Múltiples investigaciones sostienen que el desarrollo de las trayectorias educativas de los/as estudiantes del nivel superior guarda estrecha relación con sus experiencias y recorridos previos, con el capital cultural familiar y con las escuelas a las que asistieron. Otro conjunto muestra que son las experiencias y condiciones académicas que las instituciones pueden ofrecer lo que habilita o condiciona ese desarrollo. En ambos casos, esto vuelve a traer al centro de la escena el desafío de indagar acerca de las condiciones que permitan que el sistema educativo en general y el nivel superior en particular logren equiparar las desigualdades de origen.
El Sindicato Unico de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal (Suterh), hace más de veinte años, traduce estas preocupaciones en acciones concretas que promueven el ejercicio del derecho a la educación en el nivel superior de las/os trabajadoras/es y sus familias. No solo a través de su propuesta educativa, sino también a través de la articulación que realiza con otras organizaciones sindicales, sociales y con distintas universidades públicas que han sido pioneras y vienen impulsando nuevos modos de recibir en sus aulas a poblaciones históricamente excluidas del nivel.
El impulso y gestión de instituciones de nivel superior, como son el Instituto Superior Octubre (ISO) y la UMET, que son gratuitos para sus afiliados y familiares, y un amplio programa de becas en conjunto con otras organizaciones sindicales y sociales son una apuesta en este sentido. Pero sabemos que la gratuidad o la promoción del acceso no resultan suficientes para garantizar el egreso.
La democratización del nivel superior requiere entonces poner el acento en la creación de dispositivos de acompañamiento a las trayectorias educativas de los/as estudiantes y el desarrollo de estrategias académicas, pedagógicas, didácticas y políticas que permitan que esas trayectorias puedan desarrollarse.
Hoy en día se intensifican las preocupaciones en torno a cómo los y las jóvenes se integran al mundo del trabajo. Las carreras técnicas profesionalizantes, como las que dicta el ISO, resultan una interesante opción que brindan, con un trayecto de tres años, un título habilitante para un inicio laboral, promoviendo un acercamiento temprano al ejercicio profesional con prácticas desde el inicio de las carreras, fomentando puentes entre las aulas y el mundo del trabajo para poder problematizar la realidad.
En este escenario, la educación superior técnica se torna un lugar válido para disputar sentidos y pensar la relación educación y trabajo, y el lugar de los y las trabajadoras como protagonistas en procesos que se han reservado siempre a una élite académica.
El sistema educativo no puede de ninguna manera reducirse a responder las demandas del mercado de trabajo, pero puede y debe garantizar herramientas sólidas para su transformación.
El trabajo articulado con las organizaciones sindicales e iniciativas como el centro de investigación de doble dependencia entre la UMET y el Conicet (Citra) busca acompañar a los y las trabajadoras durante su formación como protagonistas en distintos debates, como es el impacto de la tecnología en los procesos de reconversión del empleo, a la vez de ser impulsores de los cambios e innovaciones que promuevan el bienestar en los ámbitos laborales.
En esta línea, la propuesta educativa del ISO da cuenta de la apuesta de una organización sindical a la formación de las familias trabajadoras y a recuperar los saberes del trabajo y la perspectiva de los/as trabajadores/as en los procesos de construcción de conocimiento y de formación como herramienta indispensable para el crecimiento de nuestras sociedades y la habilitación de futuros más justos.
*Rectora del Instituto Superior Octubre. @lausirotzky.
Recreación, Suterh.