Cruzar líneas, pasar los límites conocidos y aceptados por las sociedades, ¿es bueno o malo? Un pie sobre la acera y otro en la calzada, muchas sociedades, personas o grupos estamos así, parecería que los límites se estuvieran borrando. ¿Cuánto podemos avanzar o retroceder sin herir o atacar? ¿Qué está permitido y qué no?
Hoy se puede decir cualquier cosa, en cualquier medio de comunicación, también se muestran imágenes no usuales, como campañas políticas con insinuaciones sexuales, con rap que puede parecer agresivo para algunos. Líderes que usan las consideradas malas palabras para relatar hechos, etc., y, lógicamente, estos actos enervan o descolocan a mucha gente. Esto ha sucedido en el mundo anteriormente y por ahora parece que continuará. Pero en los medios de comunicación de Argentina sucede lo que en otros países no se ve ni se escucha. En los noticieros vemos gente que no cumple con los estereotipos internacionales. Todo se politiza y todos entran en diálogos, discusiones y debates sin márgenes y sin reglas. Parecería que no hay topes para los insultos, las agresiones. No existen códigos para lo que decimos en público, ni en lo que hablamos de los demás.
¿Dónde está el límite de lo que un país puede hacer sobre otro? ¿O el de que un inmigrante no pueda entrar a un país? ¿O que un enfermo sin seguro médico sea atendido en algún sanatorio privado? Y tendríamos muchas “o” y muchas “y” para agregar a este desvanecimiento de límites que estamos viviendo.
¿Se puede insultar a alguien y que no pase nada? Antiguamente se batían a duelo ante una ofensa o agravio. Hoy la carta documento es la espada de goma que utilizan los perjudicados. Saber dónde empieza lo justo y termina lo injusto es un tema legal, moral y/o ético. Y allí encontramos límites consuetudinarios o escritos. Estas divisorias han tratado de organizar a las sociedades, grupos, a nosotros, dado que se necesitan para poder convivir y vivir en forma organizada. No hay límites en la Justicia, ella se termina donde ella misma empieza, actos injustos que resultan ajenos a la Justicia y actos justos que se nominan injustos. Una bandera levantada por un hijo asesinado parecería lo justo para nuestras conciencias, pero resulta injusto para quienes quieren silenciar situaciones.
Hace pocos días, las mujeres soportábamos acosos, persecuciones, dichos callejeros y subvaloraciones que ahora están desapareciendo gracias a nuevos límites que se han ubicado en la sociedad.
Entonces los límites son necesarios, pero, ¿qué sucede cuando empiezan a desvanecerse?
No es malo que los límites desaparezcan o comiencen a hacerlo, lo malo sería que no aparecieran nuevos márgenes. Si esto sucediera viviríamos en un caos.
Varios autores han observado que en la Argentina se producen fenómenos de anomia y esto crea la sensación de un país fuera de la ley. Freud decía que suprimir los registros simbólicos o códigos morales era peligroso para la sociedad. Opino diferente, creo que suprimir algunos códigos no es malo siempre y cuando se marquen nuevos contornos, otros topes. Vivimos en un mundo aparentemente cambiante. Necesariamente variable. Dado que lo necesario no puede ser aparente, las líneas divisorias deberán ir mudando al ritmo de nuestro aprendizaje.
Delinear acciones y límites debería ser en nuestros primeros años. Es allí donde se aprende más fácilmente y donde volvemos al grupo familiar, donde los contornos también están cambiando rápidamente en estas épocas. Es el origen de una sociedad, el nacimiento de las divisorias. Un pie en el agua y otro en la arena tampoco sería equivocado siempre y cuando sepamos mantener un equilibrio.
Cuando se borran los límites es el momento de que seamos maestros y comencemos a delinear nuevos.
Si las orillas desaparecen y no ponemos espigones, el mar no tendrá contención, lo mismo sucedería con las sociedades. Nuevos límites para una sociedad cambiante sería lo adecuado, y eso es tarea y responsabilidad de todos los integrantes.
*Escritora uruguaya.