COLUMNISTAS
DESAFÍO 2020

El futuro llegó, hace rato

El 2020 puede traer cambios en los nombres de los protagonistas y las marcas, pero no cambiará los temas de conversación en torno a los medios, las redes y la información.

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Argentina. El Whatsapp es la plataforma más usada. | cedoc

Nuevas aplicaciones y tecnologías, viejas discusiones sobre medios, periodismo y regulación.  El 2020 puede traer cambios en los nombres de los protagonistas y las marcas, pero no cambiará los temas de conversación en torno a los medios, las redes y la información. Mientras Whatsapp mantiene su estatus como plataforma más usada por los argentinos y argentinas, Instagram sigue creciendo, y TikTok atrapa a los menores de 25, la ciudadanía, los productores profesionales de información, los expertos y los políticos enfrentaremos los mismos dilemas en torno a los medios y la comunicación, que no por conocidos serán más fáciles de resolver.

En la Argentina, un nuevo mandato presidencial implica, como de costumbre, cambios en la regulación de los medios públicos y la comunicación estatal. Por ejemplo, la Secretaría de Medios y Comunicación Pública reunirá las competencias de las ex secretarías de Medios Públicos y de Comunicación Pública. El mismo funcionario manejará tanto los medios como la pauta oficial, lo que implica posibles conflictos de intereses entre las dos áreas. El presidente Alberto Fernández anunció en su discurso inaugural que reemplazará la pauta oficial por contenidos educativos, aunque todavía no hay información precisa sobre la manera en que se implementará esta iniciativa.

El nuevo gobierno deberá, además, hacerse cargo de los cambios en la regulación de medios que quedaron pendientes de la administración anterior. Tal vez, éste sea el año en que los medios públicos dejen de depender del Poder Ejecutivo, y se transparente la asignación de recursos de pauta oficial. Sin embargo, es más probable que, como todos los años desde la vuelta de la democracia en 1983, cambien los nombres del organigrama y los funcionarios para que todo siga igual. Tal vez el cambio radical sería que la dirección de Radio Nacional, la Televisión Pública y Télam dejara de cambiar cada cuatro años, con el traspaso de mando.  

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En el mundo, una elección presidencial en los Estados Unidos quizás reavive la polémica sobre la desinformación y las noticias falsas. En la Argentina, aunque circuló desinformación durante la campaña (desde enfermedades inventadas hasta auriculares en el debate entre candidatos), no parece haber afectado el resultado de las elecciones. Las campañas contra los rumores y las noticias falsas llevadas a cabo por plataformas y las iniciativas de verificación de datos como Reverso, en la que participaron Chequeado y medios tradicionales, pueden haber contrarrestado las consecuencias de la desinformación. Pero quizás la explicación sea más simple: prevaleció el escepticismo de la ciudadanía, acostumbrada a las mentiras de políticos y empresas.

En la elección que enfrente a Donald Trump contra un candidato o candidata demócrata, es esperable que los medios tradicionales culpen a las redes sociales de difundir desinformación, y que Trump use Twitter para acusar a los medios de publicar “fake news”. Sin embargo, el público estadounidense, fogueado por la campaña de 2016, puede actuar como el argentino. Gane quién gane en 2020, la idea de que solo hay unos pocos autorizados a difundir información tal vez sea abandonada para siempre.  

Las preguntas sobre regulación de medios públicos, pauta oficial, desinformación y noticias falsas no son nuevas. Estos dilemas pueden ser planteados por Youtube, discutidos en podcasts, comentados por Whatsapp. Pero ni en 2020 ni en los años que vendrán encontraremos una solución tecnológica a nuestros problemas sociales y políticos.

*Profesora de Udesa. Directora del MESO.