcar a la actividad proselitista debería también estar sujeto a los mismos límites que el dinero de otras proveniencias.
De lo contrario, se abriría un peligroso precedente que dejaría a los dirigentes que no poseen un patrimonio personal holgado en una desventaja nociva al concepto de igualdad de oportunidades que también debe resguardar un proceso electoral.
“El problema entre De Narváez y Solá no radica tanto en las diferencias sino en la falta de diálogo entre ellos”, reconocen desde los dos lados del PRO-peronismo bonaerense. Desde las entrañas del macrismo tratan de bajar los decibeles de la disputa.
En la semana las diferencias aparecieron en la superficie a propósito del caso de Aerolíneas Argentinas. En el Congreso, De Narváez votó en contra de la renacionalización de la línea aérea de bandera mientras que Solá lo hizo a favor.
Algo más. Mauricio Macri también opinó sobre el tema. Sus declaraciones fueron penosas. “Estaba en el aire. Fue evidente que salió a opinar sin tener conocimiento del tema”, confiesa un hombre que ocupa un despacho cercano al del intendente de la Ciudad de Buenos Aires.
En el Acuerdo Cívico y Social la semana fue un poco más tranquila. De todos modos, ahí hay tensiones latentes. Una de ellas es la que mantiene Margarita Stolbizer con Elisa Carrió.
El universo de las encuestas bulle. El análisis que va más allá de los números nos acerca a una realidad social inquietante. En la encuesta que hoy publica PERFIL, Kirchner está adelante con una ventaja de poco de más de dos puntos. En la de Artemio López, Kirchner supera a De Narváez por cinco puntos. En la encuesta que maneja el PRO, Kirchner también gana. En el esquema que comparten las diferentes consultoras el panorama es más o menos parecido.
En el primer cordón, puntea De Narváez.
En el segundo cordón, lidera Kirchner.
En el tercer cordón, las cosas están parejas.
En el interior de la Provincia, la disputa es entre De Narváez y Stolbizer, quien viene creciendo.
Pero, más allá de estos números, está la realidad sociopolítica de lo que se vive sobre todo en el segundo cordón. Allí reina la confusión. Mucha gente no sabe qué se vota ni a quién se vota. Muchos creen que Néstor Kirchner es todavía presidente. A De Narváez aún hay mucha gente que no lo conoce. A Macri lo conocen casi todos. Su paso por la presidencia de Boca cuenta y mucho. Solá pesa poco.
Muchos, al ser consultados, dicen que votarían por Michetti. Por eso es que De Narváez va a hacer campaña con Macri y con Michetti y menos con Solá.
Hay una gran indecisión y volatilidad en el voto. Por lo tanto, si las tendencias se mantienen como hasta ahora, habrá un final abierto que se dirimirá en el último minuto.
De ahí que el control y trasparencia del acto comicial sean claves.
Otro dato relevante: un porcentaje alto de quienes viven en el segundo cordón no mira programas políticos ni lee diarios.
Su único contacto con la política, en estos días, es “Gran Cuñado”. Y lo impactante de esto es que ya hay en marcha encuestas destinadas a evaluar el efecto electoral de esta creación de Marcelo Tinelli.
Alguna vez buena parte de la dirigencia política deberá sentarse a analizar cómo es que se llegó a esto que bien podría pertenecer a una novela de Gabriel García Márquez.
Producción periodística:
Guido Baistrocchi