Las medidas adoptadas por Mauricio Macri desde su asunción ya permiten evaluar su estilo de gestión y líneas de pensamiento. Diálogo, búsqueda de consensos y un gran pragmatismo son quizás las características más destacadas.
Según lo anunciado en el minuto uno de su gestión los ejes estratégicos serán: unidad de los argentinos, pobreza cero y control del narcotráfico. Una excelente y ambiciosa visión de país.
Hasta ahora podemos afirmar que la actitud no fue pasiva al extremo que hubo un fallido intento de designar dos jueces de la Corte Suprema por decreto, aunque es dable pensar que el verdadero objetivo de tal decisión fue una forma de probar hasta dónde tensar a la clase política para poder poner en marcha una serie de medidas que permitan ordenar el punto de partida de su mandato.
Devaluación versus precios. En materia económica se destaca el levantamiento del cepo cambiario, principal escollo para implementar un programa económico integral que permita desactivar finalmente lo que era una verdadera bomba.
El dilema que se plantea frente a esa decisión es cómo impactará en el poder adquisitivo de la gente por el traslado a precios. De hecho hay quienes piensan que el mero anuncio acerca de la celeridad en su levantamiento contribuyó a generar expectativas devaluatorias e inflacionarias con las consecuentes tensiones de precios del mes de diciembre, como también los que creen que la devaluación ya estaba hace tiempo sincerada en los costos de los bienes y servicios.
Como fuere nuestra historia muestra que en general esa premisa se hace realidad al menos que se adopten medidas complementarias para pasar dicho trance sin llegar a niveles de conflictividad no deseables y que atiendan a los más desprotegidos. Por caso la desgravación del IVA para los artículos de la Canasta Básica Alimentaria podría ser una medida para paliar los efectos de dicha coyuntura.
El inevitable traslado a precios de una devaluación tiene diferentes fundamentos técnicos que son importantes monitorear si se pretende minimizar dicho impacto. El aumento de costos internos, la mejora de competitividad externa y el “por las dudas” son algunos de los más importantes.
El aumento de costos se produce ya que casi todos los oferentes de bienes y servicios en nuestro país en mayor o menor medida requieren insumos o servicios importados para poder desarrollarse. Dichos insumos deberán ser pagados ahora a un dólar de mayor valor.
La mejora de competitividad de los sectores exportadores se da naturalmente y es por demás positivo ya que son los únicos generadores genuinos de una mercancía tan preciada como son los dólares. Ahora bien, ¿por qué pensar que le darán prioridad a vender sus productos en el mercado local resignando potenciales beneficios de vender en el extranjero con un nuevo tipo de cambio y en muchos casos también sin retenciones?
Y el famoso “por las dudas” es una simple cuestión de expectativas. En Argentina quizás éste sea el factor de mayor peso por nuestra historia. En síntesis, nadie está dispuesto a vender un bien a un precio menor al que cree que puede ser su costo de reposición.
Esperemos que las medidas a adoptar a partir de liberarnos de este importante escollo, el cual elimina en principio la brecha con el dólar paralelo, puedan paliar sus potenciales efectos negativos y encaminarnos en la senda del crecimiento. La convocatoria a un Consejo Económico y Social a fin de llegar a un acuerdo de convivencia entre todos los actores económicos es una buena señal para tal fin.
La brecha social, el verdadero desafío. Más allá de la importancia de la unificación del mercado cambiario, subsiste en algunos la noción de que estamos profundamente divididos por dos visiones antagónicas de país que están enfrentadas, lo que constituye una supuesta brecha social.
Lo que parece evidente es que la voluntad de un cambio en el modo de percibir y hacer política que manifestó la ajustada mayoría que eligió al nuevo gobierno es compartida por una vasta proporción de quienes en el ballottage votaron por la otra opción. Los resultados de las elecciones primarias son una muestra de ello.
Quienes componemos esa amplísima mayoría de los argentinos no queremos ni merecemos ser encerrados en la falsa alternativa que representan el extremo populismo y/o el extremo liberalismo y en todo caso las discrepancias que puede haber entre nosotros son los matices que nos diferencian a la hora de encontrar las mejores soluciones a los problemas compartidos.
La pobreza y el narcotráfico son dos de los principales problemas compartidos y fue un certero diagnóstico del presidente Macri haber fijado la lucha contra ambos como dos de los ejes estratégicos de su gobierno.
Si logra construir amplios acuerdos en políticas de Estado de largo plazo para abordar esos problemas, el gobierno que preside habrá sabido expresar la voluntad de quienes lo votaron y quienes no lo votaron, y avanzar en el tercer eje estratégico mencionado en su asunción: la unión de todos los argentinos.
*Presidente de FIDESnet.