Así como en el deporte se dice que equipo que gana no se toca, en política no se muda de estrategia cuando da resultado. Los últimos cortocircuitos entre Elisa Carrió y las fuerzas gobernantes, más que causar sorpresa, encendieron las alarmas por la estrategia en peligro.
Aun a quienes siempre creyeron o actuaron como si Lilita fuera un riesgo calculado, el episodio, en este momento, les dejó el desconcierto de quien ve caer un piano en picada sobre su cabeza al cruzar la 9 de Julio.
Los mismos estrategas justificadores de la presencia de Carrió en Cambiemos siempre entendieron que, con ella, el oficialismo les obturaba el camino y las críticas a otros opositores, creando su propia opositora. Algo así como las marcas líderes que atinan a crear una segunda marca para que sea su propia competencia comercial, antes de que otra empresa lo haga y dé pelea por ese mercado.
Si Lilita, con sus críticas, le quitara capital político al Gobierno, el rédito sería para ella y, por tanto, los votos seguirían yendo para el mismo lado.
Antes preocupaba que los dardos de Carrió les dieran pasto a las fieras. Por estos días, el temor es que les esté dando ese alimento en la boca, justo en plena recta electoral y frente a una oposición que luce desnutrida.
Con ese ojo, repasan recientes encuestas llegadas a Casa Rosada y que habían generado amplia satisfacción. Aún sin definir las listas, las mediciones de imagen que le acercaron al Gobierno despiertan más entusiasmo que a esta misma altura de la campaña que hace dos años llevó a Macri a la presidencia.
Esos sondeos afirman que Vidal arrasa en el interior de la provincia de Buenos Aires y que en el Conurbano mide mejor que en 2015. La comparación no debería saltear que hace dos años la actual gobernadora era poco más que una desconocida en la política bonaerense pero, como se sabe, el Gobierno cree que la imagen de Vidal es todo, y que aunque esta vez no sea candidata derramará su influencia en los que se anoten en la lista.
Los mismos cálculos aportan que la Capital sigue siendo toda PRO y generan optimismo con el leve ascenso del ex árbitro Héctor Baldassi en Córdoba, especialmente después de que De la Sota confirmó que no dará pelea. Si a eso se suma que para esas encuestas oficiales Mendoza le sonríe al Gobierno y que la imagen en el norte del país también le da mejor que en 2015, no es ilógico que en Cambiemos sientan que si las elecciones fueran hoy la cosas no serían más complicadas que una suma de dos más dos.
Lo que Carrió acaba de hacer es poner entre la espada y la pared esa sobredosis de confianza en los números.