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sexo y poder

El brioso Berlusconi

El primer ministro debe enfrentar a la Justicia por sus presuntas fiestas de placer. Tres mujeres serán las que decidirán sobre su futuro. Italia y las notti magiche.

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Las manifestaciones exigiendo la dimisión de Il Cavaliere llegaron hasta la propia Arcore, escenario principal de sus escaladas sexuales. La marcha convocada por el Pueblo Violeta (un movimiento social para el cambio ciudadano vía Facebook, con más de 230 mil seguidores), reunió en Milán a centenares de personas que portaban carteles con leyendas tales como “Fuera las prostitutas del Estado”, “Limpiemos la ‘putocracia’”, o “Ci Ruby la dignità” (juego de palabras entre “rubi”, robas, y “Ruby Robacorazones”, una joven marroquí involucrada en una saga sexual con el primer ministro). No faltó una bandera tricolor con lingerie fina en el centro.
Los jóvenes del Pueblo Violeta, surgidos hace dos años, exigen la renuncia de Berlusconi, reclamo que han redoblado en coincidencia con la ola de indignación que produjo la investigación judicial que atribuye a Il Cavaliere presuntos delitos de prostitución de menores y abuso de poder.

Quien entendió en esta instancia, la jueza Cristina di Cenzo, dictó el inmediato proceso, aceptando la tesis de los fiscales de que las “pruebas evidentes” eran más que suficientes para tal medida. Los magistrados creen poder acreditar la existencia de una relación “non sancta”; además, en la noche del 27 de mayo y la madrugada del 28, Karima el Marugh –así se llama Ruby– fue detenida en la Jefatura de Policía de Milán, acusada por una prostituta de haberle robado un reloj y 3 mil euros. En aquel momento, Il Cavaliere telefoneó a los responsables policiales y les dijo que Ruby era pariente del entonces presidente egipcio Hosni Mubarak. Si bien ambas personas podrían hermanarse hoy en la desdicha de una mala reputación, lo cierto es que no había vínculo sanguíneo y que se trató de una estrategia de Silvio Berlusconi para presionar a los policías y lograr que ellos dejaran a Ruby en manos de su amiga, Nicole Minetti, parlamentaria regional de Lombardía. Los agentes cumplieron con la orden policialmente, esto es, levantando actas de todo. La decisión de liberar a Ruby contradijo la disposición de una jueza de menores que ordenó internarla en una comunidad especializada. Estos hechos configuran el segundo delito del que acusan a Berlusconi: la concusión, o abuso de los poderes de jefe del Ejecutivo italiano, castigado con hasta diez años de cárcel.
Conocida la noticia, cientos de miles de mujeres se unieron al reclamo del Pueblo Violeta y se convocaron en las calles de toda Italia. Tampoco faltaron el apoyo de los intelectuales ni los cacerolazos, como en Florencia.

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Lo que hubieran podido ser golpes letales y definitivos a la carrera política de cualquiera, no son tales todavía en el caso de Il Cavaliere, que algunos dolores de cabeza ha tenido en estos 17 años de incidencia directa en la vida política italiana; los mismos tiernos 17 con los que contaba la marroquí “Ruby Robacorazones” cuando, según los fiscales de Milán, mantuvo relaciones sexuales pagas; idénticos 17 al número de muertos electrocutados el 28 de febrero de 2011 en Bandeiro do Sul durante el carnaval brasileño; iguales 17 al número que representa la desgracia para la quiniela, así como la pierna de mujer es el 77.
Berlusconi rechaza piafante todas las acusaciones y sostiene que es víctima de una conspiración de los comunistas, la magistratura y los medios de comunicación. Ruby –que en una escucha telefónica afirma haberle pedido 5 millones de euros a cambio de cerrar la misma boca que antes abrió a cambio de menos– desmiente haber tenido relaciones sexuales con Il Cavaliere aunque admite que el jefe del Gobierno le regaló 7 mil euros. Dice también que engañó a Berlusconi diciéndole que era pariente de Mubarak y que era mayor de edad. Fue cuando ser pariente del egipcio era cool en Italia, novedoso y atrevido a un tiempo, mucho más que fashion.

Viéndola, que Ruby fuera mayor de edad era apenas un formalismo.
Tres magistradas serán las que juzguen al primer ministro de Italia: Giulia Turri, Carmen D’Elia y Orsola De Cristofaro. El premier está triste, ¿qué tendrá el premier? La presidenta del tribunal, Giulia Turri, es milanesa, tiene 48 años y está considerada como una magistrada muy experimentada. En marzo de 2007, Turri llevó adelante el caso “Vallettopoli”, que condujo a la clausura de algunos locales de celebrities en Milán por consumo de drogas. En dicho proceso, firmó la orden de arresto del fotógrafo Fabrizio Corona, amigo del presentador Lele Mora, a su vez compañero de juerga de Berlusconi y acusado también dentro del caso Ruby por proxenetismo. En noviembre de 2008, la magistrada mandó a juicio a un abogado de Berlusconi, Massimo María Berruti, en un caso del proceso “Mediaset” (empresa italiana dedicada a la comunicación televisiva). La inolvidable película de Ettore Scola se llamó Brutti, sporchi e cattivi (Feos, sucios y malos); con algunas supresiones y aditamentos, la comedia a la italiana no cesa.

Otra de las integrantes del tribunal es Carmen D’Elia, milanesa de 44 años, que formó parte ya hace una década de un tribunal ante el que declaró como imputado a Silvio Berlusconi en el caso de la venta del grupo alimenticio SME, en el que el mandatario fue absuelto. Será contra su voluntad, pero Il Cavaliere pasa casi tanto tiempo en Tribunales como con las bellas “velinas” (mujeres de piel suave, sustantivo que enlaza en su etimología a la Roma Antigua con la censura mussoliniana).
Recientemente, D’Elia fue, junto a Orsola De Cristofaro, una de las juezas del sonado proceso a la Clínica Santa Rita, de Milán, que acabó con la condena a 15 años y medio de reclusión para el cirujano Pier Paolo Brega Massone, acusado de lesiones graves y gravísimas y de supuestas intervenciones inútiles. Aparentemente, Berlusconi no está involucrado.

Orsola De Cristofaro cierra el trío de magistradas; ha sido fiscal y jueza de instrucción. Si las tres juezas que forman el tribunal consideran culpable en primera instancia al primer ministro italiano, tienen a su disposición un artículo que castiga la prostitución de menores con una pena de seis meses a tres años de reclusión. Por abuso de poder, la pena es entre cuatro y 12 años de cárcel.
El futuro de Berlusconi parece sombrío y, eventualmente, solitario, lejos de esas noches mágicas de las que acaso lo hagan despertar las Cuatro Jinetes de su Apocalipsis personal. Siendo Italia la primera importadora de petróleo libio y la segunda exportadora de armas a Muamar Kadafi, tal vez se avecinen nuevos insomnios.