COLUMNISTAS
opinión

Dilemas internacionales de Corea del Sur

20220918_joe_biden_yoon_sukyeol_sur_corea_afp_g
Washington y Seúl. El presidente Yoon Suk-yeol se acerca a Estados Unidos. | afp

La particular ubicación geográfica de Corea la convirtió en el escenario de sucesivos enfrentamientos entre potencias marítimas y terrestres, primero de alcance regional y luego de envergadura global. Esto se verifica hoy en el contexto de la contienda global entre EE.UU. y China, ante lo cual Corea del Sur debe decidir qué enfoque estratégico adoptar, sin dañar en el proceso sus delicadas relaciones con Corea del Norte, Rusia y Japón.

Los primeros enfrentamientos fueron entre una potencia marítima regional –Japón–, con las diferentes dinastías que gobernaron una potencia terrestre regional –China–. Dos importantes episodios fueron la  invasión japonesa en el siglo XVI y la invasión  por parte de la dinastía china Qing, en el siglo XVII. Luego de siglos en los que la dinastía imperial coreana Joseon gobernó en condición de Estado clientelar chino y después de la victoria de Japón en la guerra sino-japonesa (1894), China cedió la soberanía sobre Corea a Japón, que la convirtió en colonia desde 1910 a 1945 – fin de la Segunda Guerra Mundial–. Entonces, Corea se convirtió en un teatro de enfrentamiento entre dos potencias mundiales:  EE.UU –marítima–, y la Unión Soviética – terrestre–, que dividió la península en dos: una Corea del Sur bajo el dominio norteamericano, y una Corea del Norte bajo dominio soviético. Este enfrentamiento, en el contexto de la Guerra Fría, alcanzó su pico con la Guerra de Corea (1950-1953). Así, desde 1945, Corea del Sur pasó a perder su condición peninsular, convirtiéndose en los hechos en una isla, sin contactos o lazos terrestres con el continente asiático. 

A partir de la finalización de la Guerra Fría en 1990, y luego del espectacular desarrollo económico de Corea del Sur, ésta se fue convirtiendo nuevamente en un terreno de rivalidad económica y estratégica entre dos potencias mundiales: EE.UU. –marítima– y China –terrestre–. Ante esto, Corea del Sur debate si debe elegir entre China, su socio de cooperación estratégica, o EE.UU., su único aliado militar. Mientras que EE.UU. la presiona para contener el ascenso de China, China le demanda permanecer neutral. Por ello, Corea del Sur persigue el objetivo de no provocar innecesariamente tanto la retaliación económica como el antagonismo militar de su gigante vecino, cuyo ejército hizo retroceder a norteamericanos y coreanos hasta el paralelo 38, en la guerra de Corea. En lo económico, un 26% de las exportaciones coreanas van a China, y hay alrededor de 20 mil empresas coreanas operando en ese país, generando un nivel de cooperación en semiconductores y baterías eléctricas que preocupan a EE.UU.  Quizas el conflicto más importante recientemente es la instalación de misiles defensivos norteamericanos Thaad en Corea del Sur en 2017, lo que llevó a China a boicotear el consumo de productos coreanos –como Hyundai, Kia y Lotte– y el turismo chino a Corea del Sur. Ante esto el ex presidente Moon Jae-in se comprometió a no instalar misiles adicionales. Sin embargo, el gobierno del nuevo presidente Yoon Suk Yeol, declaró que este asunto es “no negociable”, y que piensa instalar una base adicional para los misiles Thaad cerca de Seúl. 

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Por su lado EE.UU. presiona a Corea del Sur a que sea más expresivo en materia de los “valores compartidos”, y en particular con respecto a los DD.HH. en el caso de China, y para que se una a los esfuerzos de desvincular a China de ciertos campos del comercio e inversión internacional. Uno de los más recientes es la idea de la Alianza Chip 4 –junto a EE.UU., Japón y Taiwán–, con el objetivo de mantener en raya la incipiente industria china de semiconductores y garantizar la cadena global de suministro de estos. Además, EE.UU. presiona para que Corea del Sur se una a la alianza militar –QUAD-EE.UU., Japón, Australia e India– para garantizar el libre tráfico marítimo en el Indo-Pacífico, lo que Corea del Sur considera posible a mediano/largo plazo. Este pedido es importante, viniendo de su único aliado militar, con el que pelearon juntos en la Guerra de Corea, y que mantiene 28,5 mil soldados y 15 bases militares en su territorio. Sin embargo, Corea del Sur ha preferido en general mantener el statu quo y ser lo más neutral posible. Seúl cree en la no interferencia en los asuntos internos de otro país, y está alineado con el concepto de “Una China”, lo que limita sus grados de acción. 

Con  Corea del Norte, Seúl debe lidiar con un país hermano/enemigo que  toma riesgos desproporcionados a sus capacidades, elevando las probabilidades de tener otro enfrentamiento militar en la península. Ante esta amenaza, un objetivo de Seúl a mediano/largo plazo es el de establecer una península unida, en paz y desnuclearizada. Con esto en mente se firmó un tratado de no agresión, reconciliación, intercambio y cooperación en 1992, y hubo rondas de cumbres coreanas en 2000, 2007, y 2018. Dos objetivos importantes son recrear la conexión terrestre con el continente, reconstruyendo el sistema ferroviario, y establecer conexiones energéticas con el mismo. Pero Seúl esta consciente de que si Corea del Norte abandona su plan nuclear, probablemente esto llevaría a la desintegración política del régimen de Pyongyang. También tiene claro que necesita la ayuda de China para moderar las conductas de Corea del Norte. Por otro lado, y a diferencia de Seúl, ante el conflicto ruso-ucraniano, Ucrania ha roto relaciones diplomáticas con Corea del Norte, por reconocer la independencia de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk. 

Las relaciones diplomáticas con Rusia se normalizaron en 1991, luego de la caída de la Unión Soviética. Hasta ese momento existió una gran desconfianza por parte de Corea del Sur hacia la potencia que ocupó Corea del Norte en 1945, como también de parte de la URSS, a causa de las bases militares norteamericanas que había en Corea del Sur. En la actualidad, ambos son parte de los seis países que buscan una solución a la situación de Corea del Norte. Y en lo bilateral, existen proyectos de exploración de gas en Irkutsk con inversión coreana, y para la creación de un ferrocarril inter-coreano, que conecte con el transiberiano. Por otra parte Rusia da un vital apoyo el programa espacial coreano. Sin embargo, Rusia incluyó recientemente a Corea del Sur en la lista de países no amigos. Esto se debe a que Corea del Sur se sumó a la condena de la invasión rusa de Ucrania, y también a las sanciones de parte de las naciones occidentales, aunque sin generar sanciones propias. 

La relación de Corea del Sur con Japón está todavía influenciada por la época donde Japón colonizó Corea (1910-1945), donde se sufrió la descoreanización cultural del país, hasta el punto de denominar lo que era el mar del Este para los coreanos, como mar del Japón. También se sufrieron fenómenos como trabajos forzados y hasta sexo forzado, considerados como una enorme afrenta. Corea no parece creer que recibió una disculpa genuina y sincera de Japón, más allá de los reconocimientos parciales y puntuales, y del Tratado de 1965 que reconocía compensaciones de parte de Japón por asuntos de propiedad y de reclamos económicos individuales.  Pero la Corte Suprema de Corea del Sur, dictaminó que Japón debía compensar a los individuos coreanos por crímenes de guerra y lesa humanidad. Esto llevó a que Japón implementara sanciones comerciales limitando las exportaciones de materiales para semiconductores a Corea del Sur, y Corea haya reaccionado, congelando los activos japoneses en Corea. Ni los esfuerzos o recomendaciones norteamericanas, incluyendo los de Biden recientemente, alcanzaron para que Corea y Japón se reconcilien. Hay esperanza que con los nuevos líderes –el coreano Yoon Suk-yeol y el japonés Fumio Kishida– y bajo la influencia directa norteamericana, esto pueda ocurrir.

En este contexto internacional,  Corea del Sur debe decidir qué camino tomar. Este país de 52 millones de habitantes y 1.797 mil millones de dólares es hoy la décima economía y la sexta potencia militar a nivel mundial. A su vez China representa el 25% de su comercio, mientras que EE.UU., el 12% y Japón, el 7%. Afortunadamente Corea del Sur no depende del sistema de comunicaciones 5G chino.  Adicionalmente, Corea del Sur es hoy el onceavo país en términos de “soft power”, como lo testimonian la película Parasite, la serie El Juego del Calamar, y los exitosos grupos musicales de K-pop. Según el ex asesor presidencial de seguridad y relaciones exteriores Moon Chung-in (2017-2021), Corea del Sur tiene cuatro opciones estratégicas:  1) el balanceo pro norteamericano, 2) subirse al carro chino, 3) una política autónoma e independiente, y 4) mantener el status quo.  Ante estas opciones Corea del Sur se mueve entre el trabajoso proceso de mantener el status quo, y una tendencia hacia el balanceo pro norteamericano, que parece personalizar el nuevo presidente Yoon Suk-yeol. 

La preocupación con respecto a la estrategia de mantener el status quo es que ésta funcionará mientras las relaciones entre China y EE.UU. se mantengan razonables, pero peligrará si éstas se deterioran considerablemente. Ante esas importantes decisiones estratégicas, es relevante notar que los gobiernos coreanos acuerdan siempre las grandes líneas de acción con la oposición, en el Parlamento.

*Analista internacional.