COLUMNISTAS
SONAMOS: LOS GENIOS DEL ESPIONAJE DESCHAVAN AL MUNDO DEL FUTBOL!

El agente Copypaste y los cables pelados

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JEFE: Mmm… ¿Cómo puedo confiar en un hombre que ofrece vender a sus amigos?

SIEGFRIED: Oh, ¡no sea idiota! ¿A quién más se supone que podría vender? ¡No puedes traicionar a tus enemigos!

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De “Superagente 86”, serie de la NBC (1965-1970) con guión de Mel Brooks (Brooklyn, 1926).

 

Me sobresaltó el grito ahogado, el ruido de la pila de libros deslizándose hacia el suelo y la taza de café derramada sobre los diarios. El tipo ni se inmutó pese a la pequeña catástrofe en medio de la redacción y siguió su camino directamente hacia mi escritorio. Oh, no: de nuevo Maxwell Smart, el Superagente 86, disfrazado de vendedor de Biblias y mirándome con esa sonrisa tonta que lo hizo célebre en la tele de los años sesenta. Esta vez no sería tan amable con él.

—La última vez vino a preguntarme sobre Maradona y la generación del ’86 sólo porque pensaba que algo tenían que ver con usted. ¿Qué diablos quiere ahora, Smart?

Lo notable del 86 es que no registra nada, como El Doctor Balbuceante. Hurgó en el taco de su zapato, sacó un iPhone, lo toqueteó un poco y entonces sí, empezó a hablar.

—¡Lo tengo todo, Asch! ¿O creía que Bradley Manning es el único soldadito que se aburre y espía cables? ¡Ja…! Tengo muchos colegas que no saben qué hacer en las madrugadas y se la pasan viendo partidos de la liga mexicana, repasando el reality de Ricardo Fort o levantando información secreta de la embajada. El agente John Copypaste es uno de ellos. ¿Le interesa saber qué documentación me dio?

Maldito sea. ¿Por qué debería tomarme en serio al temible agente del recontraespionaje de una superpotencia a la que le chocan los rascacielos y cuyos cables clasificados terminan en manos de Rial o Canosa? En fin… ¿Qué podía perder, además del tiempo y mi dignidad? Le dije que sí.

—Vamos, hable. Pero no olvide que ahora escribo en Deportes. ¡De-por-tes!

—¡Lo sé perfectamente! Mire, acá tengo el cable Y261CWZ, de “Gran Corleone” a “Corleone Chico”. Código X: amenaza de muerte. Celebración pagana, instrumento autóctono, brujo curandero, catástrofe climática y clave no decodificada. Se lo leo.

—Dele.

—Asunto: “¡Qué me hiciste!”. Fechado: el 1 de abril de 2009 en La Paz, Bolivia. Y dice: “Qué desastre… ¡Te quiero matar! ¿Quién me mandó a hacerte caso? Seis pepas y con baile: si lo dejamos, el gordo nos deja afuera de todo. La única que nos queda ahora es tocar a los pitos. Dale nene, llamá al doctor. ¡Hagan algo antes que nos tape el agua!”. Fin.

—Oiga, ¿ese no será Grondona después del 6 a 1 en contra con Bolivia, no?

—Muy listo, Asch. Según otro paper, su plan es quedarse en la AFA hasta el año 2057 con el programa “Inmortalidad para Todos”, junto a Araujo, Julio Ricardo, Niembro y lo que queda de Bilardo. Además, nuestros expertos estudian el caso de su ferretería de Sarandí, el negocio barrial de mayor rentabilidad en la historia de la economía mundial. ¡Superior, incluso, a la célebre bodeguita riojana de Menem!

—Wow. ¡Palabras mayores! ¿Y de Boca no sabe nada?

—¿Nada? ¡Kilómetros de cables tengo! La embajada está preocupada por las hostilidades entre Palermo y Riquelme, lo que constituye una seria amenaza para la región. Quieren descubrir cuál de los dos no le da pelota al otro y qué nombre le puso el hermano de uno de ellos a su perro, que sería idéntico a un importante barrio de la ciudad.

—¡Upa! Qué bien funciona la inteligencia del Primer Mundo.

—Y eso no es nada. Descubrimos que Borghi usaba uno de los aviones de Jaime para ir y volver a Chile. ¡El mismo lo piloteaba!

—¿Usted me habla de Jaime el funcionario, o del agente robot de Control?

—¡Es el mismo! Nuestro Jaime es un genio del camuflaje. Con su alter ego “Ciro James”, ¡también le hizo de espía al cuerpo técnico de Boca en tiempos de Macri! Entérese Asch, estamos en todos lados.

—¡Fah! Ustedes son increíbles. ¿En serio Oswald mató solito a Kennedy?

—¡Obvio! Mire éste: “Maradona implicado en una causa por el secuestro de cuatro tortugas en Pretoria, finalmente liberadas gracias a una acción relámpago de la inteligencia alemana”. O este otro: “Ramón sospechado en el desarme ilegal de viejos modelos de autos Ford”. ¿Quiere más?

—Smart, tenga piedad: conocer ese tipo de información es muy riesgoso.

—¡Cállese y escuche! “Caruso Lombardi denunciado por la Asociación de Actores por ejercicio ilegal de la profesión.” “Abreu, Coloccini y Carrario involucrados en el lavado de diferentes divisas.” “Cinco agentes siguen a Cristian Fabbiani cada noche para investigar su interés por el esperanto y otras lenguas.” ¡Estoy lleno de primicias!

Basta. No quise ver las fotos comprometidas de Ameal con Falcioni, ni a De Tomaso con la camiseta de River y mucho menos a Batista disfrazado de Piñón Fijo. Smart me regaló tres cedés con información clasificada, facturó una Biblia, me guiñó el ojo y se fue, tropezándose con un mozo, la máquina de café, dos cronistas y la fotocopiadora.

Eso sí: rechacé el cheque en blanco que me ofreció la embajada para que le cuente a quiénes suelo llamar El Enganche Melancólico y El Doctor Balbuceante. Que sufran. Hay cosas que uno no debe revelar ni por todo el oro del mundo, compatriotas.