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Destrucción. Las críticas de un lector reviven imágenes de la tragedia bélica en Ucrania. | NA

El lector Osvaldo Albano hace referencia, en su carta publicada hoy en el Correo, a mi columna del domingo 28 de enero, que titulé “Los periodistas en zona de guerra se tutean cada día con la muerte”. La idea central de ese texto es registrar los riesgos letales que enfrentan los corresponsales de guerra en zonas de conflictos bélicos. El balance anual de Reporteros sin Fronteras y los registros de la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y de la Unesco son en verdad alarmantes.

Mi texto está centrado en dos regiones devastadas por los enfrentamientos armados entre naciones y también entre naciones y organizaciones armadas que ejercen el terror como ingrediente central de sus acciones: Ucrania y la Franja de Gaza, fronteriza con Israel.

Lo que comenta el lector es un párrafo de ese artículo referido al conflicto derivado de la invasión rusa a Ucrania, que lleva ya dos años de destrucción y muerte. Quiero aclararle al señor Albano que no considero atinada una afirmación de su carta: “Una lógica elemental determina que ese ataque es del ejército ucraniano y no de los rusos, de modo que por su frase que antecede en vuestra editorial a la descripta aquí arriba, parecería que es al revés”.

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En verdad, en ningún tramo de la columna aludida se indica a qué bando se responsabiliza por el cruento ataque a dos objetivos civiles de la ciudad ucraniana de Donetsk, habitada por una mayoría de origen ruso y ocupada por Rusia. El fragmento no atribuye responsabilidad por el ataque, y tampoco se infiere que este haya sido consumado por los rusos. De hecho, se agrega en el texto cuestionado: “La portavoz de la Oficina de Derechos Humanos (de la ONU), Raviina Shamdasani emitió un comunicado en el que revela: ‘Estamos tratando de obtener más información sobre el ataque, a pesar de nuestra falta de acceso a Donetsk y a otras zonas de Ucrania ocupadas por Rusia. Actualmente estamos verificando los informes preliminares que indican que en el ataque murieron civiles’”. Y agregaba mi nota: “Según informaciones de prensa, el ataque dejó al menos 28 muertos y treinta heridos”.

Respeto la postura del lector Albano en apoyo a los intereses de Rusia en la región de Dombás, en disputa desde hace años. Donetsk es hoy la llamada República Popular de Donetsk y es administrada de facto por Rusia.

Contexto. Reproduzco un fragmento del más reciente informe de Reporteros sin Fronteras (RSF) sobre la situación de la prensa en Ucrania:

“El panorama mediático ucraniano es diverso, pero está mayoritariamente en manos de los oligarcas, que controlan todas las cadenas de televisión nacionales. El sector está sufriendo de lleno el impacto de la agresión rusa, que desestabiliza el trabajo de las redacciones e incluso amenaza su supervivencia económica. En los territorios controlados por Rusia –Crimea, anexionada en 2014, el Dombás y las zonas que ha ocupado el ejército en 2022– la prensa ucraniana ha sido reducida al silencio y casi siempre sustituida por propaganda del Kremlin. Ya antes del enfrentamiento armado, la ‘guerra de la información’ con Rusia había creado un clima tóxico en Ucrania: prohibición de los medios considerados pro-Kremlin por decreto presidencial, restricciones de acceso a las redes sociales rusas. Esta contienda informativa se ha intensificado desde la invasión liderada por Moscú. Los medios que se hacen eco de la propaganda rusa han sido bloqueados, mientras que el ejército ruso apunta deliberadamente a periodistas, medios e infraestructuras de telecomunicaciones para impedir a la población ucraniana acceder a una información independiente”.