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¡LARGA VIDA AL REY!

La carrera de Federer, una obra artística que cambió la historia del tenis

Tras el anuncio de su retiro, más de una generación ya siente el vacío de su ausencia, la orfandad de no poder gozar nunca más con sus memorables partidos, convertidos en inspiración de los mejores escritores del mundo. El suizo fue, sobre todo, un artista que también modificó para siempre las lógicas de entrenamiento: antes entrenadores y científicos buscaban optimizar la técnica en juveniles con figuras computarizadas. Desde hace un tiempo, esos dibujos se reemplazaron por imágenes y videos de él, que según especialistas tenía movimientos “perfectos”.

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Roger Federer. | juan salatino

¿Habrá alguna vez en el circuito un golpe más artístico que el revés de Roger Federer? ¿Qué será del tenis sin su arte? ¿Qué será del arte sin su tenis? El suizo anunció su retiro y buuum, una bomba de nostalgia nos sacudió de repente. A lo largo y ancho del mundo. Más de una generación ya siente el vacío de su ausencia, la orfandad de no poder gozar nunca más con esos cuadros estilísticos que representaban sus partidos en un deporte que lo tuvo como protagonista casi dos décadas.   

Quedará la discusión vana sobre si es el mejor de todos los tiempos, algo que estos días reunió un consenso que prácticamente lo homologa. “Federer es el jugador más grande de todos los tiempos e, increíblemente, lo es justo ahora, mientras estamos vivos y lo podemos ver”, escribió hace cinco años el escritor italiano Alessandro Baricco

Antes que un tenista eximio y brillante, Federer fue y es un artista. Un artista retratado, dibujado y escrito. ¿A cuántos deportistas les dedicaron capítulos o libros enteros autores de la talla de Paul Auster, John M. Coetzee, David Foster Wallace o del citado Baricco? ¿No es esa una muestra del enorme tamaño artístico de su carrera?  

¿Qué será del tenis sin su arte? ¿Qué será del arte sin su tenis?

“Federer haciendo una volea cruzada de revés. Y me pregunto: ¿acaso es realmente la estética, o únicamente la estética, lo que da vida a esos momentos para mí?”, escribió Coetzee, el autor sudafricano Premio Nobel de Literatura, en el libro Aquí y ahora, un diálogo epistolar entre él y Auster en el que cruzan ideas sobre sus vidas, sus estados de ánimo, arte, deporte, historia y política. “Uno empieza envidiando a Federer, de ahí pasa a admirarlo, y por fin termina ni envidiándolo ni admirándolo, sino exaltado ante la revelación de lo que puede hacer un ser humano, o por lo menos uno como él”, completa Coetzee. Esa admiración, desde ahora, no tendrá más capítulos en vivo. Quedará, como todo, destinado a Youtube, ese archivo inconmensurable del pasado, que también representa un vacío: lo que fue y ya no es. 

 

¿Por qué Federer cambió los entrenamientos en todo el mundo?

Hay otra manera de medir la importancia de Federer en la historia del tenis más allá de lo evidente, de lo que se veía en un estadio o en TV, de sus 20 Grand Slams o de los 103 títulos que ganó en toda su carrera. La manera es observar entrenamientos de jóvenes que están aprendiendo a jugar al tenis, en Argentina y en cualquier parte del mundo. Hasta hace algunos años, los entrenadores que enseñaban y buscaban optimizar la técnica de sus alumnos y alumnas a través de la biomecánica –el estudio del movimiento humano– usaban como modelo figuras dibujadas o computarizadas. Desde hace un tiempo, esos dibujos se reemplazaron por imágenes y videos del suizo, que desde la fase inicial hasta la final reúne movimientos que los especialistas consideran “perfectos”.

La importancia de Federer va más allá de lo evidente: los 20 Gran Slams o los 103 torneos ganados

Federer se mantuvo indemne y sano en un deporte que dejó y deja maltrechos a los jugadores que lo practican. La simpleza, eficacia y elegancia de sus golpes y desplazamientos que muestran como ejemplo entrenadores y científicos no es solo una cuestión estética: con el tiempo se convirtió, sobre todo, en una cuestión de salud. El método para sobrevivir y perdurar en un ámbito de lesionados crónicos: Federer se retira con 41 años, diez años más que uno de sus rivales contemporáneos, Andy Murray, que lo hizo con 31. El suizo siempre fue más grande que el español Rafael Nadal y el serbio Novak Djokovic; sin embargo, nunca sintió esa diferencia de edad. Ya lo escribió Baricco, y hace falta volver a leerlo para recordar dónde estábamos cuando Federer hacía historia. “La diferencia fundamental entre Federer y los demás tenistas del planeta no es la que resulta más evidente, es decir, el hecho de que, a la larga, sea él quien gane. Eso es un corolario, tal vez una coincidencia, a menudo una consecuencia lógica. La verdadera diferencia entre él y los demás, como todo el mundo sabe, es que los otros juegan al tenis, mientras que él hace algo que tiene más que ver con la respiración, o con el vuelo de las aves migratorias, o con la fuerza renovada del viento en la mañana”.