COLUMNISTAS
la mirada DE ROBERTO GARCIA

Duelo oral

Pasaron más de l5 días y persiste el silencio. Ni una palabra. Menos mal que, según él, ganó el Gobierno por poco en todo el país y perdió por un poquito en la provincia de Buenos Aires. Así se bloqueó la boca.

default
default | Cedoc

Pasaron más de l5 días y persiste el silencio. Ni una palabra. Menos mal que, según él, ganó el Gobierno por poco en todo el país y perdió por un poquito en la provincia de Buenos Aires. Así se bloqueó la boca. De no haber sido insignificante la derrota, de acuerdo a su criterio, habría arriesgado la lengua en la condena. Néstor Kirchner no habla, se infringió un castigo de meditada reserva, ejercita el masoquismo de la mudez y, al pueblo, de pronto, luego de saturarlo por meses con discursos día y noche, eventualmente en la merienda, lo somete a la abstinencia de su voz. Una privación que no corresponde, sin duda, ya que uno se había acostumbrado a su pertinaz presencia, a las consignas vociferantes, a esa prédica oficialista que se desvaneció de sed en el desierto electoral. Hasta se extraña ese duelo oral que ha decretado, cierta animación que le provocaba a la política.

Como si evitara abrir las ventanas del cuarto para que el incendio externo de pronto no lo abrase, se ha ensimismado Néstor en una pérdida que no admite –tampoco ella, menos los ministros– y entonces, impulsivo y vengativo, trisca por el Sur para sabotear a gobernadores lugareños (Das Neves, Peralta). No puede detenerse; de acuerdo a mentas ciertas hasta se ha interesado por ordenar una declaración jurada y familiar que luce imperfecta en sus millonadas hasta para el más distraído de la fila. En el último año y en los anteriores. Ni en los malditos 90 un grupo familiar confesó haber ganado tanto desde las alturas de la administración pública. Claro, tal vez ni declaraban. Ni hablar de Roberto Ortiz, un antecesor lejano de los 40, cuyos parientes le reprocharon que los haya dejado en la calle por evaporar un patrimonio personal con la excusa de privilegiar la ocupación de presidente.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Entonces, el transitorio mudito Kirchner se prodiga en revisar en su ahora indeseable Río Gallegos si quienes le pagan los alquileres realmente pueden sostener capacidad económica para ese fin; si ha pagado o no el Impuesto a las Ganancias por la venta de sus inmuebles en El Calafate (no es lo mismo, para la exigencia tributaria, realizar en un ejercicio anual un solo bien que 14, ya que este número excede obviamente la habitualidad que permite la exención); la posible felonía de un intendente propio, pero elegido por la democracia –y sobre el que no pesó ningún tipo de control por parte de quienes adoran los controles–, quien en su momento lo benefició con la entrega discriminada de tierras fiscales a precio vil (al menos si se compara esa calificación con los valores extraordinarios que alcanzaron luego, en poco tiempo, al ser revendidas); y si prebendarios del Estado, como el grupo del Hotel Panamericano, puede explicar ciertamente que paga alquileres exorbitantes por un hotel de apenas 25 habitaciones. En verdad, los privados hacen con su dinero lo que les plazca, hasta podrían argüir, como las multinacionales que ingresan a China, que decidieron perder capital para ganar mercado. Posicionarse en ese “lugar en el mundo”.

Complicaciones probables para cualquier ciudadano común, incluso quizá para quien a pesar de sus vínculos con la AFIP, mínimamente deberá argumentar luego de su confesión –el fisco, como en todas partes, revisa a posteriori de las presentaciones en un plazo no demasiado superior a los tres meses– que ésta ofrece algún grado de solidez impositiva. Se supone que en su caso no habrá de ocurrir, como ya sucedió hace poco tiempo con un director del organismo en Santa Cruz, quien fue desplazado por revolver –y cumplir con sus deberes de funcionario público, cuya violación implica una pena– anómalos papeles en liquidaciones de un empresario de meteórica prosperidad, allegado al kirchnerismo. Si es necesario, pueden aportarse los nombres. Dos veces repetir esa situación sería un descrédito fatal para el instituto. Aunque esa posibilidad no debe soslayarse, ya que el INDEC no es un apéndice casual de la Argentina: el INDEC es la Argentina.


La resurrección

Aún con esas tribulaciones, dispone Kirchner de tiempo para inocular optimismo político a quienes lo visitan: desde la quimera de volver a aspirar en el 2011 a la Casa Rosada a la repetida cantinela de cuestionar los noventa, los setenta, el odiado neoliberalismo que insiste en truncar nuestra revolución y al infame sector agropecuario, esos terratenientes ávidos que vienen por nosotros. Y pide solidaridad para el gobierno de Cristina, a quien los enemigos pretenden miniaturizar, disolver, a pesar de que ella puede reiterar la gesta de Michelle Bachelet en Chile, quien de naufragar en las encuestas hasta la asfixia pasó más tarde a recuperarse como una eminente jefa de Estado para esa misma opinión pública. Aunque ya la tintura de su partido no pueda, luego de las próximas elecciones, quizá colorear el destino político del país.

Ese dato lo omite en sus arengas de cenáculo. Tal vez porque imagina en sus silencios públicos que hay tiempo para forjar una contraofensiva, una reversión, finalmente –estima– todavía somos el 30% de la torta política del país.

Palabras más, palabras menos, recurre frente a su diminuto entorno con una canción que fue un hit y ahora parece pasada de moda. Supone, esta vez sí con la ayuda literaria de los aliados económicos del liberalismo, esos gurúes que desprecia cada vez que puede pero de los que se habrá de servir si es necesario, que el país dispondrá de una resurrección económica en pocos meses gracias a la recuperación de sus principales clientes (Brasil, China). Siempre y cuando se perciba buena letra en el cuaderno. De ahí que ni siquiera maltrate a quienes en el Gobierno se atreven a señalar la conveniencia de resignarse ante el FMI, pactar con ese organismo de financiamiento, prometer la negociación con los olvidados acreedores de bonos, transar precios de deuda con el Club de París, borrar el cuestionado índice de vida (CER) en determinados títulos y cambiarlos por otro (Badlar) para alegría del Banco Provincia, detalles estadísticos a los que procederá Amado Boudou en su refacción del INDEC y hasta devolver –si aparece algún interesado– a manos privadas empresas intervenidas como Massuh (última versión Aníbal Fernández). Ya ni se nombra a Guillermo Moreno, otro condenado al ostracismo oficial pero aún conservado en la nómina. Algunos entusiastas suponen que los silencios de Néstor albergan ese cambio.

Otros, más radicales, suponen que el celo de Kirchner por ampararse en cierta línea política “progresista”, alejada del peronismo (de los traidores, de la vieja política), por el contrario lo induce a promover una suerte de plebiscito para nacionalizar empresas de servicios. Una satisfacción para sectores como el de Pino Solanas y su previsible electorado, la vuelta hacia formas transversales que el ex mandatario lamenta haber abandonado para refugiarse con intendentes desagradecidos. Nadie sabe si los Sabatella, los Solanas, se interesarán en agruparse con los Kirchner; más bien observan reservas y hasta desconfían de ciertas modalidades nuevas: esas prácticas teñidas de delación con la cual él, en su momento, lo desnudó en un decreto a Aníbal Fernández –hoy ya revelado como más ejecutivo que el autopublicitado Alberto Fernández–, más tarde lo complicó a De Vido por sus conversaciones con Hugo Biolcati, ella lo expuso a Sergio Massa como un edecán: “¿Cómo, el jefe de Gabinete no sabe a cuánto está hoy el euro?”; y a Jorge Taiana como un administrativo inoperante: “He llegado tarde a esta cumbre por culpa de mi canciller”. Por si fuera poco este buchoneo de la pareja, el ministro De Vido emite comunicados para despegarse de cualquier complicación: el último aludió que nada tenía que ver con los aviones de Ricardo Jaime.


Ni vencedores ni vencidos

Difícil lucubración sobre el rumbo futuro del gobierno ya que si bien la necesidad induce a cierto retroceso obligado en la perspectiva de los Kirchner (las rondas dialoguistas, bajarse de los superpoderes, consentir demandas o juguetear con modificaciones de Boudou y asesores a la política económica), nadie duda en qué sector ellos parecen sentirse más cómodos. Dualidad o desorientación que se extiende a compañeros de ruta como Scioli, aconsejado por Eduardo Duhalde –antes de que viajara a Brasil– para convertirse “de nuevo en Daniel”, en el opuesto al “no se jode con la comida” o seguidor fidelísimo de Néstor.

También le recomendó enlazarse con los intendentes, ofrecerles cargos, construir un aparato y hacerlos leales mientras los Kirchner los denuncian por traidores. Un tajo entre las partes de avanzado estado de descomposición, más si Néstor se desvía del peronismo. Para el desconcierto el cuadro, sin duda.

En el resto de la fragmentada sociedad, navegan a ciegas los que ganaron y parecen haber perdido (De Narváez –a punto de quedarse, como estaba previsto, sin el alfil Felipe Solá–, o la ya olvidada Michetti), al tiempo que los perdidosos simulan haber triunfado (Scioli). Extraños avatares de curiosa velocidad que anidan en todo el espectro del país. Desde una Elisa Carrió en vacaciones que carga con la culpa de negarse al diálogo en las formas determinadas por el Gobierno, quizá de pronto regreso con signos triunfantes por haber demostrado que los Kirchner son incorregibles, a un Mauricio Macri imponiendo a un jefe de Policía (Jorge “Fino” Palacios) con razones valederas de eficacia en su tarea (es quien resolvió el sonado secuestro del ahora intendente porteño) y rechazando imputaciones pasadas sobre favoritismo del comisario en una investigación en torno a un empresario de origen árabe (el de la “pista siria” en el atentado a la AMIA, Alberto Jacinto Kanoore Edul).

Singularmente, a ese mismo empresario sospechado, ahora Macri le concede, por adjudicación directa, la provisión de 40 mil camisas y uniformes para su nueva dependencia policial. Detalles, claro, como el paro de la Unión Obrera Metalúrgica (contra Techint esencialmente), sin aparente oposición del Gobierno y con manifestantes que no deben haber visto un torno en su vida. O el propio Scioli afirmando que le había planteado a Cristina de Kirchner algunas demandas del campo y, segundos después, el jefe de Gabinete sosteniendo que nunca, en esa reunión, se trató el tema del campo. No fue lo único de Aníbal Fernández: le replicó a los gobernadores, ansiosos por un reparto más equitativo de los fondos públicos que administra a su gusto la Nación, que la Nación en verdad es acreedora de las provincias.


La Argentina es el INDEC

Debe tener razón, como los empresarios que execraron en la Unión Industrial a Cristiano Rattazzi porque éste hace dos meses cuestionó la aptitud del Gobierno; entonces, casi lo cachetean, publicaron solicitadas en su contra y, a duras penas, concedían que se le otorgara una incumplida licencia de seis meses para que no fuera deportado del país. Hoy, en cambio, al titular de Fiat parecen verlo como un iluminado por haberse pronunciado de aquel modo, lo han convertido de villano a Dreyfus. Por no hablar del ministro Boudou, quien se tomó a pecho cambiar el perfil de la cartera y, como nadie reconocía a su antecesor Carlos Fernandez, él decidió participar en fiestas (Mar del Plata), no abandonar su vida de motoquero o de playboy en Minicooper, y hasta se marchó a esquiar el fin de semana con señorita –una vellina, en el diccionario de Berlusconi– para diversión fotográfica de la revista Caras.

En su descargo, hay que admitir que ha postergado sine die actuaciones profesionales de un conjunto musical en el que también transitan como instrumentistas el hijo del ministro de Planificación, Julio De Vido, también su influyente secretario personal, José María. En el manual de los Kirchner nunca se había imaginado un personaje de estas características para ocupar el Ministerio de Economía. Mientras, él no designó aún al clave secretario de Finanzas –trajo a un amigo de los Estados Unidos, pero el nombramiento se dilata por el análisis de sangre–, y le plantea a la población que el país tropieza con dificultades económicas. Joya.

Para no creer a menos que finalmente se acepte: la Argentina es el INDEC.