Dice Daniel Kahneman, Premio Nobel de Economía, al que ya he citado varias veces, que la idea de que el futuro es impredecible es debilitada cada día por la facilidad con que explicamos el pasado.
Nuestra tendencia a construir y creernos las narraciones del pasado hace que nos resulte difícil aceptar los límites de nuestra capacidad predictiva. La ilusión que entendemos el pasado fomenta el exceso de confianza en nuestra capacidad para predecir el futuro. ¿Se lanzará finalmente Cristina?, ¿Macri será candidato?, ¿Massa podrá bajar la inflación?, ¿Vamos a una devaluación fuerte?
Todo esto y mucho más hoy no tiene respuesta, y felicitaría a quien me la pueda dar, pero sin dudas son las preguntas sobre el futuro mediato e inmediato. De cuál sea la respuesta a cada uno de los interrogantes se derivan escenarios diferentes para 2023. El domingo comienza el Mundial y, en apariencia, la vida entra en suspenso. Todo comienza a tener color celeste y blanco. Los cinco goles del partido del miércoles pasado alientan la ilusión de que al fin Messi traiga la copa. Las novedades sobre la selección argentina compiten en los portales de noticias con la información económica, política y judicial. Hay muchos dirigentes pensando que los próximos treinta días de Mundial, más las fiestas de fin de año, más el verano, abren un paréntesis en la mirada sobre la política.
En el oficialismo esta mirada se convierte en esperanza si a la Scalonetta le va bien, ya que permitiría que 2022 termine en fiesta popular y el 2023 comience con menos bronca. Y una mirada menos crítica sobre los tres años de gestión. Y si se le puede sumar un descenso de la inflación, aunque sea leve, mejor.
Algunos en la oposición creen que, si a la Selección la va mal, el clima social empeoraría y además le daría tiempo para arreglar sus internas las que, al igual que el oficialismo, se muestran sin pudor.
El último lunes, en paralelo, Mauricio Macri y Rodríguez Larreta competían a la misma hora por el rating en dos canales amigos. Claramente expresaban dos formas de pensar las cosas. Claro que de esas competencias no siempre se sale indemne. El gafe del ex presidente sobre la raza superior alemana, que fue leído como una confusión entre fútbol con los valores en que sustentó el nazismo, debiera ser una alerta de que la tensión política los lleva a cometer errores, de los que se pueden arrepentir. No fue Macri el único que confundió política con deporte.
Algunos en la oposición creen que, si a la Selección la va mal, el clima social empeoraría y además le daría tiempo para arreglar sus internas las que, al igual que el oficialismo, se muestran sin pudor.
La ministra de Trabajo Kelly Olmos también tuvo que salir a aclarar sus dichos sobre priorizar el triunfo en el Mundial o bajar la inflación. Hablando de tensiones, el susto que se pegó el Presidente en Bali, como él mismo lo relata, es en parte fruto del nivel de estrés en el que Alberto Fernández desempeña su labor. ¿Y si le hubiera sucedido igual que a Cristina durante su presidencia, durante la cual debió operarse y estar un tiempo alejada del Gobierno?, ¿qué hubiera sucedido? Como vemos, los acontecimientos inesperados pueden cambiar el desarrollo de los hechos. Si, como decía el Premio Nobel, nos hubiéramos guiado por la historia, basándonos en lo que sucedió luego de la muerte de Néstor Kirchner, donde creció fuertemente la imagen de Cristina, un razonamiento posible era pensar que luego del atentado contra su vida hubiera sucedido algo similar. Y ello no sucedió.
Sin embargo, a pesar de ese dato, el kirchnerismo lee que la vicepresidenta está suficientemente fortalecida como para que se cante a viva voz: “Cristina Presidente”. El día en que Massa anunció el lanzamiento de Precios Justos también apareció la lista de los seleccionados por Scaloni para jugar el Mundial. En los portales y en las tapas de los diarios la noticia deportiva estaba más resaltada que lo que sucedería con el acuerdo de precios.
Sin embargo, mientras estemos mirando los partidos, seguro que antes o después iremos a comprar algo y conectaremos inmediatamente con lo que sucede en nuestro bolsillo. Y, si la Justicia decide en el mismo período de tiempo fallar a favor o en contra de Cristina, los núcleos duros de ambos lados se pondrán en movimiento. Me quedo entonces con pensar que estamos en un momento en que todo puede cambiar, aunque veamos el mundo celeste y blanco.
*Consultor y analista político.