Lo lindo del fútbol va más allá del gol al ángulo, el lujito o el quite tirándose al piso. Lo lindo de este deporte es el valor que alcanza el trabajo en conjunto, el lazo de hermandad que se genera entre pares que saben que para alcanzar un objetivo van a tener que pelear todos juntos y hasta el final. No hay un Messi por equipo, entonces el caballito de batalla tendrá que ser la unión. La creación de un grupo e inculcar el sentido de pertenencia para que el éxito llegue y sea colectivo.
Este es el camino que adoptó Defensa y Justicia, el equipo sensación de esta Superliga. Sin privilegios y con humildad, así fue trabajando su idea Sebastián Beccacece. El entrenador atraviesa su segundo ciclo en el club y genera la ilusión de todos los hinchas. Un tipo obsesivo con la capacidad de reinventarse para que sus planes sean exitosos. Con Bielsa como bandera y el laburo constante como método, el ex ayudante de Sampaoli hoy lleva adelante un plantel de jugadores que nos enseñó a todos que “los nombres” no ganan partidos.
Hace años que Defensa viene contratando jugadores que no tienen lugar en sus equipos, porque están tapados por futbolistas con más experiencia o no son del gusto de sus técnicos. Como si fueran los excluidos, en Varela gran parte de ellos consiguieron un nivel que los catapultó a clubes más grandes o a tener mayor relevancia en los equipos dueños de sus pases. Lisandro Magallán llegó de Boca, alcanzó un nivel muy alto en Defensa y tras su vuelta al Xeneize fue vendido a Ajax de Holanda. Otro ejemplo es Gabriel Arias, el actual arquero de Racing, que es figura en la Academia y forma parte de la selección de Chile.
El Halcón hoy solo cuenta con cuatro futbolistas surgidos de las inferiores, se destacan Nicolás Fernández e Ignacio Aliseda. Aunque eso no influye en el mensaje y el trabajo. Tampoco modifica los planes el hecho de que el plantel suela desarmarse cada seis meses o, como mucho, un año. Los jugadores que van llegando se adaptan al sistema y son buscados para cumplir un rol específico en sus posiciones. En cuanto a esta situación, es fundamental el vínculo entre Christian Bragarnik y José y Diego Lemme, presidente y secretario del Fútbol Profesional y Juvenil del club. El empresario desmiente ser gerenciador y dice trabajar en conjunto con ellos.
Los jugadores y técnicos que formaron y forman parte de Defensa y Justicia fueron piezas fundamentales que respetaron un proyecto que viene desde hace varios años. Generar esa identidad, más allá de los resultados, es otra de las claves del éxito que vienen cosechando. Esto se ve reflejado cuando se analiza a los entrenadores que pasaron desde 2011, cuando la relación entre Bragarnik y el club se afianzó: Ricardo Rodríguez empezó este ciclo con un perfil de juego mucho más ofensivo. Siguió con Julio Ricardo Villa, Jorge Almirón y Diego Cocca; este último fue quien logró el ascenso a Primera en 2014. Siguiendo con la misma línea, aparecieron Darío Franco, José Turu Flores, y acá se produce el gran salto, ya que asume Ariel Holan. Con el actual técnico de Independiente, Defensa mostró un fútbol de gran calidad y buenas ideas. Cuando Holan abandonó su cargo, fue sucedido por Beccacece, quien también exhibió un buen rendimiento en el equipo, hasta que se fue con Sampaoli a la Selección. Nelson Vivas tomó el mando, luego vino Juan Pablo Vojvoda y ahora, otra vez, Beccacece. Puede gustar o no el estilo, pero es imposible no coincidir en que con mayor o menor calidad, se continuó con un proceso. Llevó años y los resultados saltan a la vista.
El equipo cuenta con una columna vertebral definida y de muy buen pie. La confianza del arquero Ezequiel Unsain, sumada a la solidez de Lisandro Martínez y a la experiencia del capitán Alexander Barboza, sirven para ordenar el equipo desde el fondo. Quien maneja los hilos es Leonel Miranda, amo y señor del medio. El otro volante estrella es Matías Rojas, goleador con siete tantos. Y si hablamos de goles, Uvita Fernández y Fernando Márquez son los delanteros encargados de pivotear y convertir. Una estructura muy bien trabajada en la que cada uno forma parte de un todo y siempre hay una carta bajo la manga o un resto de aire más. No es casualidad que 9 de los 27 goles que lleva en este torneo fueron convertidos en los diez minutos finales de cada partido (tres en tiempo adicionado).
“No creo en superhéroes ni en salvadores, creo en lo colectivo, en el conjunto”, le dijo Beccacece a Clarín hace unos días. Se nota esa idea, se ve en el juego y en cada partido de Defensa y Justicia. Como un halcón sobrevolando sereno y mostrando sus majestuosas alas, esperando ese momento para bajar a toda velocidad y en pleno vuelo, sacar a relucir sus garras y llevarse la presa que acecha. Ante esta oportunidad de seguir haciendo historia, Defensa nos da una sola certeza: va a pelear hasta el final.