Los antecedentes del emotivo match de polo que ayer ganó La Dolfina en chukker suplementario ante La Ellerstina se remontan a Asia, luego de la domesticación del caballo por las tribus iraníes, antes del reinado de Darío I el Grande (521-485 AC) y la fundación del Segundo Imperio Iraní. En el arte de la miniatura indo-persa, durante el reinado de los grandes mongoles, pueden advertirse referencias claras: jinetes esgrimiendo tacos, arcos lejanos, los ayudantes, etc.
Algunos reivindican a China como el lugar de inicio del polo, sin embargo, lo más probable es que haya sido llevada allí por los nobles iraníes que allí buscaron asilo a raíz de la invasión árabe. Cerámicas chinas de las más remotas dinastías muestran jinetes al galope en posición inequívoca de golpear una pelota con tacos. Durante el gobierno de Ming-Hung, amante de las actividades ecuestres, el polo tuvo difusión en la clase dominante, tanto que en varios escudos de armas chinos pueden apreciarse tacos de polo. Todo indica que su expansión llegó también al Tíbet, como lo evidencia que su nombre proviene de “pulu” que significa “pelota” en tibetano.
Cuando a mediados del siglo pasado Inglaterra extendió su dominio colonial a las tierras del Asia, sus oficiales lo adoptaron como propio y le dieron un reglamento, porque para los nativos no había límite de espacio ni de tiempo, como tampoco en el número de jugadores participantes. Rápidamente se extendió a los países bajo influencia británica. Entre ellos el nuestro, donde se desarrolló notablemente a favor de la facilidad para su práctica que daba la posesión de una estancia en la pampa donde los caballos encontraron su medio ideal. Ello le dio una constitución familiar cuasi endogámica que se perpetúa aún en nuestros días. Por ello hay hermanos en varios de los mejores equipos: los Heguy en dos de ellos, los Merlo, los MacDonough, los Pieres, los Novillo Astrada. Ayer había cuñados como contrarios: Aguerre en la Dolfina y los Pieres en Ellerstina.
Pagos locales. La práctica del polo en la Argentina sigue siendo esencialmente amateur aun para los mejores polistas, ya que ganar torneos no significa premios en dinero. En cuanto al aporte de los sponsors y los modestos viáticos que la Asociación Argentina de Polo les otorga no alcanzan a cubrir los ingentes gastos que significa el polo de altísimo nivel como el que pudo verse ayer en la final del Abierto de Palermo. Cada jugador del Abierto debe tener, por lo menos, 20 o 25 caballos pues la exigencia es cada vez mayor, tanto que es habitual que durante cada chukker cambien de monta una o dos veces, lo que hacen velocísimamente, saltando de montura a montura, sin necesidad de suspender el juego. Los polistas de excelencia ganan dinero en el exterior cuando son contratados para mejorar los equipos norteamericanos o europeos habitualmente sponsoreados por ricos aristócratas o empresarios que se dan el gusto de jugar con un Novillo Astrada o un Heguy a pesar de lo precario de su propio juego. Y compran yeguas de los jugadores nuestros, que alcanzan los 100.000 dólares cuando se trata de un animal montado por un alto handicap en Palermo. Aunque estos prefieren guardar para sí las mejores, un lote en Argentina y otro en el exterior, pues de no hacerlo su juego bajaría de nivel. Que es lo que sucede con polistas de 5 o 6 golpes que, obligados por la necesidad o tentados por el beneficio económico, venden su caballada lo que les impide mejorar en su calificación “Un animal excelente para el polo de alto handicap argentino no necesariamente es lo mejor para el polo en otros países. El primero privilegia la velocidad en cambio en el segundo prevalece la docilidad del animal por ser un juego más lento”, me adoctrinó Javier Tanoira, meritoria mezcla de polista e intelectual.
El partido de ayer. Alberto Heguy, un ex polista de 10 de handicap y padre de jugadores del mismo nivel, opinó en una entrevista que el polista argentino es el mejor del mundo porque tiene “la fineza de un tenista y la brutalidad de un jugador de rugby. El polista tiene que ser inteligente, fino y rápido, pero también fuerte y rústico”. Son ésas seguramente las condiciones de Adolfo Cambiaso, considerado el mejor del mundo, quien ayer concretó un gol mágico en el quinto chukker golpeando la bocha varias veces en el aire antes del toque final.
El juego de ayer no fue el mismo de hace años, con interrupciones frecuentes por faltas muchas veces provocadas por el adversario porque hay muy buenos ejecutores de penales, como lo demostró ayer Facundo Pieres que anotó diez de los quinces goles de La Ellerstina por esa vía mandando varias bochas a la avenida del Libertador. También es cierto que al jugarse con mayor velocidad el riesgo aumenta por lo que los cruces y pechazos antirreglamentarios son penalizados severamente.
Fue admirable la maniobrabilidad y velocidad de las montas, en su inmensa mayoría yeguas (en los últimos años, las yeguas han ido ganando terrero a los caballos en la preferencia de los jugadores). Ayer, Cambiaso tenía once entre sus catorce animales; en el caso de Gonzalo Pieres no había un solo macho en su plantel. El comentario de Tanoira hará las delicias de las feministas: “Son más precoces e inteligentes”. También se valoriza el hecho de que son animales enteros a diferencia de los machos, habitualmente capados. “Los caballos enteros suelen ser indóciles y además tienen el cuello muy fuerte y eso no es bueno porque el jugador debe dominar el cuello de su montado. Esa es otra ventaja de las yeguas”.
Preñadas y luchadoras. Insólitamente varias de las yeguas que jugaron ayer están gestando hijos. ¿Cómo es eso posible? Por el avance de la genética que permite que luego de preñada con inseminación artificial o con servicio directo, a la yegua le es extraído el embrión a la semana e implantado en el útero de otra yegua sin pedigreé, llamada “transportadora”, que incubará el potrillo o la potranca hasta su nacimiento. Este adelanto hace que la yegua jugadora no deba interrumpir su participación en entrenamientos o en torneos mientras va dando progenie. En las revistas que se repartieron y vendieron ayer podían leerse anuncios publicitarios que ofrecían transferencia de embriones y oocitos, congelación de embriones y de células somáticas.
Es de imaginar la revolución que esto implica en el negocio del polo pues ya no tiene sentido transportar un padrillo, por ejemplo, a Francia (recordar las acusaciones de contrabando y subfacturación surgidas hace poco) para que genere descendientes en yeguas de menor calidad genética sino que es suficiente con transportar embriones con líneas paterna y materna de excelencia polística e implantarlos en yeguas comunes.
Cuando terminó el gran espectáculo de ayer, luego del gol de Monteverde, Cambiaso no se acordó de los “patrones” venidos de todas partes del mundo sino que corrió a abrazarse con Maradona, repentinamente hincha fanatizado del flamante campeón.