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Dividir para reinar

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Rey | Florian Hoelzl / Pixabay

Es una frase de dudoso origen, algunos se la atribuyen a Julio César y otros a Maquiavelo. Es la forma y formula de mantener el poder partiendo las concentraciones grandes o los grandes movimientos sociales o políticos para transformarlos en grupos o facciones de menos energía al estar aislados de la gran masa social y también de lograr nuevos adeptos al fingir separaciones.

Es una estrategia de los poderes para quitarle fuerza a determinados movimientos que puedan volverse en contra de una autoridad.

Rompiendo, destrozando cualquier oposición a determinados movimientos o decisiones. Fomentar la división permanentemente creando técnicas, noticias y todo lo que se pueda usar en los medios para ello. Otra de las estrategias antiguas que siguen vigentes es la de comprar al electorado. Los electores se compran y se mantienen comprados con empleos, subsidios y pensiones.

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Logrando esto tendrán control sobre determinadas facciones pues logran que nunca puedan llegar a tener fuerza por sus divisiones internas. No solo dividir, sino que también hay que crear desconfianza entre los grupos para que nunca puedan lograr algo en conjunto, para quitarles de esta forma toda energía y capacidad de unión. Al no haber entendimientos en los grupos se logra la inacción de ellos, anulando todo acto en contra del poder. Esta técnica es usada por poderes despóticos o poderes centrales en donde una minoría domina a la gran masa de población. Lo principal es alimentar el odio, las discusiones, las controversias y las desconfianzas entre población para poder dominarlos. Otra técnica que se adopta es la de darles pequeñas ayudas financieras para tenerlos sometidos en el tiempo.

Algo que se ha encontrado en estas sociedades divididas es la carencia de tradiciones comunes, que aparece como una debilidad y oportunidad ante los dominios del poder central. Y si hubiese tradiciones, lo primero que hacen es destrozarlas para evitar cualquier motivo de unión de las masas.

Lo peor que podemos hacer es entrar en esas divisiones, pretender educar al que piensa diferente, en vez de entender las diferentes opiniones. Es imposible que alguien trate peleando o insultando a una persona que ésta cambie de parecer sobre algo, y cuando digo algo me refiero a política, cambio climático, fútbol, vacunas, LGTB, terraplanismo, veganismo, aborto, etc.

Los fanatismos han crecido con las políticas de divisiones. Todo genera división, estamos viviendo en una sociedad dividida en tribus y peleando entre ellas, aun en las mismas familias y dentro de las mismas tribus urbanas.

Maquiavelo daba consejos considerados cínicos como: Divide y reinarás que por supuesto políticos sin escrúpulos usarían. También decía que los débiles deben usar esta arma: “la constancia y la habilidad para no caer en estas redes.” Y, debemos recordar que la mayoría de la población cree que un discurso puede cambiar una realidad, esto sería parte de la poca inteligencia emocional de la humanidad, ¿cuánto tiempo se puede engañar a todo el mundo?

Tenemos en la historia muchos casos de esta característica, pero nunca tan potente como en esta época. A simple vista del mundo, tenemos a casi todos en casi todos los temas muy divididos y a este fenómeno debemos agregar que por la multiplicación de las comunicaciones y las inmigraciones se debilitan la cohesión social y los valores sociales. La imagen actual se asemeja a la “Torre de Babel”.

Hoy tenemos enemigos universales: hambre, drogas, enfermedades, contaminación ambiental, homicidios, guerras. No son enemigos locales, nos atacan a todos y a estos se suman los locales y los enemigos públicos.

La unión hace la fuerza, esta es una verdad indiscutible, y como decía Maquiavelo: “La constancia y la habilidad son nuestras armas” a eso le agregaría: “Evitar discusiones para lograr la unidad, aunque haya diferentes criterios y evitar las divisiones por tener ideas diferentes, porque todos deseamos lo mismo: paz, salud, seguridad y bienestar.

*Escritora uruguaya.