América Latina hoy sería un espacio de menor bienestar si no hubiera contado con las ideas de la Cepal. El próximo 10 de enero, la Secretaria Ejecutiva, Alicia Bárcena, celebrará en Santiago de Chile con una mesa de debate, a la que invitó a sus antecesores (Iglesias, Rosenthal, Ocampo y Machinea), los 70 años de la Cepal.
El puntapié inicial lo dio el argentino Raúl Prebisch, en 1949 con el Manifiesto Latinoamericano titulado “El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas”. Prebisch era, entonces, el economista latinoamericano más importante. Había sido, durante los años de la depresión económica de los ‘30s, Subsecretario de Finanzas y creador y primer presidente del Banco Central de Argentina. A lo largo de los años, las ideas de la Cepal se enriquecieron de contribuciones de un amplio conjunto de intelectuales latinoamericanos.
La Cepal siempre fue pionera. Cuando desde la Cepal comienzan a plantear la cuestión de la industrialización y el desarrollo latinoamericano, la ciencia económica en los países centrales estaba monopolizada por los Foundations de Samuelson que trataba del análisis estático de corto plazo. Unos pocos como Joan Robinson en Cambridge (Reino Unido) empezaban a estudiar el tema del crecimiento en una economía típica. Pero la idea del subdesarrollo no existía como categoría de análisis, y en el mejor de los casos, era considerada una etapa en un camino lineal al desarrollo.
El desarrollo, para la Cepal, fue considerado, desde el trabajo seminal de Prebisch, un proceso de cambio de estructuras económicas y sociales, determinado por la existencia de países centrales y periféricos estructuralmente diferentes, con dinámicas internas distintas y roles diferenciados en el sistema internacional.
En el centro se desarrollan, aplican y difunden las técnicas modernas de producción.
En la periferia, atrasada, la aplicación de los métodos de producción modernos solo se concentra en los sectores exportadores y se traduce en problemas estructurales al interior de sus economías y en ganancias acumuladas para el centro, que accede a productos mejores más baratos. En la periferia, la diferencia entre la productividad del sector primario exportador y el resto de la economía determina una baja productividad promedio, reduce la posibilidad de elevar la tasa de ahorro, y limita la acumulación de capital, crecimiento y empleo.
La estructura de la periferia es concentrada y heterogénea, y la de los centros es diversificada y homogénea. La vulnerabilidad de la estructura productiva de la periferia se expresa en el perfil de su comercio exterior. La periferia exporta bienes primarios de bajo valor agregado y escaso dinamismo, e importa bienes y servicios de alto valor agregado y dinamismo. El patrón de consumo derivado de la estructura social y las demandas tecnológicas derivadas de la estructura económica excede la capacidad de generación doméstica de divisas y lleva a un desequilibrio externo estructural. Esta asimetría y la persistencia del subdesarrollo se agudizan, con el transcurso del tiempo. Las distintas elasticidades-renta entre los bienes primarios y los industriales, las asimetrías en la apropiación de las rentas derivadas de los avances tecnológicos, las consecuentes brechas salariales entre el centro y la periferia, deterioran los términos de intercambio, agudizando la vulnerabilidad y fragilidad externa de la periferia.
La Cepal nunca estudió en abstracto las condiciones que determinan el desarrollo. A los largo de estos 70 años ha sido centro de pensamiento y reformas para el desarrollo desde América Latina y por América Latina. Sus análisis, datos y espacios de diálogos sobre el financiamiento internacional, la inversión extranjera directa, la integración regional, la transformación productiva y los pactos para la igualdad han apoyado reflexiones, reformas y mejoras institucionales en los países de la región. En momentos de tanta incertidumbre y desconcierto sobre el rumbo de América Latina y del mundo, la Cepal, hoy como ayer, es un centro de reflexión fundamental para pensar qué región queremos ser.
*Economista UBA. Consultor internacional.