En la historia de la Argentina el desatino abunda. A esa abundancia contribuyó la Presidenta, el jueves pasado, en el discurso que pronunció en el acto en el cual se selló el acuerdo entre el Gobierno y la Asociación del Fútbol Argentino para la televisación de los partidos de los torneos de Primera División. La equiparación que la Dra. Fernández de Kirchner hizo entre el “secuestro de los goles” y los secuestrados, torturados y desaparecidos durante la sangrienta dictadura militar que asoló a nuestro país entre 1976 y 1983 fue de un infortunio mayúsculo y grosero que marca, además, la falta de límites propia de los Kirchner en la utilización que, con fines políticos, siguen haciendo del doloroso tema de las violaciones a los derechos humanos que padecieron miles de compatriotas. Como lo reconoció alguien que suele defender a los Kirchner a capa y espada, “esto fue un exabrupto imperdonable”, sobre todo porque Julio Grondona, con quien la Presidenta compartía el proscenio y a quien en su alocución aludió como el titular de la AFA, fue designado presidente de la institución en la época en que el almirante Lacoste pisaba fuerte en el negocio del fútbol y era el patrón de la cancha.
La semana que pasó mostró el recupero del ímpetu por parte del Gobierno. Esto es el producto de dos circunstancias: la primera, la estrategia del matrimonio presidencial de actuar como si el resultado de las elecciones del 28 de junio pasado no existiera; la segunda, la ausencia de líneas de acción claras por parte de la oposición que, desde el día después de los comicios, está enfrascada en dirimir sus internas políticas y problemas personales. “Actúan como si ya fueran poder”, reconoce alguien que vive esa realidad con una mezcla de sorpresa y preocupación.
Por el lado del peronismo no K, la decisión de la senadora Roxana Latorre de firmar en disidencia el dictamen de comisión que habilitó el tratamiento de la prórroga de las facultades delegadas en la Cámara alta descolocó, y mucho, a Carlos Reutemann. Sus opositores aprovecharon para insistir con la idea del pacto con el Gobierno, una idea que a los Kirchner los seduce y que para la salud política y el futuro del ex piloto de Fórmula 1 es letal. Esto es algo que Néstor Kirchner siempre buscó. Juan Carlos Mazzón, eterno operador de cuanto gobierno peronista ha habido desde 1983 a la fecha, fatigó el celular del ex gobernador santafecino durante toda la campaña sin éxito. Sin embargo, esto, sumado a otras actitudes y expresiones del ex presidente en funciones, hizo cundir las sospechas sobre la existencia de un pacto Kirchner-Reutemann. La consecuencia de tales sospechas le significó a Reutemann no sólo el recrudecimiento de sus dolores de espalda sino también la pérdida de gran cantidad de votos que hicieron de la elección en la provincia de Santa Fe una de las más reñidas en toda su historia.
Debido a estos antecedentes es que Carlos Reutemann reaccionó vehementemente contra esta determinación de la senadora Latorre. Alguien que habló ayer con él quedó impresionado con el nivel de su enojo. Dicen los que lo conocen bien que pocas veces se lo vio así. Hay que recordar que la senadora Latorre ya había complicado a su ahora ex jefe político cuando se conoció el escándalo de las garrafas sociales que se ofrecían a bajo precio en varias unidades básicas de Rosario como anzuelo para buscar la cooptación del voto de aquellos que, en el valle de carencias en el que trascurren sus vidas, son rehenes de estas prácticas clientelares. En el Gobierno hay voces que señalan que Latorre supo tener buena relación con funcionarios del Organismo de Control de Comercialización Agropecuaria (ONCCA) sobre el que la inquina de los ruralistas no para de crecer.
Para Reutemann, quien aún no se ha recuperado de los efectos nocivos que para su salud tuvo la última campaña electoral, el daño que le acarreó este episodio es grande. Sus opositores, que no han desaprovechado la oportunidad para caerle encima, dicen que “es impensable suponer que Reutemann no supiera nada de todo esto”. “El Lole no sabía nada sobre esto”, replican desde sus filas en donde, no obstante, reconocen que “el hecho de no saber lo deja mal parado y genera dudas sobre su real capacidad de liderazgo”.
En lo que los unos y los otros están de acuerdo es que éste ha sido un misil de Néstor Kirchner hacia Carlos Reutemann. “Muchos creyeron que el Dr. Kirchner estaba políticamente muerto después del 28 de junio. Se equivocaron. Néstor está”, describe alguien que conoce lo que está pasando al interior del Gobierno.
Una muestra clara de los efectos negativos que sobre la figura de Reutemann tuvo la “firma en disidencia” de la senadora Latorre se vio este fin de semana en Peyrano, una localidad del sur de Santa Fe, en donde se reunieron representantes de la Federación Agraria de cuarenta localidades de esa provincia. Ahí, a Reutemann y a su gente les dijeron, menos bonitos, de todo. Los allí reunidos también esbozaron un plan de lucha que aspiran a que la Mesa de Enlace convalide para ponerlo en práctica a partir del mes de septiembre, consistente, entre otras cosas, en cese de comercialización de granos y una marcha a Buenos Aires el 10 de diciembre, día en que asumirán los nuevos legisladores electos.
Habrá que ver qué pasa con el pedido de tregua que hizo público el conjunto de las entidades, varios de cuyos dirigentes bien hicieron en apresurarse a criticar los lamentables y reprochables episodios de furia que protagonizaron quienes pretendieron ingresar por la fuerza al Congreso, el jueves pasado, durante la sesión de la Cámara de Senadores. ¿Néstor Kirchner escuchará? ¿La palabra “tregua” formará parte de su ideario metodológico de acción política?
Hablando de la sesión de la Cámara alta en la que se aprobó la ley de prórroga de las facultades delegadas, también se hizo lo propio con la declaración de la emergencia agropecuaria en la que había un artículo que eliminaba las retenciones en 22 departamentos de la provincia de Buenos Aires y las reducía en un 50% en otros 15 distritos. “Eso no se va a aplicar”, afirma con vehemencia alguien que lo votó. Este es un triste ejemplo de lo que sucede cuando se defienden proyectos a libro cerrado, sin leer lo que se vota.
En la oposición las miserias también abundan. “No hay caso, no pueden sustraerse de las peleas personales”, se quejaba con amargura una voz del Acuerdo Cívico y Social, en donde casi todo parece ser desacuerdo. Y así, un día, el titular de la UCR, Gerardo Morales, dice que tiene diferencias con Elisa Carrió y al siguiente, que tiene coincidencias. En sus declaraciones públicas, Margarita Stolbizer dice que no hay que dramatizar sus discrepancias con Carrió pero, en privado, quienes conocen la cocina expresan que para la ruptura es tan poco lo que falta que es como si no faltara casi nada.
“Así no tenemos futuro”, reconoce uno de los dirigentes del Acuerdo que tuvo un alto protagonismo en las últimas elecciones.
Por el lado del peronismo no kirchnerista, las cosas tampoco están mejor. Francisco de Narváez parece seguir en unas largas vacaciones tras el triunfo del 28. Después de un par de duras reuniones, en las que como se recuerda, proclamó como presidenciables a Felipe Solá y a Mauricio Macri, su repentino bajo perfil es algo que muchos de sus seguidores no llegan a comprender bien. Mauricio Macri, por su parte, ha dicho que quiere lanzarse a la carrera presidencial. Ocurre, empero, que el desempeño electoral de su fuerza en las última elecciones no lo ha dejado bien parado. Desde su entorno culpan por ello a Gabriela Michetti. Macri debería elevar su mirada por arriba de esa visión miope y agudizar el oído. Escucharía el descontento y la desilusión con su gestión de muchos de los que lo votaron con fervor en 2007. Por otra parte, su ausencia del acto en memoria de las 85 víctimas del atroz y hasta hoy impune atentado terrorista contra la AMIA –seguramente porque sabía de la dura crítica que iba a recibir allí como consecuencia del nombramiento del comisario Jorge Palacio como jefe de la nueva Policía Metropolitana– demuestra que, a pesar de sus dichos referidos a la búsqueda de una nueva forma de hacer política, la realidad demuestra que es más de la misma vieja política.
A todo esto, la sociedad observa y, como producto de esa observación, se pregunta: ¿tan difícil es entender el mensaje de las urnas?
Producción periodística: Guido Baistrocchi