Antes de entrar en el tema que este ombudsman elige para aportar a la información y fijar posturas frente a la invasión rusa a Ucrania y sus consecuencias, cada vez más dolorosas y trágicas, quiero hacer una breve mención a dos sucesos históricos que han conmovido, y duelen aún, a los argentinos: el jueves 24 se cumplirán 46 años desde que comenzó uno de los períodos más oscuros y luctuosos de la historia de este país. Fue entonces cuando las cúpulas de las Fuerzas Armadas derrocaron el gobierno democrático, instauraron su dictadura y dejaron una herida que no cierra. El símbolo de los 30 mil desaparecidos se mantiene vivo. El otro aniversario: pasaron cuarenta años desde que el delirio militarista de esa misma dictadura llevó a una guerra en Malvinas que dejó muertos, heridos y secuelas que no se olvidan ni se perdonan. A las víctimas de ambos acontecimientos, el reverencial recuerdo de este ombudsman.
Vayamos, entonces, a uno de los aspectos menos transitados de la guerra en Ucrania: qué pasa con los periodistas en esa región. Reporteros sin Fronteras (organización no gubernamental internacional de origen francés con sede permanente en París, cuyo objetivo es defender la libertad de prensa en el mundo y, en concreto, a los periodistas perseguidos por su actividad profesional) acaba de publicar un artículo inquietante: “Mientras periodistas de todo el mundo se juegan la vida para cubrir la invasión de Ucrania y las autoridades rusas continúan con su represión de la libertad de prensa –dice el artículo de RSF–, el tribunal militar de la ciudad de Rostov del Don, en el sureste del país, condenó el 10 de marzo a Remzi Bekirov, acusado de ‘organizar un grupo terrorista’”. Bekirov, reportero del diario digital de la oposición Grani.ru en Crimea (la región ucraniana anexionada en 2014), cubrió la persecución rusa de la población tártara y de los activistas proucranianos en la región. “Mientras que los periodistas ucranianos, rusos y extranjeros arriesgan sus vidas para cubrir la guerra en Ucrania, Moscú sigue socavando el periodismo independiente en Crimea”, denuncia Jeanne Cavelier, responsable del área de Europa del Este y
Asia central de RSF. Y enfatiza: “La larga condena de Remzi Bekirov por una acusación falsa, unida a la de Vladislav Yesypenko hace unas semanas, es una advertencia apenas velada del Kremlin a los periodistas de la región. Condenamos esta decisión y exigimos su liberación inmediata”.
Vladislav Yesypenko, reportero de doble nacionalidad ucraniana y rusa, que trabajaba para Krym.Realii, la filial en Crimea de Radio Free Europe/Radio Liberty (RFE/RL), con sede en Praga, fue condenado en febrero por un tribunal en Simferopol, en Crimea, a seis años de cárcel y una multa de 110 mil rublos (1.200 euros), acusado de “posesión y transporte de explosivos”.
El 4 de marzo, ocho días después de lanzar la invasión a Ucrania, Vladimir Putin firmó una ley que castiga con 15 años de prisión las “noticias falsas” sobre las fuerzas armadas rusas.
Según el recuento de RSF, al menos otros seis periodistas están actualmente detenidos en relación con su trabajo en Rusia. Son Alexander Valov (desde 2018), Abdulmumin Gadzhiev (2019), Rashid Maysigov (2019), Ivan Safronov (2020), Ian Katelevski (2020) y Aleksander Dorogov (2020). El periodista Aleksandr Tolmachev, de 65 años, murió en una colonia penal en 2020 tras no recibir la atención médica adecuada.
Rusia ocupa el puesto 150 de 180 países en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2021 de Reporteros sin Fronteras.