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Distinto ballottage

Los candidatos tienen por delante tareas diferentes. Scioli, remontar la baja. Macri, adelantarse al futuro.

PRIORIDAD DE PASO Scioli/Macri
| Pablo Temes

Los argentinos transitamos la primera semana camino al ballottage en un escenario particular que debe ser tenido en cuenta por todos los actores de la política. Un escenario en el cual se destaca una ciudadanía que sorprendió con una decisión de cambio que no se mostraba con tanta fuerza desde el triunfo de Alfonsín.
Pero en este caso la sorpresa fue mayor porque expresa un cambio cualitativo que se relaciona con características de la cultura política argentina. Alfonsín ganó las elecciones con consignas generales de bienestar (“con la democracia se come, se educa, se cura) y con un discurso ideológico progresista, que era el tipo de mensaje aceptado entonces por la ciudadanía; utilizado tanto por radicales como por peronistas, aunque diferenciados por temas institucionales.
A diferencia de 1983, los ciudadanos han ampliado sus esquemas ideológicos y pueden votar ahora por una fuerza que es caracterizada como de “derecha” o  “centroderecha” por la mayoría de los analistas y comunicadores; etiqueta que había calado hondo en la conciencia colectiva de los argentinos. Un electorado dispuesto ahora a escuchar a una fuerza política que le habla de sus problemas y de las cosas básicas que hay que hacer para vivir mejor, y no tanto de ideologías o propuestas para ellos vacías de contenidos.

El camino al ballottage comenzó el mismo domingo por la noche cuando Scioli habló desde la tribuna sin decir nada de los resultados, aun cuando el tono de su discurso delataba que había fracasado en su aspiración de ganar en primera vuelta. Habló enojado, atacando a Macri en una actuación que parecía seguir con la tónica kirchnerista. Macri en cambio habló relajado, positivo, sin agresiones, refiriéndose a cosas concretas que había hecho y otras que prometía hacer. El primer round fue favorable para este último.

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Scioli está frente a un panorama más complejo, ya que su ajustado triunfo fue leído por todos como una derrota, y su estrategia de jugar a la continuidad y al cambio no le dio buenos resultados. Se requería una mayor definición, como surge del hecho que “la mayoría de la gente votó por el cambio”; lo que obliga ahora a Scioli a tomar una posición más clara. Las críticas que le llegan desde el kirchnerismo puro debieran ayudarlo en esa decisión que lo liberaría del contrapeso que significa seguir pegado a una corriente que pierde más elecciones que las que gana. Un símbolo de cuyos fracasos está dado por las derrotas de sus candidatos “puros” en la provincia de Buenos Aires y en el municipio de Morón.

Ofensiva K. Junto con las críticas a Scioli, el kirchnerismo duro pidió que Cristina se haga cargo de la campaña; a lo que ella respondió con un acto masivo en la Casa Rosada. Scioli, ausente en ese acto, buscó el apoyo de los gobernadores peronistas en Tucumán, donde hizo anuncios como el 82% móvil para los jubilados, la modificación del impuesto a las ganancias y la eliminación de las retenciones para las economías regionales, diferenciándose así de la Presidenta, en una estrategia que parece separar los roles de continuidad y cambio en una y en otro. Scioli busca además el apoyo de los intendentes bonaerenses con quienes se reunirá para relanzar su campaña, en la que pretende demostrar que “escuchó a la gente en las urnas” sumando temas centrales que también fueron eje de campaña del massismo. El tiempo dirá si no es tarde para todo esto. 

 En Cambiemos las cosas parecen estar mejor. A la pérdida de fuerza del latiguillo “mi límite es Macri”, se suma el surgimiento de figuras como María Eugenia Vidal que después de su triunfo en la Provincia se consolida como nueva estrella de la política nacional, con una forma de hacer política plena de buenas maneras, dialogando con todos y con un estilo de trabajo que despierta adhesiones aun entre sus competidores. Su discurso constructivo e innovador pone el acento en la gestión, como lo muestra, por ejemplo, la estrategia que lanzara esta semana para resolver los múltiples problemas del Area Metropolitana de Buenos Aires (Ciudad de Buenos Aires y municipios provinciales adyacentes). En sintonía con lo que establecen múltiples estudios técnicos, nunca atendidos por los políticos, María Eugenia define esta área como una unidad territorial-poblacional, pese a depender administrativamente de tres autoridades diferentes. El mensaje de Vidal destaca que una posible presidencia de Macri, sumada a su triunfo en la provincia de Buenos Aires y al gobierno del PRO en la CABA, permitiría atender en forma integrada las necesidades de esa área, superando así los obstáculos que esa división administrativa opuso a un tratamiento conjunto de los problemas interconectados en transporte, hospitales públicos e inseguridad, entre otros.

El triunfo de varios candidatos de Cambiemos en municipios del Conurbano que se tenían como bastiones inexpugnables del peronismo es otro dato que ratifica el clima de cambio que se vive en la política y en la sociedad civil; y que en este caso asume forma de relaciones humanas en un cara a cara entre vecinos y candidatos.

Pero Macri cometería un grave error si buscara el triunfo en la segunda vuelta sin prestar atención a tareas futuras que deben ser tenidas en cuenta ya en el presente. Debe comenzar a definir programas concretos de gobierno y buscar a los mejores para los puestos clave, más allá de sus pertenencias partidarias, como alguna vez se dijo. También debe trabajar desde ya por la futura gobernabilidad, la que además de ser reclamada por los sindicatos, surge de lo planteado por Massa cuando dice que su fuerza no busca puestos sino un programa consensuado de políticas; y por Sanz, quien ha sido tajante al criticar el modelo corporativo del PRO.
Una gobernabilidad sustentada en acuerdos que incluyan también al peronismo que surgirá de su inevitable reorganización; para convencer que efectivamente estamos frente a algo nuevo y que después del 10 de diciembre se aproximará a un gobierno de coalición.

*Sociólogo.