Cuando Angela Merkel pensaba que después de vencer a Grecia podría imponer a Francia su visión del euro, el FMI divulgó un informe en el que expresó sus dudas sobre la capacidad de los nuevos créditos acordados por el Eurogrupo para cubrir las necesidades financieras de Grecia, y reclamó la condonación parcial de la deuda helena. El FMI amenazó con abandonar las negociaciones sobre Grecia si el Eurogrupo no reduce la deuda de ese país, planteando así un dilema a Berlín que insiste en que el Fondo participe en la supervisión del ajuste, pero se niega a condonar las obligaciones helenas. Con este informe el Fondo dividió a la “troika” (Banco Central Europeo, Comisión Europea y FMI) y reforzó la posición de François Hollande a favor de aligerar el peso que lastra a Atenas.
El informe apareció dos días antes de que el Bundestag aprobara la resolución del Eurogrupo, con la intención de azuzar a los conservadores dentro de la propia bancada oficialista, quienes rechazan toda transferencia a Grecia. Si la jefa de gobierno no acepta recortar la deuda griega, deberá prescindir del FMI, pero, si acatara la opinión de éste, debería reconocer ante sus votantes que Alemania perderá los 57 mil millones de dólares ya fondeados en Grecia y sufriría una fuerte pérdida de legitimidad.
En Berlín sospechan que detrás del informe se esconde una iniciativa para reducir la deuda griega y alargar vencimientos, como Barack Obama le pidió a Merkel. Es que Washington teme por la estabilidad política helena y quiere frenar el expansionismo germano en Europa.
La zona del euro arrastra desde su fundación problemas estructurales que producen crisis inevitables. En ese entonces, Alemania presionó para que se adoptaran rígidos parámetros sobre la relación entre déficit presupuestario, endeudamiento y PBI, pero no insistió en la coordinación de las políticas económicas y mantuvo la responsabilidad por la política monetaria en la órbita de los bancos centrales nacionales.
Berlín y sus aliados de Europa del Norte, Oriental y Central insisten hoy en mantener dicha dicotomía fundacional, pero quieren imponer rígidas reglas comunes y mecanismos de sanción para los infractores. Por el contrario, Hollande, secundado por España, Italia, Portugal e Irlanda, aboga por la solidaridad de los países miembros con quien tenga dificultades presupuestarias o financieras y por una distribución de las cargas.
Merkel impidió la ruptura de la Zona Euro, pero la tensión volverá apenas Grecia incumpla alguna de las condiciones impuestas. La propuesta de su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, de que Grecia salga del euro por cinco años sirvió para imponer a Atenas las duras condiciones, pero sólo postergó la solución del problema. Según el ex ministro Yanis Varufakis, Schäuble presionó a Grecia para disciplinar a quienes se oponen a su plan de reorganización de la Zona Euro, léase Francia.
El conflicto de Grecia resalta las diferencias sobre la moneda única y la unión política del continente. Por ahora se postergó el choque, pero –como anticipó Varufakis– después de Grecia Alemania avanzará sobre Francia. Entonces se verá quién manda en Europa.
*Doctor en Ciencias Sociales. Universidad de Giessen, Alemania.