El actual modelo productivo ha llegado a su límite: en 2016 la población mundial consumió, de manera desigual, los recursos correspondientes a un planeta y medio. Más de ocho millones de toneladas de plásticos, uno de los residuos más fácilmente reciclables, terminan anualmente en los mares afectando a estos ecosistemas.
El escenario global de cambio climático, escasez de recursos y degradación del ambiente brinda argumentos de sobra que nos indican que es urgente cambiar el esquema de una economía lineal de extracción, fabricación, consumo y descarte y avanzar en un aprovechamiento racional y eficiente de los recursos, es decir, la economía circular.
Al modelo de economía circular se lo puede comparar con el ciclo de la naturaleza donde lo que muere renace reciclado o revalorizado. Pretende que los productos, componentes y recursos mantengan su utilidad y valor en todo momento. Además, busca que lo que no se pueda recuperar ni reciclar no sea producido y promueve la generación y consumo de energías de fuentes renovables
A primera vista si miramos nuestra sociedad de sobreconsumo, este nuevo modelo parece romántico y difícil de alcanzar, pero lo que hay que entender es que el cambio de paradigma ya no debe ser una opción, sino una obligación donde los diferentes actores, estado, sector productivo y consumidores deben tomar responsabilidades.
El reciclado es una actividad productiva aún incipiente en nuestro país, que necesita desarrollarse para desplegar todo su potencial en recuperación de recursos y en generación de empleos de calidad. El nivel de consumo actual y el aumento de la población exigen que esta actividad se desarrolle a escala industrial.
Ese es el camino que debemos transitar rápidamente, incorporando tecnología de punta, generando fuentes de empleo verde y avanzando en el desarrollo de una industria local que será un eslabón clave en la economía del futuro inmediato, que controle el flujo de los materiales y reduzca significativamente las emisiones de gases que generan el cambio climático.
Es por ello que debemos generar conciencia para que todos, ciudadanos, empresas y gobiernos, pongamos fin al modelo de consumo y descarte y avancemos, cada uno en su rol, en un nuevo modelo de economía circular donde nada se pierde, todo se transforma, recicla o revaloriza. El reciclado es un aspecto determinante en este nuevo modelo.
Desde el sector de gestión y tratamiento de residuos comenzamos a transitar el camino hacia la economía circular, hacia el uso de tecnologías integrales que permiten recuperar buena parte de los residuos. Hoy se reciclan los residuos de neumáticos, se genera compost con la fracción de orgánicos y se aprovecha el biogás de los rellenos sanitarios para generar electricidad. Sin embargo, también se deben promover regulaciones que impacten en el diseño y la producción de bienes para prevenir la generación de residuos.
Una gestión eficiente de los residuos es un desafío y un imperativo para todas las sociedades contemporáneas. En muchos países, por ejemplo, se incluyen metas concretas de reducción del envío de residuos a disposición final y el diseño de indicadores de seguimiento de estas metas, partiendo de una línea de base clara que sirva de hoja de ruta hacia el futuro.
Desde la CEAMSE aplicamos nuevas tecnologías como las plantas de tratamiento mecánico y biológico, que recuperan materiales que de otra manera serían enviados a disposición final. Estas plantas contribuyen a aumentar los porcentajes de reciclado general y disminuyen los impactos ambientales de los residuos.
Ya no se trata de diferentes visiones políticas y económicas, sino de empezar a construir un camino que asegure una vida digna a las generaciones presentes y futuras.
*Presidente de CEAMSE (Coordinadora Ecológica Sociedad del Estado).