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hacer lo que debia ser hecho

El gobierno de Cristina terminó esta semana

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Aunque el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner finalizó oficialmente el 9 de diciembre pasado a las 12 de la noche, es decir, 12 horas antes de lo previsto (otro gobierno que termina antes de tiempo en la Argentina, aunque no era radical), en materia de economía finalizó en la semana que acaba de terminar.
En efecto, el restablecimiento del mercado único y libre de cambios y el levantamiento del cepo es el resultado del desastre de política económica de los últimos cuatro años y no el corolario de la política económica de los primeros cuatro días del nuevo gobierno.
En otras palabras, las restricciones cambiarias establecidas a lo largo de estos años para poder emitir sin control, vaciar el Banco Central y quebrar las finanzas públicas para financiar la fiesta populista y la fallida aventura del “vamos por todo”, sólo podía terminar de esta manera.
Haciendo un poco de economía-ficción, un gobierno de Scioli sólo hubiera estirado la agonía, usando las últimas reservas que quedaban en el Banco Central o expropiando los dólares de los particulares depositados en los bancos, y los stocks de soja acumulados en los silobolsas. Pero una vez agotados los stocks, y dado que no se hubieran generado nuevos flujos de dólares bajo esas condiciones de tipo de cambio atrasado y restricciones y expropiaciones varias, no hubieran tenido más remedio que sincerar el precio del dólar llevándolo al precio del informal (que hubiera sido mucho mayor, como pasa hoy en Venezuela) y liberando el mercado de cambios para que la economía volviera a funcionar.
Es decir, lo que hizo el gobierno de Macri voluntariamente la semana pasada era lo que, de todas maneras, hubiera tenido que hacer por la fuerza de las circunstancias, más tarde o más temprano, un hipotético gobierno de Scioli.
El levantamiento del cepo y el sinceramiento del valor del dólar es, entonces, la natural consecuencia de la instauración del cepo y del intento de hacer política antiinflacionaria para dar idea de bienestar, con un tipo de cambio artificial, que se hizo más artificial aún en el contexto de un escenario internacional de dólar fuerte, real débil, Brasil recesivo y precio de nuestras exportaciones en baja.
Muchos argumentarán que lo mío es contrafáctico, pero nadie explicó cómo se podía volver a crecer manteniendo el cepo y el atraso cambiario. A menos que “bajar los costos de logística” de Scioli haya sido una explicación.
Si en la semana que pasó terminó, en materia económica, el gobierno de Cristina, ahora hace falta que empiece el gobierno de Mauricio.
La política cambiaria y la desregulación de la tasa de interés en pesos es un buen punto de partida.
Pero después de apagar los incendios de fin de año, el gabinete económico deberá abocarse a rearmar la política fiscal para reducir el déficit y poder, entonces sí, tener un Banco Central autónomo, con capacidad de hacer política monetaria, que gradualmente vaya reduciendo la tasa de inflación, el verdadero problema.
Para ello, dado el nivel de la presión impositiva, hay que reducir el aumento del gasto. El principal candidato, y no sólo por razones fiscales, como explicó el ministro de Energía, son los subsidios a la energía que reciben sectores que no los necesitan. Ahora que sabemos en qué entorno se mueve el nuevo tipo de cambio, se pueden determinar los nuevos costos de producción de energía. Hay que recordar que los precios de los combustibles en la Argentina están dolarizados.
Conocidos los costos de producir o importar combustibles, la materia prima de la electricidad al nuevo tipo de cambio, se puede determinar cuántos de esos costos pagarán los consumidores directamente y cuánto pagarán a través del gasto público. Determinados los nuevos subsidios, se puede saber el nuevo déficit fiscal. Con el nuevo déficit se puede programar cuánto se financia con deuda y cuánto con emisión.
Y con el programa fiscal, el de deuda, el monetario y el nuevo tipo de cambio están todos los datos disponibles para encarar una negociación de precios y salarios que “coordine expectativas” de inflación, por un tiempo, hasta que el programa muestre que funciona.
En síntesis, la liberación del cepo y el sinceramiento del tipo de cambio  eran la respuesta natural al desastre heredado. Ahora falta el resto de las respuestas. Ahora empieza el gobierno de Macri.